Pandora apartó su atención del cadáver del perro y lo enfocó en la expresión de incredulidad y llanto de su sobrina quien no había superado todavía la muerte de sus padres. Alysa estaba bajando las escaleras tras haber oído el grito de su tía cuando observó toda la terrorífica escena. Tampoco podía creer lo que acababa de ver. Su mejor amigo y confidente había muerto de la manera más horrible y desalmada que cualquier otra muerte antes vista por ella a su corta edad según su joven criterio. Ni siquiera se le permitió ver los cadáveres de sus padres o lo que había quedado de ellos.
El llanto de Alysa había distraído a Pandora del peligro. Esa sensación de pena al ver su rostro en expresión de tristeza cambió a una de angustia cuando observó los ojos de su sobrina desorbitándose de miedo y su mueca deformarse en un grito de terror. Pandora volteó de nuevo hacia donde Alysa divisaba para descubrir lo que la había aterrado. Aquello también la inundó en un sentimiento extremo de pánico. Aquello era el cuerpo decapitado del perro parado en sus dos patas traseras como si fuera un humano o un animal bípedo. El perro se inclinó y se colocó en cuatro patas y a continuación comenzó a correr velozmente y sin cabeza. Pandora aún sin poder creer lo que estaba viendo, comenzó a correr para salvar su vida y la de su sobrina. Subió las escaleras rápidamente y tomó a Alysa del brazo hacia su habitación. El cuerpo del perro se detuvo al pie de la escalera y algo más emergió abruptamente de la enorme herida donde antes había una cabeza canina. Aquello que emergió se trataba de una enorme araña Atrax Robustus, su cuerpo era negro-azul con patas brillantes y cubiertas de pelos aterciopelados, y se le podían ver unos amenazantes y peligrosos colmillos y garras.
Enseguida, la araña comenzó a correr rápidamente en sus ocho extremidades detrás de Pandora quien no paraba de correr. Inesperadamente el arácnido saltó metamorfoseándose en el acto en un cuervo negro de brillante plumaje negro azulado y voló velozmente hacia Pandora. De pronto, el cuervo descendió rápidamente y se transformó enseguida en una serpiente negra azulada que se enroscó de inmediato en las piernas de Pandora provocando que cayese con brusquedad. La serpiente hundió sus colmillos en la pierna de Pandora y se deslizó reptando rápidamente, continuando la persecución detrás de Alysa quien se encerró en la habitación de Pandora. Alysa se guardó debajo de la cama, su respiración descontrolada mostraba el terror que sentía y la estaba sofocando. De pronto, todas las luces se apagaron como por obra de un corto circuito y la oscuridad inundó los pasillos y las habitaciones de la residencia. Alysa yacía boca abajo intentando observar y escuchar todo lo que pasaba desde su escondite.
Enseguida, escuchó la voz de una mujer anunciando el conteo de un juego que ella conocía muy bien. -Ocho...-. Alysa sentía su mirada cerca, -Nueve...-. unas largas uñas negras rodeaban su cuello, -Diez...-. Su vista se oscurecía mientras escuchaba... -¡Shshshshsh, Te encontré!-.
Después, la voz de Eleni hizo eco en su mente diciendo: -Mí mamá me decía que siempre que tenga ganas de ir al baño, tengo que ir, cada noche evito ir al baño, mamá no lo sabe, pero él me está esperando en el pasillo y no me dejará regresar-. Los ojos rojos de un monstruo al final del pasillo aturdieron la mente de Alysa mientras sentía como unas manos se deslizaban por todo su cuerpo sometiéndola con violencia y después aquellas quemaduras cada vez más profundas que dejaban las huellas de aquellas manos, el dolor era semejante a quemarse con una plancha al rojo vivo como cuando se queda pegada a la piel y se tira de ella, hasta que la sensación del fuego quemó sus nervios justo antes de seguir sintiendo dolor, a continuación sufrió una parálisis respiratoria, su diagrama se agitó sin control y le produjo convulsiones y sus pupilas se le dilataron antes de sentir un paro cardíaco.
