Zodiac Chronicles

Capitulo:34

Tras el juramento y la advertencia de Elena, los signos continuaron su viaje a través del bosque, con una sensación de inquietud que les pesaba en el corazón. Sabían que la prueba de lealtad estaba cerca, y aunque todos confiaban en sus propios votos, las palabras de Elena seguían resonando en sus mentes, como una sombra sutil que no podían disipar.

En su avance, el paisaje comenzó a cambiar. El bosque se volvió más denso, y las sombras parecían cobrar vida, proyectando formas inquietantes alrededor de ellos. De pronto, un aroma dulce y embriagador llenó el aire, y una niebla espesa comenzó a cubrir el suelo, dificultándoles ver el camino.

**Piscis** fue la primera en detenerse, sintiendo cómo la energía del lugar parecía envolver sus sentidos, como una canción que solo ella podía escuchar. —Este lugar… está lleno de ilusiones. Siento que quiere mostrarnos algo, algo que está escondido en nuestros corazones.

**Capricornio** frunció el ceño, su voz cautelosa. —Si es una ilusión, debemos avanzar con cuidado. Las sombras pueden aprovechar cualquier debilidad que mostremos aquí.

Pero antes de que pudieran decidir qué hacer, la niebla se volvió aún más densa y, como en un sueño, cada uno de ellos se vio transportado a un espacio personal, atrapado en visiones de su propio pasado y de sus mayores temores.

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**Leona** se encontró de pie en una vasta sala, rodeada de espejos que reflejaban versiones diferentes de sí misma. En cada reflejo, veía una expresión de duda, de inseguridad. En uno, era una joven sin poder, sin seguidores ni admiración; en otro, una reina despiadada que sacrificaba a sus amigos por su ambición.

—¿Es esto lo que deseas, Leona? —una voz resonó desde los espejos, burlona y fría—. ¿El poder a cualquier precio, incluso si eso significa traicionar a quienes amas?

Leona sintió el peso de la pregunta, una duda que siempre había intentado enterrar. Apretó los puños, mirando fijamente su propio reflejo, y respondió con firmeza. —No soy esclava de mi ambición. Mi poder no vale nada si no es compartido con aquellos que me rodean. No traicionaré a mis compañeros, ni a mí misma.

Los espejos comenzaron a romperse uno a uno, hasta que la visión se desvaneció.

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**Escorpio** se encontró en un oscuro laberinto de sombras. A su alrededor, los susurros de secretos que había guardado a lo largo de los años llenaban el aire, recordándole cada error y cada traición.

—¿De verdad crees que puedes cambiar? —una voz en las sombras lo desafió—. Eres un traidor por naturaleza, y lo serás de nuevo. No puedes confiar en ti mismo.

Escorpio cerró los ojos, dejando que las palabras lo atravesaran como espinas. Pero en su mente, surgió la imagen de **Leona**, de **Aries** y de todos sus compañeros. Ellos le habían dado su confianza, y él estaba decidido a no fallarles.

—No soy el mismo de antes. Y esta vez, elijo la lealtad, elijo a mis compañeros —susurró con convicción.

Las sombras se disiparon, y Escorpio sintió que había ganado una pequeña pero importante batalla.

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**Géminis** estaba rodeado de risas y ecos de sí mismo, cada uno de ellos una versión diferente de su personalidad: el bromista, el pensador, el traidor, el amigo. Cada versión lo miraba con desafío, como si esperaran a que tomara una decisión.

—¿Eres siquiera real? —le preguntó una de sus versiones—. Cambias de forma y de rostro tan fácilmente que ni siquiera sabes quién eres.

Géminis sonrió, un destello de confianza en sus ojos. —Soy todas esas cosas y más. Pero en este momento, soy un guardián. Soy el que está aquí para proteger a mis amigos. Mi lealtad es lo que soy.

Con esas palabras, las versiones desaparecieron, dejándolo en paz.

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**Acuario** se encontró en un paisaje desolado, como un desierto cubierto por cielos oscuros. Una figura que representaba sus dudas y sus miedos se le acercó, hablando con una voz gélida.

—Tu naturaleza te llevará a cuestionar siempre, a no confiar plenamente. ¿Cómo puedes ser un guardián si ni siquiera puedes confiar en los demás?

Acuario miró la figura, sus ojos llenos de determinación. —Es verdad, cuestiono y analizo. Pero he aprendido a confiar en quienes me rodean. Este grupo es mi elección, y no me apartaré de ellos.

La figura se disolvió, y el paisaje comenzó a cambiar.

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Cada uno de los signos enfrentó sus propias pruebas en aquel lugar de ilusiones, cada uno reafirmando su compromiso y superando las dudas y temores que acechaban en su interior. Y, poco a poco, la niebla comenzó a disiparse, devolviéndolos al claro del bosque, donde sus compañeros les esperaban.

**Leona** fue la primera en hablar, sus ojos brillando con una mezcla de alivio y determinación. —Este lugar intentó quebrarnos, intentó recordarnos nuestras dudas y nuestros miedos. Pero todos hemos vuelto. Hemos superado otra prueba.

**Escorpio** asintió, mirando a sus compañeros con un respeto renovado. —No importa cuántas sombras intenten apartarnos del camino, seguimos adelante. Este juramento que compartimos es más fuerte que cualquier ilusión.

**Géminis** sonrió, con un toque de picardía. —Bueno, después de enfrentarme a mí mismo, creo que estoy listo para cualquier cosa.

**Capricornio** se acercó a ellos, su voz grave y seria. —Este lugar nos ha recordado quiénes somos realmente. No somos perfectos, pero tampoco estamos solos.

La experiencia los había dejado exhaustos, pero también más fuertes. Sabían que el verdadero desafío estaba más cerca que nunca, y que la misión los llevaría a enfrentarse a enemigos cada vez más poderosos y tentaciones más intensas.

Esa noche, al retomar su camino, el grupo avanzó con una determinación renovada. No sabían lo que les esperaba más adelante, pero sí sabían que cada paso los acercaba al momento decisivo, al enfrentamiento final en el que demostrarían que el poder de las **Doce Llamas** no solo residía en el cetro, sino en el vínculo inquebrantable que habían forjado entre ellos.




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