El amanecer se filtró a través de las cortinas de la alcoba de Leona, tiñendo la habitación con tonos dorados y cálidos. Sin embargo, la luz del día no trajo consigo la paz que normalmente acompañaba a la salida del sol; en su lugar, un aire de inquietud flotaba en el ambiente. Las palabras de Escorpio resonaban en su mente como un eco persistente, recordándole que el peligro estaba al acecho y que el tiempo se estaba agotando.
Leona se levantó, decidida a actuar. Sabía que no podían permitirse perder más tiempo en dudas o desconfianzas. La amenaza del Cetro del Destino era real y palpable, y su búsqueda debía comenzar de inmediato. Se vistió con una armadura ligera que simbolizaba su estatus de guerrera, un recordatorio constante de que estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.
Al salir de su alcoba, fue recibida por el bullicio habitual del palacio. Los sirvientes corrían de un lado a otro, preparando los salones para la reunión matutina con los otros signos. A pesar del caos, Leona sintió que algo había cambiado dentro de ella; una determinación renovada brillaba en su interior.
Cuando entró al gran salón, los demás signos ya estaban reunidos. Aries, con su energía vibrante; Tauro, firme y obstinado; y Géminis, con su curiosidad insaciable. Cada uno representaba una parte esencial del equilibrio entre los reinos, pero también traían consigo sus propias ambiciones y secretos.
—Leona —saludó Aries con una sonrisa confiada—. ¿Listo para discutir nuestros planes para mantener la paz?
—Sí —respondió ella, tomando asiento en la mesa redonda—. Pero hay algo más importante que debemos abordar primero.
Las miradas se posaron sobre ella, llenas de expectación.
—He tenido una conversación con Escorpio —continuó Leona—. Nos enfrentamos a una amenaza inminente: los seguidores de una sombra antigua buscan el Cetro del Destino.
Un murmullo recorrió la sala mientras las palabras de Leona se asentaban en el aire pesado. Los ojos de Tauro se estrecharon, llenos de desconfianza.
—¿Por qué deberíamos creerle a Escorpio? —preguntó con escepticismo—. Siempre ha sido conocido por jugar sus propias cartas.
Géminis intervino rápidamente, moviendo las manos como si tejiera sus pensamientos en el aire.
—Pero si lo que dice es cierto... ¿no deberíamos investigar? Si hay un peligro real para todos nosotros, necesitamos unir fuerzas en lugar de dividirnos.
Leona asintió con fuerza. Esa era la clave: unidad en medio del caos.
—Exactamente —dijo ella—. No podemos permitir que nuestras diferencias nos debiliten ahora. Si formamos una alianza temporal para encontrar el cetro antes que ellos, podríamos evitar un conflicto aún mayor.
Aries se inclinó hacia adelante, su entusiasmo palpable.
—Estoy dentro —declaró—. No permitiré que ninguna sombra oscurezca nuestro reino.
Mientras las discusiones continuaban, Leona sintió cómo el peso de la responsabilidad caía sobre sus hombros. Era el momento de demostrar que podía liderar no solo con fuerza sino también con astucia.
Finalmente, acordaron formar un pequeño grupo de exploración compuesto por los signos más fuertes y estratégicos: Leona, Aries y Géminis serían los principales exploradores; mientras que Tauro se encargaría de asegurar los recursos necesarios para su misión.
Antes de separarse, Leona miró fijamente a cada uno en la sala.
—Recuerden esto: si uno cae, todos caemos. Necesitamos confiar unos en otros si queremos salir victoriosos —dijo con firmeza.
Con esas palabras resonando en sus mentes, cada signo salió del salón dispuesto a prepararse para la aventura que les aguardaba. Mientras caminaba hacia sus aposentos para organizarse, Leona sintió un escalofrío recorrer su espalda; no era solo por el frío matutino sino por la sensación palpable de que algo oscuro observaba desde las sombras.
Más tarde ese día, cuando el sol comenzaba a ocultarse detrás del horizonte dorado, Leona se encontró frente a Escorpio nuevamente en un claro cercano al palacio. La noche caía lentamente y las estrellas comenzaban a titilar en el cielo oscuro como ojos vigilantes.
—Estamos listos para buscar el cetro —anunció ella sin rodeos—. Pero necesito saber todo lo que puedas decirme sobre nuestros enemigos y qué pasos debemos seguir.
Escorpio sonrió con esa mezcla peligrosa entre encanto y misterio que siempre lo rodeaba.
—Hay mucho más por descubrir —respondió él suavemente—. Pero antes debo advertirte: las sombras no son lo único a lo que debemos temer…
Antes de que pudiera continuar, un grito desgarrador resonó desde el bosque cercano; un sonido tan aterrador que heló la sangre en las venas de Leona. Ambos giraron hacia la fuente del sonido solo para ver cómo figuras encapuchadas emergían entre los árboles oscuros; sus ojos brillaban con una luz siniestra mientras avanzaban hacia ellos.
El eco de las sombras había llegado.
Leona apretó los puños mientras una oleada de adrenalina recorría su cuerpo; sabía que no podían retroceder ahora. La batalla por el Cetro del Destino había comenzado…