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Normal, es lo que decimos cuando queremos referirnos a algo básico en nuestra vida cotidiana. Una simple palabra hace que las actitudes de una persona cambien de un segundo a otro.
-¡Florence! ¡No te atrevas a saltar de ahí!- grito mi madre mientras yo estaba de cuclillas en la ventana lista para saltar más de dos metros y emprender mi huida- si lo haces ni se te ocurra volver a pisar esta casa- levante las cejas volviendo a entrar, algo que no se esperaba, pero no lo hacía porque me lo dijera.
Me acerque a mi cama tomando algunos cables que había olvidado al igual que un poco de dinero escondido. Una vez termine tome mi chaqueta y celular regresando a la ventana, gire antes de saltar- no te preocupes por el resto vengo más tarde por ellas- dije con una sonrisa socarrona- o algún otro día- guiñe un ojo y una vez dicho eso, salte.
-¡Florence!- fue lo último que escuche de mi madre. Llevo ya 7 meses fuera de casa y lejos de ese pequeño pueblillo llamado “Whitewood” referencia al enorme bosque que lo rodeaba con sus enormes troncos de color blanco.
Así que normal no es como me llamarían los demás, no es algo cotidiano en mi vida que me escape, soy impredecible según internet, algo que sin duda no le pongo peros. Creo que en algún momento nos queremos revelar, de alguna y otra manera.
-¿Florence Webb?- llamo uno de los oficiales, di un brinco de mi asiento y me prepare mientras abrían las rejas. Ignore al resto de mujeres que se encontraban en la misma celda que yo con sus vestidos ajustados y muy probablemente borrachas- avance- dijo el oficial mientras me daba un pequeño empujón. Seguí al oficial, entramos a una oficina y tome asiento frente a su viejo escritorio desgastado de las esquinas.
-Veamos que hicist…- no termino la frase cuando abrió el folder amarillo y leyó lo que había hecho los últimos días- arrestada por intento de invasión a la privacidad, golpear a un cantinero, robar una motocicleta y ahora… pinchar, rayar y encenderle fuego a un auto- suspiro con las cejas levantadas.
-eso ultimo- sonreí descaradamente- se lo merecía el bastardo- moví mis manos incomoda por las esposas- por cierto podría aflojar esto, me está cortando la circulación- agite las muñecas.
-esperas que te demos trato especial… ¿después de lo que hiciste?- hundí mis hombros con cara de inocencia- además se te acusa de ser cómplice de Steve Robinson- tiro el folder a un lado- quien diría que una adolescente e 17 años puede hacer todo esto en menos de un mes- sí, bien… llevaba fuera 7 meses de casa pero en esos primeros meses viaje y visite pueblos, pero desde que conocí, al ya mencionado, Steve Robinson las cosas tomaron otro rumbo.
-mire lo que no entiendo es cómo a mi si me arrestan y ¿a ese imbécil no?- pregunte ofendida- el tiene más cargos que yo y de hecho se supone que la policía lo busca ¿no es así?- dicho esto cambio su expresión a una más seria y fría.
-¿Qué insinúa jovencita?- arrugo su frente tal cual viejo amargado.
-solo digo que… tengo mucho que decir sobre su estilo de justicia- pase una mano por mi pelo fingiendo peinarlo mientras buscaba el pequeño gancho que usaría para quitarme estas ridículas esposas- podemos llegar a un trato- sonreí cuando encontré el gancho.
-¿Qué trato?- JA ¡cayo! Me incline un poco hacia el escritorio bajando mismanos junto con el gancho.
-usted me libera, elimina todos esos delitos y yo no digo nada de los negocio que tiene con Steve, ¡Es más! Les entrego las pruebas que tengo- eso pareció convencerlo porque asintió y comenzó hacer no se que con los papeles, llamo a otro oficial que dudoso hizo lo que pidió. Y en media hora tenía mis papeles limpios.
-listo, y para que veas no saque copia de nada todo está limpio- sonrió de ultimo mostrando unos hoyuelos, ¡caray! Un señor coqueto. Asentí- ahora dame eso que tienes- dijo y su expresión volvió a ser seria.
-pff- bufe- primero podría traerme agua estoy aquí desde ayer y no he comido ni bebido nada- apretó los labios levantándose con enojo.
-Ya vuelo- pero antes de que saliera pregunte…
-¿Cómo se llama su hijo?- señale la fotografía donde estaba el junto con un niño de unos tres años al menos. Gire sobre la silla esperando una respuesta.
Dudo pero aun así respondió- Maxin- sonreí satisfecha.
-bonito nombre- una vez cerró la puerta me levante y con un movimiento quite las esposas.- idiotas- me acerque a las ventanas cerrando las persianas, no espere más y me dirigí a la computadora de su escritorio tecleando el nombre de su hijo como contraseña- típico- rodé los ojos.
No tenía mucho tiempo, busque mis expedientes. Jamás había sentido mejor sensación que ver algo como mis expedientes, revise y efectivamente estaban limpios pero por si acaso revise más. Segundos fueron los que tarde en ver todo, antes de terminar mande una orden al oficial que tenía mis cosas personales para salir.
Cerré todo apagando la computadora y antes de alejarme tome un post- it dando mis agradecimientos.
Salí de la oficina fingiendo que nada ah pasado siendo alguien inocente, llegue con el oficial cara larga al que le envié la orden para darme mis cosas.-Veo que la loca se salvo- sonreí.
-tomare eso como “animo mujer”- dije mostrando mis dientes, hizo una mueca entregándome las cosas. Y cuando por fin abrieron esa puerta lista para mi salida…
-¡Oye! ¡No la dejen salir!- ya decía que no podía ser peor, mis piernas se movieron automáticamente esquivando a los policías que se atravesaban en mi camino-¡Perra!- sonreí sacando el dedo corazón. Corrí hasta llegar al estacionamiento, fui directamente al área de motocicletas y sin importarme que fuera de esos policías corruptos, encendí una encontrando la salida bloqueada.
-por favor baje! ¡Entréguese y evitemos problemas!- bufé.
-¡VAYANSE AL CARAJO!- grite, acelere valiéndome tres quintales de mierda si alguien salía lastimado y logre hacer mi maravillosa salida. No podían usar nada en mi contra cuando vi mis expedientes limpios los bloquee, elimine las grabaciones de cámara y descargue un poco de información enviada a mi celular.