Al cruzar el portal, los signos sintieron cómo la realidad cambiaba a su alrededor. Era como si hubieran dejado el mundo físico atrás y se hubieran adentrado en una dimensión de pura esencia, donde el tiempo y el espacio se disolvían, y solo quedaba una vasta oscuridad interrumpida por destellos fugaces de luz.
**Leona** sintió que su propio ser se fragmentaba y volvía a unirse al mismo tiempo, como si el portal hubiera desenredado su esencia para luego reconstruirla. Cada signo experimentaba algo similar, aunque de formas distintas. El aire estaba impregnado de una energía intensa y antigua, una fuerza que los hacía sentir expuestos, como si el mismo lugar estuviera hurgando en sus pensamientos más profundos.
La voz de la guardiana resonó en sus mentes, aunque esta vez parecía susurrar desde dentro de cada uno de ellos:
—**Lo que buscan no es solo el poder del Cetro, sino el dominio sobre sus propios miedos**. Solo aquellos que puedan enfrentar su sombra podrán despertar su verdadero potencial.
Las sombras comenzaron a tomar forma alrededor de cada signo, revelando versiones distorsionadas y oscuras de ellos mismos. Era como si cada uno estuviera frente a un espejo, pero en lugar de un simple reflejo, veían sus miedos, deseos reprimidos, y dudas más profundas personificadas en figuras tangibles.
**Leona** fue la primera en ver a su sombra. Frente a ella se encontraba una versión de sí misma, oscura y desfigurada, pero con una mirada penetrante que reflejaba todas las veces que había dudado de sí misma, todas las veces que había temido no ser lo suficientemente fuerte para liderar a los demás.
—¿Realmente crees que eres digna de liderar? —se burló su sombra, con una voz llena de veneno—. ¿Cuántas veces has querido huir de esta responsabilidad? Sabes que en el fondo, tienes miedo de fallar.
Leona sintió el peso de las palabras de su sombra como si fueran espinas clavándose en su piel. Sin embargo, en lugar de negar o rechazar lo que escuchaba, cerró los ojos y respiró profundamente. Sabía que una parte de lo que decía su sombra era verdad. Había momentos en los que el peso de su destino parecía insoportable, pero también sabía que, a pesar de sus dudas, no había dejado de avanzar.
—Es cierto —respondió, abriendo los ojos y mirando a su sombra con determinación—. Pero eso no significa que voy a rendirme. El miedo no me define. La fuerza que encuentro en él sí lo hace.
Su sombra se desvaneció lentamente, dejando tras de sí una sensación de liberación. Había aceptado su miedo, y al hacerlo, había encontrado una nueva fortaleza.
**Escorpio** se enfrentó a su propia sombra, que lo miraba con una sonrisa oscura y burlona. Esta versión de sí mismo parecía manifestar todos los secretos que había guardado, todas las veces que había dudado de su lugar entre los signos, temiendo que su naturaleza profunda y misteriosa lo apartara de los demás.
—¿Crees que ellos realmente confían en ti? —susurró la sombra—. Sabes que siempre has estado solo. ¿Por qué debería ser diferente ahora?
**Escorpio** miró fijamente a su sombra, recordando cada vez que se había sentido incomprendido, cada vez que había sentido que su naturaleza le impedía abrirse por completo a los demás. Sin embargo, en ese momento, recordó también las conexiones que había hecho, especialmente con **Leona**. Sabía que, aunque no era fácil para él confiar, no estaba solo.
—Tal vez tengo mis dudas —respondió **Escorpio**, manteniéndose firme—, pero eso no significa que no sea capaz de confiar. La soledad es una elección, y yo he elegido confiar en ellos.
Con esa aceptación, la sombra de **Escorpio** se disolvió, liberándolo del peso de su desconfianza.
**Aries** se encontraba frente a su propia sombra, una versión de sí misma llena de furia y arrogancia, que reflejaba todos los momentos en los que había dejado que su impulsividad la controlara. La sombra la miraba con desprecio, como si la considerara débil por intentar ser más que solo una guerrera.
—¿En serio crees que eres algo más que un arma? —se burló la sombra—. Todo lo que sabes hacer es luchar, actuar sin pensar. Nunca podrás ser verdaderamente libre.
**Aries** sintió una punzada de rabia, pero esta vez no dejó que la controlara. Sabía que su impaciencia y temperamento fuerte la habían metido en problemas antes, pero también sabía que su fuego interior era lo que la impulsaba a proteger a los demás.
—No soy solo una guerrera, soy más que eso —replicó—. Puedo luchar, pero también puedo aprender a controlar mi fuego. Ese es mi verdadero poder.
Con esa revelación, la sombra de **Aries** se disipó, dejándola en paz consigo misma.
Cada uno de los signos enfrentó su sombra, enfrentando los aspectos de sí mismos que más temían o rechazaban. **Virgo** luchó contra su necesidad de perfección y su miedo a cometer errores. **Libra** aceptó que no siempre podía complacer a todos y que su equilibrio dependía de su propia paz interior. **Sagitario** se reconcilió con su miedo a la monotonía y su necesidad de libertad, aceptando que las conexiones también podían ser una forma de aventura.
Cuando todos habían enfrentado y aceptado sus sombras, la oscuridad alrededor comenzó a disiparse, revelando un altar en el centro de la habitación. Encima del altar, el **Cetro del Destino** brillaba intensamente, como si hubiera estado esperando a que los signos completaran su prueba.
El silencio reinaba en el espacio, y una sensación de paz envolvía el ambiente. **Leona** dio un paso adelante, acercándose al cetro, pero antes de que pudiera tocarlo, la guardiana apareció de nuevo, su figura translúcida y resplandeciente.
—Han demostrado su valía —dijo la guardiana—. El poder del Cetro no solo proviene de la magia antigua, sino de la aceptación de quienes son en su totalidad. Al enfrentar sus sombras, han demostrado que están listos para manejar el poder que se les concede.