Mientras Pandora sentía un intenso dolor de cabeza, su cuerpo se deshidrataba, su cerebro se resecaba, sus riñones se le hinchaban, sus ojos y piel se le ponían duros como piedras, sentía angustia, luego desesperación, la presión aumentaba en sus pulmones y cabeza, sufría de forma cada vez más intensa, su cuerpo reaccionaba con espasmos. Luego comenzó a sentir escalofríos y los dientes le rechinaban, su cuerpo entero temblaba para seguir creando calor de forma desesperada, los dedos de sus manos y pies se le congelaban mientras seguía bajando la temperatura de su cuerpo, sentía dolor en sus ojos, en su tráquea, y en sus pulmones al respirar aire helado, sus brazos y piernas se le habían congelado totalmente y sentía una sensación de quemazón, su propia ropa la sofocaba, le costaba más y más respirar y aumentaba su debilidad, sentía un intenso dolor y sus ojos y las facciones de su cara se movían de forma involuntaria justo antes de despertar.
Ambas despertaron acostadas boca arriba en la cama de una de las habitaciones, ambas estaban paralizadas. Ni siquiera podían gritar. El veneno de la araña que las había mordido había hecho efecto en su organismo y estragos en su mente.
Sólo podían respirar, sentir dolor, mover sus ojos y observar lo que les depararía.
Frente a ellas de pie sobre la cama, iluminada por la luz de la luna que entraba por la ventana y se cernía sobre su rostro con una luz calmante, se hallaba una muñeca quien postraba su vista en ellas con esos pequeños ojos que tenían una irónica mezcla de inocencia y malignidad homicida. Se oía el latir de su corazón desde aquel pequeño cuerpo que sin duda transmitía la misma peligrosidad que transmite una pequeña y venenosa araña. Era una de las dos muñecas que Pandora le había regalado a su difunta hija Dasha y la misma muñeca que le había regalado a su difunta sobrina Eleni.
De repente, una voz se oyó a través de sus mentes, era la voz de la muñeca que decía:
-Mi nombre es Medeia, hermana de Cerci. Tú eres la hija de Hefisto, el hombre que nos confinó a permanecer con la mirada fija hacia al frente y sin poder movernos, como están ustedes dos ahora, nos confinó en estas muñecas bajo el sello del anillo hasta que tú nos liberaste. Por medio de mi veneno acabas de sufrir todas las muertes de aquellos que he matado y la culpa de aquellos que han muerto sufriendo su escarnio. Tú no morirás todavía, tengo planeado un destino diferente para ustedes dos. Pero primero necesito que recuerdes todo-.
De pronto, un par de hebras de cabello de la muñeca se separaron de ella y se deslizaron como serpientes para después convertirse en diminutas arañas que treparon por el rostro de Pandora y Alysa hasta encaminarse por sus orejas izquierdas y penetrar en su sistema auditivo.
Alysa recordaba como disfrutaba ver a Melanie y Héctor torturando a Eleni y como Pandora y los inquilinos torturaban a los demás niños.
-¡No eran normales, eran más bien monstruos y merecían su sufrimiento!-. Decía escudándose Alysa mentalmente.
Mientras tanto, Pandora recordaba la extraña relación que tenía con su padre, ella lo amaba, recordaba los abrazos y besos que ella le daba. Hasta ese día que él la hipnotizó con el anillo para que en ella naciera otra personalidad. Así como hizo con Demetria cuando la hipnotizó para que imaginara que tenía una hermana llamada Desdemona la cual nunca existió. Pandora recordó cuánto odiaba a su difunta hija Dasha tanto como odiaba a su hija Ania a la cual envío lejos de ella, por eso nunca quiso llevarse a Dasha de la isla, por eso su padre aceptó quedársela con la condición de que Pandora regresara a verla de vez en cuando. Pandora odiaba tanto a Dasha porque había nacido con luxación congénita de rodilla que según, palabras de su propia madre, la hacía caminar como una bestia, como un monstruo, sin embargo, la personalidad benevolente de Pandora que había nacido nunca se daba cuenta de su deformación y la veía siempre como una niña normal. Aún con su deformidad Hefisto quería a Dasha porque era el fruto de una relación incestuosa que había entre él y Pandora. Era "el fruto de su amor" como él decía.
