Zodiac Chronicles

Capítulo 4: La Batalla en la Penumbra

La tensión en el aire era palpable mientras las figuras encapuchadas se acercaban, sus pasos resonando como un tambor ominoso en el silencio del bosque. Leona, con el corazón latiendo con fuerza, se colocó en una posición defensiva, lista para enfrentar lo que fuera que se avecinara.

—¡Escorpio! —gritó, sin apartar la mirada de los enemigos—. ¿Sabes quiénes son?

El semblante de Escorpio se tornó grave, su sonrisa desapareció como si nunca hubiera existido.

—Son los seguidores de la Sombra Antigua —respondió en voz baja—. Su lealtad es inquebrantable y su poder, formidable.

Las figuras encapuchadas se detuvieron a unos metros de ellos, revelando un brillo rojo en sus ojos que parecía alimentarse de la oscuridad que los rodeaba. Una de ellas dio un paso al frente, alzando la mano para descubrir su rostro. Era una mujer de rasgos afilados y mirada helada; su voz era suave pero cargada de malicia.

—Leona —dijo con desdén—. Has llegado lejos, pero tu viaje termina aquí. El Cetro del Destino nos pertenece.

Leona sintió cómo la ira y la determinación se entrelazaban en su interior.

—No permitiré que caiga en manos equivocadas —respondió con firmeza—. No temeré a las sombras ni a sus portadores.

Las palabras apenas habían salido de su boca cuando el grupo encapuchado lanzó un grito aterrador y se lanzó hacia ellos como un torrente oscuro. Leona levantó su espada, brillando bajo la luz tenue de las estrellas, y se lanzó al combate junto a Escorpio.

Aries apareció a su lado, sus movimientos eran rápidos y precisos como un rayo.

—¡Leona! ¡A la derecha! —gritó mientras embestía contra uno de los atacantes.

Con una agilidad sorprendente, Leona giró y bloqueó el ataque de otro enemigo, sintiendo cómo el metal chocaba contra su espada. La adrenalina corría por sus venas; cada golpe era un recordatorio de que no solo luchaban por el cetro, sino por su propia supervivencia.

Géminis apareció entre las sombras como un destello, lanzando hechizos que iluminaban el campo de batalla con destellos de luz brillante. Las sombras retrocedieron momentáneamente ante ese resplandor.

—¡Debemos separarlos! —gritó Géminis mientras conjuraba una barrera mágica—. Si nos mantienen juntos, no tendremos oportunidad.

Leona asintió y tomó la delantera, moviéndose ágilmente entre los enemigos mientras dirigía a Aries y Escorpio hacia un flanco más débil del grupo encapuchado. Con cada movimiento estratégico, sentía cómo la unidad que habían forjado comenzaba a tomar forma; no estaban solos en esta lucha.

Sin embargo, las sombras eran implacables. A medida que avanzaban, más figuras emergían del bosque oscuro como si estuvieran siendo invocadas por algún poder siniestro. La batalla se intensificó; Leona podía sentir el sudor resbalando por su frente mientras luchaba con todas sus fuerzas.

De repente, una sombra más grande surgió del grupo: un ser imponente con armadura negra y ojos rojos ardientes. Era el líder de los seguidores; su risa resonaba como un eco escalofriante mientras avanzaba hacia ellos.

—¿Creéis que podéis detenerme? —se burló—. El Cetro del Destino será mío y no hay fuerza en este mundo que lo impida.

Leona sintió una oleada de miedo pero rápidamente lo convirtió en determinación.

—No dejaremos que eso suceda —declaró con voz firme—. Juntos somos más fuertes.

Aries lanzó un grito de guerra y se lanzó contra el líder oscuro mientras Leona se movía hacia él para apoyarlo. Con cada golpe intercambiado, la batalla parecía estar equilibrada entre la luz y la oscuridad.

Súbitamente, Escorpio apareció junto a Leona, con una mirada intensa.

—Debemos encontrar una manera de debilitarlo —susurró rápidamente—. Su poder proviene del Cetro mismo; si podemos romper su conexión…

Géminis se unió a ellos nuevamente, sus ojos brillando con inteligencia.

—Podría crear una distracción —sugirió—. Si puedo hacerle creer que estamos atacando desde otro lado...

Mientras tanto, Aries seguía luchando valientemente contra el líder oscuro, pero estaba empezando a flaquear bajo la presión implacable del adversario.

Leona tomó una decisión rápida.

—Hazlo —dijo a Géminis—. Yo me encargaré de Aries; necesitamos mantenerlo en pie para esta batalla final.

Géminis asintió y se retiró con rapidez hacia el otro lado del campo de batalla mientras Leona corría hacia Aries para apoyarlo.

—¡No te rindas! —gritó mientras bloqueaba un ataque dirigido hacia él—. ¡Estamos cerca!

Con cada segundo que pasaba, Leona sentía cómo sus fuerzas comenzaban a agotarse; pero no podía permitir que eso sucediera ahora. Tenían que ganar esta batalla o perderían mucho más que solo el cetro: perderían sus reinos y todo lo que amaban.

Mientras tanto, Géminis conjuraba ilusiones alrededor del líder oscuro; sombras danzantes lo confundían y hacían dudar su próximo movimiento. El líder gritó furioso al verse rodeado por múltiples versiones de sus enemigos.

Aprovechando esa distracción crucial, Leona levantó su espada y gritó:

—¡Ahora!

Aries asintió e impulsándose con todas sus fuerzas cargaron juntos hacia el líder oscuro con toda la furia acumulada en la batalla. La luz brilló intensamente cuando ambos impactaron contra él al mismo tiempo; un destello estalló cuando las armas chocaron contra su armadura oscura.

El líder retrocedió sorprendido; finalmente comenzó a tambalearse bajo la presión combinada de los ataques coordinados entre los tres guerreros valientes.

Fue entonces cuando Escorpio apareció detrás de él con una expresión decidida en su rostro; había encontrado una oportunidad ideal para atacar directamente al corazón del enemigo: donde estaba el poder del Cetro del Destino oculto dentro de él.

Con un movimiento rápido e inesperado, Escorpio desenvainó un cuchillo brillante que reflejaba la luz lunar e hizo un corte preciso donde sabía que haría más daño: justo encima del lugar donde latía esa energía oscura alimentadora del cetro mismo.




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