Zombies. Mea Culpa

Parte 5

La muchacha tiró la cuerda y antes de que el científico diera un pasó la cabeza de su hija quedó en el suelo mirándolo con amor hasta que sus ojos se apagaron.

Por mucho tiempo Molder estuvo comiendo lo justo para no morir de hambre, hasta que comenzó a sufrir de fiebre, no tenía miedo de convertirse en eso, lo que lo atormentaba era haber producido la muerte de millones de esa manera tan horrible, hasta que por fin murió y revivió. Entonces miraba el traje, pensó en destruirlo y dejar que las cosas siguieran su curso, en ese momento, a lo lejos, escuchó una pequeña batalla, salió a ver qué pasaba, allí vio a un matrimonio que los zombies habían matado a dentelladas, ya que en el grupo apenas tenían dedos, ahora se estaban volviendo contra un par de niños, una de 11 y uno de 2 años.

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— No fuiste el culpable, solo seguiste órdenes.

— En el fondo yo también quería ser un dios, que todos me conocieran por los siglos de los siglos... al final terminé matando a mi hija... a todo el mundo.

— Has sufrido mucho — Rosita miró el traje destruido — solo espero que no te vuelvas loco como los otros.

— No lo haré, se lo juré a mi hija... es difícil, pero lucharé contra esos instintos... además se parecen tanto a mi niña, jamás les haría daño.

Limpiaron el lugar, dieron sepultura a sus amigos, y siguieron viviendo allí, mientras Pakuq, que prefería que le dijeran así, se fue a vivir en la parte más alejada del lugar, Rosita era la encargada de conseguir suministros, pasado el tiempo el muerto viviente empezó a perder partes, hasta que solo le quedaba un poco de torso, y la cabeza.

Uno de esos días la morena al salir a revisar el perímetro, encontró los cuerpos de dos personas, eran Juan y su novia, no habían durado mucho lejos de su grupo protector, tapó los cuerpos con piedras, decidió mantener el descubrimiento en secreto.

"Como van las cosas, seguramente Benjamín y Ana serán los últimos humanos del planeta — dijo una oración para los muertos, luego miró al refugio —  no dejaré que nadie le haga daño a ninguno de ellos".

Cuando la muchacha ya tenía dieciséis años estaba sola en un supermercado, entonces vio un par de seres a lo lejos, tomó unos suministros, subió a su motocicleta y se fue lo más rápido que pudo.

"Humanos o zombies, da lo mismo, no quiero saber nada de nadie".

Al otro día unos hombres bien vestidos aparecieron cerca del refugio, los mismos que vio la morena el día anterior, Pakuq se dio cuenta que ellos no eran como los anteriores que quería destruir o apoderase de las cosas, parecían exploradores.

— No hay nadie, Set... pero estoy seguro que los rastros llegan hasta aquí, pero no veo nada.

— Que extraño Paco, parecía prometedor para que pudiéramos encontrar más ayudantes para E.T. — dijo el muchacho de unos 17 años.

— Gracias por llevarme con él, fue una gran suerte para mí.

— Al contrario, necesitamos ayudantes, así yo no hago tanto trabajo, pero como están las personas ahora, con suerte no comen carne cruda.

— Es que todo lo que han vivido es horrible. Yo tuve suerte de no volverme como los demás.

No vieron el escondite de la muchacha y los demás, los recién llegados recorrieron todo sin encontrar las habitaciones ocultas.

Rosita y los demás vigilaron a los jóvenes esperando que se fueran pronto.

— E.T. necesita más personas para ayudarnos, si hubiera quedado alguien con vida creo que hubieran servido... no es por nada Set, pero ver tu cara todos los días y la de tu hermano, no es lo que uno quiere en la mañana.

— Lo sé — sonrió por la broma — quedan tan pocos humanos, por suerte ya casi quedan zombies solo en los lugares más fríos.

El muerto viviente entendió que ellos no le harían nada malo a sus protegidos, al contrario, así que decidió jugársela, impulso su cuerpo para que se deslizará por un orificio en el piso, cayendo a los pies de Set y Paco.

— Pakuq, Pakuq ¿Estas bien? — Rosita corrió y los apuntó con una lanza — no le hagan nada malo.

— No pensábamos hacerle nada, soy Set y el Paco.

— Yo soy Rosita — al ver como se comportaban se relajó un poco.

Los hermanos venían con piedras y palos para defender a sus amigos.

— Tranquila, detén a tus hermanitos, no queremos luchar.

— Ella es mi única hermana — Benjamín apuntó a Ana con la cabeza — Rosita es mi mejor amiga.

— Un gusto — los miró fijamente — se ven bien.

— No estamos enfermos.

— No me refiero a eso — explico Paco — sino que pueden razonar, y mantienen una buena actitud, hemos visto tantas personas que por lo que han vivido, son poco menos que cavernícolas, disculpa... Rosa...

— Soy Rosita.

— Disculpa Rosita ¿No te vacunaron en la pandemia de hace años?

— No, mis padres pensaron que podría ser perjudicial ya que era demasiado nueva.

— ¿Y ustedes niños?

— Nuestros padres nos tenían viviendo en el bosque, eran Amish, nunca nos vacunaron contra nada.

— Que suerte tuvieron porque...

— Sabemos que es por la vacuna que se usó hace una década que te conviertes en zombies — dijo con aire de suficiencia Benjamín.

— ¿Cómo saben que es producto de las vacunas?

— Él es quien la desarrollo, nos contó todo — el niño apuntó al zombies que todavía estaba en el suelo.

El ser con medio cuerpo, al escuchar la confirmación de lo que pensaba había ocurrido lloró amargamente.

— Él es Pakuq... digo Molder, el Jefe del grupo que ayudó a producir la vacuna, pero no lo hizo con malas intenciones, el gobierno también lo engaño a él.

— Como sea, por su apoyo en ese proyecto ahora el mundo está en ruinas — Set miró al hombre y aunque quedaba muy poco de él, descubrió el arrepentimiento en los ojos del científico — ya nada se pueda hacer... Paco y yo vivimos con un extraterrestre que está encargado de mantener registro de la historia del planeta... (ver mi historia Zombies)...  ¿Quieren ir con nosotros?



#157 en Terror

En el texto hay: tragedia, redención, muerte

Editado: 06.02.2024

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