A principios del siglo XXII, apareció un virus muy contagioso en la Tierra, costo más de un año para que se logrará encontrar una vacuna efectiva, por suerte para la humanidad, ya que del total de la población mundial, murieron dos quintos de los humanos, pero luego de 10 años de estos acontecimientos empezó lo realmente terrible, comenzó con una persona que se enfermó gravemente, tuvo un acceso de fiebre, en dos días murió, pero aquí ocurrió lo incomprensible, aunque los instrumentos indicaban que no tenía respiración, pulso, o latidos, la mujer abrió los ojos, aseguró que estaba bien, que se sentía perfecta, todos los médicos pensaban estar en una pesadilla ¿Cómo era posible que algo así pasará? Luego de unos días, el olor a putrefacción era el que correspondía a un cadáver, el proceso de descomposición se produjo, pero ella decía sentirse como si estuviera "viva", hablaba, aunque solo dormía un par de horas al día, el proceso de putrefacción no se detuvo, luego de un mes, apareció el segundo caso, y así, muy lentamente empezaron a aparecer en todo el mundo los zombies.
No atacaban a los humanos, al menos no al principio, no necesitaban comer, tomar agua, ni respirar, pero por tener su cerebro activo, sentían el dolor de ir perdiendo partes de su cuerpo, que se caían por el proceso cadavérico.
Al comienzo los gobiernos trataron de ocultar la aparición de estos seres, cuando no se pudo mantener en secreto, las autoridades decidieron "resguardarlos" para tratar de ayudarlos, al principio eran llevaban a los hospitales, pero luego fueron encerrados en las cárceles para alejarlos de los que no estaban en ese estado, pero ni eso detuvo la aparición de nuevos casos. Con los meses muchos de estos seres fueron escondidos, mantenidos en sus casas, sus familiares tenían miedo que hicieran experimentos con ellos, para tratar de detener o revertir el proceso que sufrían.
Por el dolor constante que tenían y el horror de ver en que se convertían, muchos rogaban, o mejor dicho pedían a gritos que los matarán, lo que se conseguía solo destrozando el cerebro, después de unos meses de estar en ese estado, la gran mayoría se volvieron contra los humanos normales destrozando a los podían con sus dientes y manos, no por hambre, solo por despecho de que ellos estaban muriendo de esa manera tan horrenda, y los otros no.
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Set, era un joven de 15 años, moreno, que todavía no presentaba la fiebre que antecedía al estado de zombie, estaba en la casa de sus tíos, donde había ido por una temporada de visita, luego aparecieron los muertos vivientes y ya no pudo volver a su hogar, ahora que sus tíos estaban muertos y enterrados, iba en camino a su ciudad.
— Ya no sé si es lo mejor seguir con vida, solo para terminar loco por todo esto — se había acostumbrado a hablar consigo mismo para evitar perder la razón, al no escuchar a otra persona en tanto tiempo.
Además de los zombies, debió escapar de las personas que disparaban contra cualquiera que no fuera de su grupo, sin comprobar si era un muerto viviente o no. Por suerte ya faltaba poco para su destino, esa noche recordó su vida antes de la llegada del virus y los muertos vivientes.
Su vida fue muy feliz, vivía con su madre y su hermano mayor, su padre murió cuando él era solo un bebé, cuando Set tenía 5 años cayó enfermo del extraño virus, por suerte se restableció, pero tuvo que mantenerse aislado de sus familiares, porque aunque estaba normal, seguía contaminando, cuando por fin se encontró una vacuna, su madre y su hermano mayor se inocularon, y volvieron a ser los tres mosqueteros como les decía la mujer. Toda su rutina era la misma, hasta que ese verano, que se cumplían 10 años desde la gran pandemia, la madre por fin aceptó dejar ir al menor de sus hijos solo, con sus tíos maternos.
— ¿Por qué no puedo ir con Set? — preguntó el mayor a su mamá.
— Ángel, Set hace mucho que me pide ir allá, solo, y ya no sé cómo seguir postergándolo, solo serán unas semanas, luego ya nunca más nos separaremos, lo prometo.
— Está bien — el joven se fue triste, le gustaba que su hermanito y su mamá estuvieran junto a él, siempre.
El jovencito estaba feliz de poder viajar sin ningún familiar, siempre iba con su madre o su hermano mayor a cualquier lugar, tanto que muchos de sus amigos bromeaban diciendo que Ángel más parecía un guardaespaldas. A pesar que era 10 años mayor, siempre estaba con Set y sus amigos.
Su tía María y el tío Joaquín lo acogieron con mucho cariño, no tenían hijos y el tener al muchacho los ánimo mucho, pero a las dos semanas se generalizó la pandemia de muertos vivientes, por eso cerraron las ciudades, se prohibió el traslado de un lugar a otro para impedir que los zombies no siguieran expandiéndose. Las líneas telefónicas en ese pueblito fueron cortadas, y Set no pudo saber cómo estaban su hermano y su madre. Tres días luego de quedar aislados, sus tíos tuvieron mucha fiebre, y se convirtieron en muertos vivientes, ambos sufrieron mucho con el dolor de perder las partes del cuerpo, hasta que le pidieron al joven que les disparará.
— Tía María, no puedo, los quiero mucho, no podría hacerlo — Set usaba una mascarilla que al principio cambiaba cada día, cuando todo se descontroló, las pocas que le quedaban las lavaba por las noches.
— Con tu tío queremos morir, pero ya no tenemos dedos, todos se cayeron, no deseamos seguir "viviendo" así, si es que a esto se le puede llamar vida, es un dolor constante, despierto o dormido, es difícil no perder la razón con el tiempo. Además pueden descubrirnos los cazadores, y te matarán por tenernos ocultos, o los zombies pueden entrar, y no podremos salvarte. Luego huye con mi hermana, debe estar desesperada al no sabe nada de ti.
— No quiero matarlos.
— Solo adelantarás nuestra muerte, ya estamos condenados, y no queremos volvernos como los otros, no deseamos ser nosotros quienes despedace a alguien, sobre todo a ti, cariño.
Editado: 28.10.2020