Zombie Love Never Dies.

Missing you, part II. 15

Aren.

Pasaron casi 3 meses, meses de cambio y nuevas oportunidades… humanos, calaveras y zombies trabajaban en equipo para poder aprender sobre cómo defenderse y atacar, faltaban unos 2 días para que atacáramos la fortaleza de Karsten, y no podía estar más emocionado al respecto.

En este tiempo también me dedique a fortalecerme aún más, gane musculo y me corte el cabello, en símbolo de mi perdida por Atenea.

No había día en que no pensara en ella, no había día en que me arrepienta por no haberla protegido como es debido, de haberla abandonado, de no haber estado para ella… Veo sus ojos en todas partes, veo su risa en cada caricia del viento, la siento cerca cada vez que cierro los ojos, y me torturo todos los días por eso. Pensé que también en unos días me casare con Audrey me lastima a cada segundo, me imagino a Atenea con su vestido de novia, de un color igual a sus ojos… de como serian nuestros bebés, de cómo se vería caminando al altar, en cómo se vería compartiendo su vida conmigo en la eternidad. En cambio, pasare cada segundo de mi existencia en compañía de alguien a quien no amo, a quien no deseo y siento que es un castigo justo. Audrey no era mala,  no era lo que queríamos, pero era lo que teníamos que hacer.

Hoy era un día como los otros, sin sentido y gris, era invierno, y en estos tiempos el frío era de muertes, pero me gustaban los días así, acompañaba mi estado de ánimo, recuerdo a Atenea, esta es su estación de año favorita, recuerdo cuando dijo que su sueño era poder bailar bajo la lluvia junto a la persona que amaba. Yo quería cumplir todos sus deseos, caprichos, sus sueños, anhelos, y ahora… solo estaban en mi recuerdo.

La mañana transcurre de lo más ajetreada, como nunca, habíamos reforzado la seguridad en el palacio, porque también no habíamos visto o siquiera escuchado de Karsten y deducimos que algo deben estar tramando. Humanos, calaveras y Zombies venían todos los días y se preparaban para la guerra, Adonis se encargaba de todo esto, el, mi gran amigo, no había ningún detalle que se le escapara de las prácticas y tácticas que habíamos diseñado para el ataque, él también tenía muchos deseos de que hubiese venganza.

Después de haber entrenado y acompañado a Adonis en la práctica, nuevamente me dirijo a ,mi habitación… me di una ducha y pasaba mi tarde mirando el ventanal, lloraba de vez en cuando, Atenea era todo para mí, y me preguntaba qué pasaría después de la última batalla, que sería de todos…. Imagino como hubiese sido mi vida junto a Atenea, en las discusiones que hubiésemos tenido, en nuestras reconciliaciones, recuerdo en ese momento su beso… un beso que dejo marca en todo mi ser, en como tímidamente comenzó y cómo después fue tan apasionado, en como Atenea era tan entregada y libre a mi lado, me gustaba verla cómoda, me gustaba cuando nuestros corazones estaban en sintonía… pero desde que ella no está no he vuelto a sentir nada, nada que no fuese pena, tristeza y desolación.

Un guardia irrumpe mi tormento y me señala que Audrey está al teléfono, que necesita hablar urgentemente conmigo. Sin más, me levanto y salimos juntos hacia la oficina. Mientras caminábamos siento un dolor en el pecho tan doloroso y profundo… me dolía el corazón tan mal que tuve que parar, pero el dolor se intensificó aún más y caí al suelo.

 

-       ¿Su alteza, se encuentra bien?

-       Llama a Adonis, inmediatamente….

 

Le decía entre jadeos, pero alcanzo a decirle para que luego él desaparezca de mi vista, me concentro en el dolor, en mi pecho y con mi mano presiono, en un vago intento de que esto alivie de alguna manera el dolor, pero me doy cuenta después de eso, mi corazón, como antes, latía desenfrenadamente, sentía que se saldría, latía y latía… y en esa agonía pensé… Atenea.

Como pude, me levanté y salí… tenía un presentimiento, no podía creerlo, pensaba y pensaba y apresuraba aún más el paso, para confirmar si lo que decía era cierto… literalmente mi corazón me guió a la salida, y cada vez que me acercaba no dolía tanto, cada vez menos, hasta que se abren las puertas y en el ambiente había un silencio sepulcral… ahí estaba….

Nuestros ojos conectaron….

El dolor desapareció….

¿Era un engaño?

¿Una alucinación?

¿Había enloquecido al fin?

¿Atenea estaba aquí?

Corro a su encuentro, mi mente no procesaba nada de la información que tenía en mis ojos, no podía creer que fuese real, y cuando al fin la tengo frente a mí, nos abrazamos…la vuelvo a sentir, la vuelvo a tener en mis brazos y aun no puedo creer que est0o sea real, ella estaba viva… estaba conmigo, estábamos juntos. Lagrimas salían de mi rostro, y en sus brazos volví a nacer, volví a vivir…

Atenea estaba ahí… nos separamos un momento y ella toma mi rostro y así puedo analizarla mejor… Atenea… mi Atenea estaba ahí, frente a mis ojos, igual de bella, igual de ángel, igual de pulcra, igual de hermosa, esos ojos rosados, esos ojos que en ningún momento abandonaron mi mente, estaban ahí, llenos de felicidad, de lágrimas por lo demás… pero nadie me había parecido tan perfecto en toda mi existencia, eso era Atenea, una zombie perfecta que vino solo a darle sentido a todo este suplicio eterno, a darle calidez a mi vida. La amaba, sí que la amaba y ella… ganándome, se adelanta y nos fundimos en ese beso… ese beso tan anhelado por ambos, en donde nos mostramos toda la necesidad y falta que teníamos sin el otro… la tomó posesivamente, pasional, la necesitaba, necesitaba tenerla solo para mí, tanto tiempo de haberla creído muerta, estaba aquí, dándome el beso que tanto espere, y que pensé que nunca llegaría. No sé cuánto tiempo paso, pero necesitaba absorber más de su rostro, verla, ver que era ella, y ahora soy yo quien la toma del rostro y la miró intensamente, no podía creerlo…

 

-         Por favor dime que no es mentira y que no estoy alucinando y realmente estas en mis brazos al fin… por favor dime que estás aquí…




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