Zodiac Chronicles

Capítulo 35: La Llama de la Esperanza

Después de sobrevivir a las ilusiones y sombras que casi lograron quebrarlos, los signos continuaron su marcha con un propósito renovado. Ahora, no solo llevaban el peso de sus juramentos, sino también la certeza de que habían enfrentado sus propios temores y dudas. Aunque el camino ante ellos era incierto, cada uno sabía que no estaba solo.

Mientras avanzaban, el bosque comenzó a abrirse, revelando un valle desolado y envuelto en una niebla densa y fría. La atmósfera opresiva se sentía cargada de una energía diferente, oscura y latente. Era como si la misma tierra a sus pies estuviera llena de resentimiento y dolor acumulado, un lugar donde todo vestigio de esperanza parecía haberse desvanecido.

**Piscis** detuvo su paso, sus ojos brillando con una mezcla de tristeza y compasión. —Este lugar… siente tanto dolor. Es como si miles de almas se hubieran perdido aquí.

**Tauro** frunció el ceño, tocando el suelo con sus manos para sentir mejor la energía. —Es como si algo aquí estuviera bloqueando la luz. Algo que alimenta el sufrimiento y la oscuridad.

De repente, un susurro se alzó desde la niebla, y una figura oscura comenzó a materializarse. Era una mujer, alta y etérea, con cabellos negros que caían como un velo de sombras. Sus ojos eran pozos profundos de desesperanza, y su rostro reflejaba una belleza pálida y melancólica.

—Soy **Mora**, la Dama de los Ecos Perdidos —dijo con una voz susurrante, que parecía provenir de cada rincón del valle—. He estado aquí desde el comienzo, recogiendo los fragmentos de quienes han caído en este lugar.

**Leona** dio un paso adelante, su mirada decidida. —¿Qué quieres de nosotros?

La Dama de los Ecos los observó, y una ligera sonrisa triste apareció en sus labios. —Quiero advertirles. Este valle es donde las esperanzas mueren, donde los juramentos se desvanecen y donde las promesas pierden su significado. Aquí, muchos han sido consumidos por sus propios miedos y han perdido la voluntad de seguir adelante.

**Aries** cruzó los brazos, con un aire desafiante. —Nosotros no somos como los demás. Nuestro juramento es fuerte. No sucumbiremos a la oscuridad.

**Mora** inclinó ligeramente la cabeza, como si evaluara la determinación de Aries. —La oscuridad no siempre se presenta en forma de odio o traición. A veces, la duda y la desesperanza son más poderosas que cualquier amenaza. ¿Podrán sus corazones resistir la pérdida de esperanza?

**Libra**, siempre buscando el equilibrio, dio un paso adelante. —No tememos a la oscuridad. Pero si has estado aquí desde el comienzo, ¿por qué permaneces en este lugar? ¿Qué te ata al valle de las almas perdidas?

Los ojos de **Mora** destellaron por un momento, revelando un atisbo de emoción que rápidamente se desvaneció. —Hubo un tiempo en el que yo también creía en la luz, en el amor, en la esperanza. Pero las sombras me consumieron, y mi fe fue destrozada. Ahora, soy una guardiana de esta penumbra, atrapada entre el mundo de los vivos y el de los olvidados.

**Sagitario** dio un paso al frente, una chispa de empatía en su mirada. —Nadie merece estar atrapado así, sin esperanza. Si aún puedes sentir compasión, si puedes advertirnos… entonces no estás completamente perdida.

Un destello de duda cruzó por los ojos de Mora, y su mirada se suavizó por un instante. —Quizás… quizás no esté completamente perdida. Pero aquí, la oscuridad es como una niebla que se filtra en cada rincón del alma. Si deciden seguir, la niebla intentará alimentarse de sus miedos y sus dudas. Les mostrará visiones de aquello que temen perder.

**Escorpio** se adelantó, su tono calmado pero decidido. —Sabemos lo que tememos. Sabemos lo que está en juego. Pero nada nos hará retroceder.

La Dama de los Ecos observó a cada uno de los signos, como si buscara algún atisbo de debilidad. Finalmente, asintió lentamente.

—Si han decidido continuar, entonces habrá una última prueba para ustedes. En el centro de este valle encontrarán el **Obelisco de las Almas Perdidas**. Cada uno de ustedes deberá enfrentarse a una visión de lo que más teme perder. Solo al superar esa visión podrán desbloquear el camino que les permitirá salir de este lugar.

Los signos se miraron entre sí, cada uno con una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabían que esta sería una prueba individual, y que, aunque estaban juntos, tendrían que enfrentarse a sus propios miedos a solas.

**Leona** tomó el cetro con firmeza, mirando a sus compañeros. —Lo haremos. No estamos solos, aunque cada uno de nosotros deba enfrentarse a sus propias sombras. Nos reencontraremos en el centro del valle.

Con esas palabras, cada uno comenzó a caminar hacia el obelisco, que se alzaba oscuro y desafiante en medio de la niebla. Al acercarse, el aire se volvió más pesado, y una sensación de inquietud comenzó a crecer en sus corazones. Sabían que estaban a punto de enfrentar la prueba definitiva de su lealtad y valor.

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**Leona** fue la primera en llegar al obelisco, y al posar sus manos sobre él, una visión comenzó a tomar forma. Se vio a sí misma, sola, rodeada de sombras, con todos sus compañeros habiéndola abandonado, dejando atrás su liderazgo y su compañía. Sintió un dolor profundo, un vacío que la hizo tambalearse. Sin embargo, recordó las palabras de Escorpio, las miradas de Aries, Libra y el resto de sus amigos. Ese recuerdo la fortaleció, y la visión se desvaneció.

**Tauro**, al tocar el obelisco, fue confrontado con su mayor miedo: perder la estabilidad que siempre había buscado, ver a sus compañeros dispersos y sin un rumbo claro. Sin embargo, al recordar su promesa y el compromiso de cada uno de los signos, sintió que la tierra bajo sus pies volvía a ser sólida, y la visión desapareció.

**Géminis** enfrentó una visión de traición, de ver a todos sus compañeros desconfiando de él, acusándolo de traidor. Aunque le dolía profundamente, sabía que sus amigos lo conocían verdaderamente, y esa confianza compartida lo sostuvo hasta que la visión se desmoronó.




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