Pandora recordó el plan que tenía con su padre, el plan de regresarlo a la vida. Sabía que aquel día que Calipso regresara, enviada por su padre, sería aquel día que ella regresaría a la isla a buscar lo que su padre le había encomendado. Su personalidad benevolente nunca sabía lo que su personalidad oscura tramaba, sin embargo su personalidad malévola siempre sabía lo que hacía su otra personalidad quien, siendo una benefactora a favor de los niños, nunca supo que ella misma torturaba niños en su propia casa. Pandora recordó haber entrado al recinto de su padre y después de quedarse inconsciente por el desmayo que sufrió después de ser pinchada por la punta de aquella aguja clavada en una de las muñecas de su difunta hija, recordó que despertó y que su personalidad oscura había encontrado las muñecas atadas junto con el anillo de su padre, aquel mismo y extraño anillo que utilizó para hipnotizarla. En la caja roja donde yacían las muñecas encontró también en un doble fondo el diario de Hefisto junto con una carta donde le explicaba a detalle todo lo que ella debía hacer con el diario y con el anillo que junto con la ayuda de cultos y sectas volvería a extender su poder sobre la tierra. Con ayuda de seguidores que le entregarían los tesoros malditos. Después de eso, Pandora ocultó el diario y el anillo, y colocó la caja con las muñecas en el lugar donde la había encontrado para luego despertar su otra personalidad quien se hallaba inconsciente y quien encontraría las muñecas al despertar y las llevaría a su residencia.
-Ya está hecho, es hora de irnos-. Esas fueron las palabras que usó Demetria justo antes de abandonar la isla.
Pandora hacía lo mismo que Hefisto, al ponerse el anillo su personalidad oscura prevalecía y al quitarse el anillo esa personalidad se desvanecía tomando control su personalidad benevolente. Pandora nunca se esperó que las brujas que derrotó su padre algún día regresarían a tomar venganza de sus vástagos.
Aquel día había llegado, y la personalidad oscura de Pandora había despertado y yacía encarada como aquel día que Hefisto encaró a Cerci confrontándose con miradas inquebrantables.
La araña salió del oído de Pandora y cayó en la almohada convertido en una hebra de cabello negro. Medeia le había devuelto a Pandora sus recuerdos para poder ocupar su verdadera personalidad. Pandora sabía ahora quién había asesinado a su hermano y a su familia y quién había asesinado a los huéspedes de su residencia, había experimentado además sus muertes en carne propia por el poder de Medeia y ahora no podía hacer nada más que experimentar su propia muerte. De pronto, la muñeca abrió su boca repleto de afiliados colmillos y su piel de porcelana se resquebrajó. La misma araña que había emergido de la herida mortal de aquel perro comenzaba a emerger ahora de la boca dentada de la muñeca. Sin embargo era algo diferente, la araña era la misma excepto por la enorme cola de serpiente negra azulada que se asomaba de su abdomen. La araña serpiente se movió trepando por el pequeño vestido de la muñeca y saltó hacia la boca de Pandora quien no pudo evitar tragarse a aquella horrible criatura híbrida que le hizo sacar sangre por su cavidad bucal. La parte arácnida había entrado por entero y su parte reptil se abría paso reptando a través de su cuello hasta introducirse completamente en el cuerpo de Pandora. Los ojos de Pandora habían cambiado y ahora eran los ojos de Medeia que estaban inyectados de una aterradora oscuridad.