Hoy es el gran día. El plan es simple aprovecharemos que hay pocos leprosos alrededor para ir un poco más lejos y probar suerte.
Me hablo de su casa perfecta, dijo que era una casa en venta por lo que debería estar vacía, tiene muros altos y sólo debíamos llegar hasta ahí pero hay un problema; estamos a 50 kilómetros de ella.
No sé si valga la pena intentar tomando en cuenta que nuestro inventario es una pistola con 4 balas, un hacha, dos botellas de agua, una manta mugrosa y dos chicles.
-¿Qué tanto escribes?- interrumpe
-Es un diario.
-¿Para qué?
-Me mantiene ocupado.
-Deja eso y prepara las cosas para salir de aquí.
-Uff no lo sé Lucas.
-No me vengas con joterias ahora- se puso serio.
-¿Enserio crees que lo logremos?
-Claro- dijo sonriente- vamos ¿Quién cuida tu torpe trasero?
- No empieces- suplique.
-¿Quién lo cuida? ¿Eh?
-Uff enserio te odio.
-Pero me necesitas.
-Oh esta bien- dije resignado - ya vámonos.
Él parecía ansioso por el viaje hacia la muerte, una parte de mí decía "confía en ese idiota, todo saldrá bien" e inconscientemente le seguía el paso.
Lo único extraño es que no había tantos leprosos por las calles, aunque era bueno para nosotros no dejaba de ser raro.
-Creo que alguien debe estar limpiando la ciudad, aquí no hay nada.
-Sólo agradece que no nos compliquen el camino.
-Uff estoy aburrido.
Mis piernas comenzaban a doler y sólo pensaba en llegar para tirarme a descansar.
No hemos caminado tanto ya que aún alcanzó a ver la casa del árbol.
No puedo quejarme; el clima estará a nuestro favor hasta el medio día, durante la tarde podremos descansar si todo sigue tranquilo.
Caminábamos por la acera mirando a todos lados, muchas cosas habían cambiado; el lugar estaba vacío, los autos estaban abandonados y en pésimas condiciones, había algunos cuerpos en descomposición, rastros de sangre y balas por doquier. No pude evitar sentirme como un extraño a cada paso, era un desastre sin fin, no habría forma de reconstruir esto, me preguntó si todo el mundo es así ahora o inclusive podría estar peor.
Debieron pasar demasiadas horas antes de que el camino se volviera tedioso y nuestros pies dolieran lo suficiente para tomar un descanso, llegamos a una pequeña tienda para abastecer nuestras mochilas. No había mucho que tomar la mayoría de las cosas estaban al borde de su caducidad, puedo estar muy hambriento pero no soy estúpido como para morir envenenado.
Él dijo que era suficiente por hoy, la casa no iría a ninguna parte entonces podríamos seguir mañana así que subimos al techo y nos asignamos los turnos de vigilancia.
La noche cayó pero como siempre era difícil dormir ya que un techo frío nunca será agradable.
-Hey- susurro.
-Estoy despierto ¿Qué sucede?
-Ya sé donde está el resto de los leprosos, baja la voz y no te muevas- señalo a la derecha- ¿lo ves?
Habia unos tipos atrayendo leprosos con pedazos de carne hasta un camión totalmente blanco al igual que sus trajes.
-Abajo- tiro de mí - viene otro camión.
Dejamos pasar varios minutos, cualquiera que fuese su intención no podíamos confiar en ellos.
Lucas se levanto y sonrió, se habían ido pero ¿Para qué estaban atrapando leprosos?
-Ahora podemos dormir.
Fue lo último que dijo antes de quedarse dormido.
Mi reloj marcaba la 1 a.m. no podía dejar de preguntarme -¿Por qué recogían leprosos? ¿No era suficiente con haber infectado a todos? ¿Los curarían o los utilizarían para más experimentos raros?
-Mierda necesito dormir ya- me dije a mi mismo.
No tengo la menor idea de cuanto pude dormir, me siento cansado y fastidiado. Comenzamos a caminar, las mochilas pesaban un poco más lo que hacían más pesado cada paso. Este es el momento en que odias la comida, bien sólo cargar con ella.
Cuadra tras cuadra me lamentaba aún más incluso Lucas lucía cansado.
-¿Te quedaste con el agua?- preguntó.
-Claro.
-Sólo piensa en esa maldita casa- de cualquier forma sólo lo hacíamos por eso.
Hicimos una parada para almorzar, fue un verdadero alivio aligerar la carga.
Me quede observando a Lucas, caminaba con el hacha sobre los hombros, después la cambiaba a su costado y luego de darse cuenta comenzó a molestarme con ella.
Es mayor por dos años pero eso no vale cuando esta aburrido porque literalmente se comporta como un niño inquieto.
-¿Puedes bajar el hacha?- comenzó a arrastrarla -No hagas eso - volvió a molestarme.
-Estoy aburrido, vamos a llamar leprosos- levantó la pistola y disparó al cielo.
-¿Qué te sucede?- le arrebate el arma -no estamos en condiciones de enfrentar leprosos.
-Dudo que vengan, lo viste ayer vaciaron la ciudad, además no hemos encontrado tantos en el camino.
-No importa debemos tener cuidado.
-Me aburres- continuó caminando con el hacha sobre un hombro, estaba molesto pero no le daría el gusto de desperdiciar las pocas municiones que quedaban.
Dos horas después se quedo quieto en silencio, eso si era verdaderamente raro.
-¿Qué sucede?
-Los encontré- señaló un pequeño grupo de leprosos.
Pensé en lo terrible que era la idea y los posibles resultados:
1. Nos matarían.
2. Se agotarían las balas y nos quedaríamos rodeados entre leprosos.
3.¡Espera Lucas no vayas antes de que termine mi tercer argumento!
No importa, todo conduce a una muerte segura. Será mejor ir por él.
-¿Eres idiota?- como si no supiera la respuesta- no podemos arriesgarnos así.
-Vamos Andrew sólo son tres podría acabar con ellos en un minuto.
-Deja eso- rogué.
Él jamás escucharía una de mis órdenes y así continuó corriendo hacia ellos, partió el cráneo de uno de ellos con el hacha y siguió con el resto, la sangre lo cubrió por completo. Era repugnante.
-¡Lo ves!- grito sonriente.
Quiero memorizar esa última sonrisa, quizá la más grande de su vida.
Ninguno de los dos noto un cuarto leproso acercándose a su brazo izquierdo y un par más detrás de él.
No pude hacer nada, estaba totalmente paralizado ante la terrible escena. Él intentó defenderse mato al primero con el hacha pero al rebuscar entre sus jeans no estaba la pistola.
Si, yo la tenía y lo olvidé en ese instante que me necesitaba.
Lo vi rendirse y a pesar de todo pudo gritarme -¡Corre imbécil!- así como el primer día en que nos conocimos.
Salí corriendo como el cobarde que siempre seré, mi único amigo estaba muerto y yo no pude siquiera intentar ayudarlo. Vaya día de mierda.