Después de abandonar el Bosque de los Ecos Perdidos, los signos continuaron su marcha, llevándose consigo el eco de sus miedos y deseos más profundos. Su unión era ahora más fuerte, y sabían que debían seguir adelante hasta la próxima parada en su misión: **El Refugio del Conocimiento Prohibido**. Este era un lugar ancestral, escondido en las profundidades de una caverna, donde se encontraba la sabiduría antigua y prohibida que podría otorgarles una ventaja decisiva contra Moros.
A medida que descendían en la oscuridad de la caverna, un frío gélido envolvía sus cuerpos, y el silencio parecía devorar cada uno de sus pasos. Cada signo sentía en sus huesos que allí encontrarían respuestas… pero también advertencias. Sabían que debían resistir la tentación de obtener un poder que no estuviera destinado a ellos, o el precio a pagar sería alto.
**Virgo** fue la primera en notar inscripciones en las paredes. Eran símbolos antiguos, cubiertos de polvo, escritos en una lengua olvidada. Con sus dedos acarició las runas, tratando de descifrar su significado.
—Esto habla de secretos sellados… y de la puerta hacia la Llama Suprema —murmuró, sus ojos llenos de fascinación y un leve toque de ansiedad. Sabía que la información contenida aquí era vital, pero también peligrosamente tentadora.
**Acuario** se acercó a ella, analizando los símbolos con su lógica aguda y visión futurista. —Debe haber algo que podamos aprender aquí sin caer en las trampas del conocimiento prohibido —dijo, aunque una sombra de duda pasó por sus ojos. El lugar parecía tener un influjo casi magnético que los atraía hacia un poder más allá de su comprensión.
Fue entonces cuando escucharon una voz grave y profunda resonando en la caverna, como si proviniera de todos los rincones a la vez.
—Solo aquellos que demuestren una mente pura y un corazón sin ambición egoísta pueden acceder a la sabiduría que yace en este lugar —anunció la voz.
**Capricornio** dio un paso al frente, su rostro serio y decidido. —Estamos aquí no por ambición personal, sino por el bien de todos los reinos de los signos. Necesitamos esta sabiduría para cumplir con nuestra misión y evitar que el poder de la Llama Suprema caiga en manos oscuras.
La caverna respondió a sus palabras, y **un portal de luz** apareció frente a ellos. Sin embargo, la voz volvió a advertir:
—Cada uno de ustedes deberá enfrentar su mayor deseo y aprender a renunciar a él si desea obtener la sabiduría que busca.
Los signos se miraron entre sí, sabiendo que este desafío requeriría todo su autocontrol y valentía. Habían enfrentado sus miedos y sus sombras, pero ahora les tocaba confrontar sus propios deseos.
**Leona** fue la primera en cruzar el portal. A medida que avanzaba, fue rodeada por una brillante luz dorada, y de repente se encontró en una sala majestuosa, rodeada de figuras que la observaban con respeto y reverencia. Era un trono de oro, destinado para ella. Leona sintió una poderosa atracción hacia ese símbolo de poder y reconocimiento, pero sabía que no podía ceder a ese deseo. Inspiró profundo, y al recordar la verdadera misión, se dio la vuelta, rechazando el trono que le ofrecían. El portal se abrió para ella, y pudo regresar con el grupo.
Uno a uno, los signos enfrentaron sus pruebas.
**Escorpio** se encontró en una sala llena de secretos reveladores, conocimientos profundos que podía usar para su propio beneficio, para asegurarse una ventaja sobre los demás. Pero al recordar el sacrificio que había hecho y el vínculo que había forjado con el grupo, resistió la tentación. Los secretos se disiparon, y el portal se abrió para él.
**Géminis** vio reflejado su mayor deseo: el poder de ser todo y nada, de tener múltiples vidas y caminos, sin que nadie limitara su libertad. Sin embargo, comprendió que su verdadera esencia era unificarse en una misión, y renunció a ese deseo de desdoblamiento infinito. Fue entonces cuando el portal se abrió para él también.
**Virgo** enfrentó el deseo de perfección absoluta, una tentación que le ofrecía control sobre cada detalle del mundo y de la misión. Pero comprendió que la perfección no era compatible con la verdadera esencia de su grupo, y rechazó el control, eligiendo la imperfección que los unía.
Cada uno de los signos enfrentó sus propios deseos y los rechazó, priorizando la misión y el vínculo que los unía. Fue un proceso que les costó, pero uno a uno lograron superar sus pruebas, manteniéndose fieles a la causa y regresando al portal donde los demás esperaban.
Finalmente, el portal se abrió completamente, y el Refugio del Conocimiento Prohibido les reveló un objeto guardado en una urna de cristal: **un antiguo pergamino** que contenía el secreto sobre cómo encender la Llama Suprema. Virgo lo tomó con delicadeza, y al abrirlo, sus ojos se llenaron de comprensión.
—Para encender la Llama Suprema, debemos ofrecer algo más allá de nuestras vidas y deseos… —explicó Virgo—. Debemos ofrecer nuestro vínculo, nuestra esencia como unidad. Cada uno de nosotros deberá entregar una parte de su alma.
El grupo asintió, sintiendo el peso de este sacrificio final. Habían pasado por tanto juntos, y sabían que esta entrega sería la última prueba que sellaría su destino. Sin embargo, también comprendieron que el sacrificio no significaba una pérdida, sino una entrega de lo que los hacía más fuertes.
En ese instante, la caverna comenzó a temblar, y la voz resonó nuevamente.
—Han demostrado que su propósito es noble y su voluntad, inquebrantable. Sin embargo, deben recordar que el último sacrificio solo podrá hacerse si cada uno de ustedes mantiene esta unidad hasta el final.
Con esta advertencia, el portal se cerró, y la caverna quedó en silencio nuevamente. Virgo guardó el pergamino, y los signos salieron del Refugio del Conocimiento Prohibido, sabiendo que ahora tenían en sus manos la clave para encender la Llama Suprema.