Zodiac Chronicles

Capítulo 5: Ecos del Pasado

El eco del grito del líder oscuro resonó en el bosque, y un silencio inquietante se apoderó del lugar. Las sombras que antes parecían implacables comenzaron a desvanecerse, como si la luz de la victoria hubiera disipado su poder. Leona, Aries y Escorpio se quedaron de pie, respirando con dificultad, sus corazones aún latiendo con fuerza tras la intensa batalla.

—¿Lo hemos logrado? —preguntó Aries, su voz entrecortada por la adrenalina y el cansancio.

Leona miró a su alrededor, observando cómo los seguidores de la Sombra Antigua se dispersaban, aterrorizados por la caída de su líder. Sin embargo, una sensación de inquietud la invadió. Sabía que aunque habían ganado una batalla, la guerra aún no había terminado.

—No podemos bajar la guardia —respondió Leona, su mirada fija en el lugar donde el líder había caído—. El Cetro del Destino sigue siendo un objetivo. Si no lo encontramos y lo protegemos, las sombras volverán.

Escorpio asintió, su expresión grave. —Debemos averiguar más sobre el cetro y su conexión con el líder. Tal vez haya pistas en su campamento o en los restos de su poder.

Géminis, que había estado observando desde la distancia, se acercó con una mirada pensativa. —He sentido una energía extraña en el aire. No solo es el cetro; hay algo más, algo que se oculta en las profundidades de este bosque.

Leona sintió un escalofrío recorrer su espalda. —Entonces, debemos investigar. No podemos permitir que el Cetro del Destino caiga en manos equivocadas nuevamente.

Con determinación renovada, el grupo se adentró en el bosque, guiados por la tenue luz de la luna que se filtraba a través de las copas de los árboles. A medida que avanzaban, el ambiente se tornaba más denso, como si el propio bosque estuviera vivo y consciente de su presencia.

Después de unos minutos de caminar, llegaron a un claro donde los restos del campamento de los seguidores de la Sombra Antigua se extendían ante ellos. Las hogueras apagadas y los objetos abandonados contaban la historia de una organización que había estado preparando su regreso.

—Mira esto —dijo Escorpio, señalando un altar en el centro del claro. Estaba cubierto de símbolos oscuros y tenía un espacio vacío en el centro, como si algo hubiera sido retirado de allí recientemente.

Géminis se acercó al altar, sus ojos brillando con curiosidad. —Estos símbolos… son antiguos. Hablan de un ritual para invocar a la Sombra Antigua. Si el cetro fue utilizado aquí, podría haber dejado una huella mágica.

Leona se acercó, sintiendo una extraña conexión con el lugar. —¿Puedes rastrear esa energía? Quizás nos lleve a donde se encuentra el cetro.

Géminis cerró los ojos y extendió las manos, concentrándose. Un momento después, su rostro se iluminó. —Sí, puedo sentirlo. Hay un rastro que se dirige hacia el norte, más profundo en el bosque.

—Entonces, ¡vamos! —exclamó Aries, su espíritu combativo resurgiendo.

El grupo se adentró en la oscuridad del bosque, siguiendo la estela mágica que Géminis había detectado. A medida que avanzaban, el aire se volvía más frío y pesado, y un murmullo distante parecía rodearlos, como si el bosque estuviera susurrando advertencias.

Finalmente, llegaron a una cueva oculta tras una cortina de enredaderas. La entrada estaba marcada por los mismos símbolos que habían visto en el altar.

—Este debe ser el lugar —dijo Leona, su voz resonando en la penumbra.

—Debemos tener cuidado —advirtió Escorpio—. No sabemos qué nos espera dentro.

Con determinación, Leona tomó la delantera y entró en la cueva, seguida de cerca por sus amigos. La oscuridad los envolvió, y el aire se volvió denso con un poder palpable. A medida que avanzaban, las paredes de la cueva comenzaron a brillar con una luz tenue, revelando más símbolos antiguos.

De repente, un eco resonó en el interior, y una figura emergió de las sombras. Era una mujer de aspecto etéreo, con ojos que brillaban como estrellas y una presencia que emanaba tanto poder como calma.

—Bienvenidos, guerreros —dijo la mujer, su voz suave pero firme—. He estado esperando su llegada.

Leona sintió una mezcla de asombro y desconfianza. —¿Quién eres? ¿Qué sabes del Cetro del Destino?

La mujer sonrió, su mirada llena de sabiduría. —Soy la Guardiana de los Secretos Antiguos. El Cetro del Destino no es solo un objeto de poder; es un vínculo entre mundos. Su energía puede ser utilizada para el bien o para el mal, y su destino está entrelazado con el de aquellos que lo buscan.

—¿Cómo podemos protegerlo? —preguntó Aries, ansioso por entender.

—Debéis enfrentar las sombras de vuestro propio pasado —respondió la guardiana—. Solo así podréis desentrañar los secretos que el cetro guarda y evitar que caiga en manos equivocadas nuevamente.

Leona sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero también comprendía que su lucha apenas comenzaba. Con sus amigos a su lado, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara.

—Estamos listos —declaró Leona, su voz resonando con determinación—. No dejaremos que la oscuridad prevalezca.

La guardiana asintió, y con un gesto de su mano, la cueva comenzó a brillar con una luz intensa. Los secretos del Cetro del Destino estaban a punto de ser revelados, y la verdadera batalla por el futuro de sus reinos estaba a punto de comenzar.




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