Ren
La mañana comenzó con una energía diferente. Ren la sintió en cuanto abrió los ojos en la habitación de Damian, todavía envuelto en el aroma a madera y café del alfa, aún latiendo bajo su piel como un eco de los días anteriores. El celo se había desvanecido finalmente, dejando en su lugar una fragilidad emocional que no supo cómo gestionar del todo.
Estiró el brazo hacia el lado vacío de la cama, esperando encontrar a Damian, pero solo dio con sábanas frías. Se incorporó, inquieto. No había notas, ni mensajes, ni rastro reciente. Se vistió con la ropa que había dejado doblada en una silla, y fue hacia la cocina. Silencio. Solo silencio.
Sobre la mesa encontró su desayuno servido. Y junto a él, un celular encendido con una notificación iluminando la pantalla de Damian.
Curioso, Ren se acercó… y leyó.
“Convocatoria obligatoria. Tribunal interno por incidente operativo del escuadrón 12-A. Comparecencia requerida.”
No entendió todos los términos, pero captó el tono grave. Y comprendió por qué Damian había salido tan temprano. Tal vez por eso su silencio. Tal vez por eso… ese nudo en el pecho.
Durante el resto del día, Ren intentó llamarlo. Dos veces por la mañana, una más antes de salir hacia la gala. Ninguna respuesta.
Con el corazón golpeando fuerte, mandó un último mensaje:
“Solo dime si vendrás esta noche. Me haría muy feliz verte ahí. Por favor.”
Nada.
Suspiró, sintiéndose más desnudo que nunca mientras se colocaba el elegante traje azul oscuro que el equipo de vestuario había seleccionado para él. Iba perfecto con sus ojos grises. Pero no podía evitar sentirlo… ajeno.
La gala no se cancelaba por su tristeza.
Y cuando Julius tocó la puerta para recogerlo, vestido con un esmoquin negro impecable y una sonrisa que no alcanzaba a ser amable, Ren supo que esa noche sería larga.
...
Damian
El juicio interno fue una repetición cruel del pasado.
Sentado frente a oficiales que antes lo llamaban camarada, Damian escuchó las preguntas una y otra vez. Sobre el procedimiento, sobre la decisión que tomó en el último segundo, sobre por qué su compañero había muerto y él no.
Salió del edificio militar con los nudillos tensos y la mandíbula apretada.
Había jurado que no volvería a ese mundo.
Pero ese día lo arrastró de nuevo al barro.
No quiso regresar a casa. No quería que Ren lo viera con esa sombra. Con esa rabia que ardía como brasas bajo la piel.
Así que fue al único lugar donde podía perderse: un bar.
Pidió whisky. Uno, dos, tres. Las luces eran bajas, la música vieja. Hombres rudos bebían solos o en grupo. Y él ahí, en medio, con el celular vibrando en el bolsillo y el corazón más cerrado que nunca.
No leyó los mensajes. No quiso leerlos.
“Te mereces algo mejor, Ren”, murmuró al vaso vacío.
Pero por dentro, la necesidad de ir con él crecía como una bestia. Y al final, se quedó solo. Beber fue más fácil que enfrentar el dolor en esos ojos plateados.
...
Ren
Las cámaras estallaron cuando Ren y Julius bajaron del coche. La alfombra roja estaba encendida de flashes, y aunque Ren sonreía, por dentro temblaba. No por la atención, sino por la ausencia.
Damian no estaba.
Julius le ofreció el brazo. Ren lo aceptó con cortesía. Caminaban como si fueran una pareja, pero no lo eran. No realmente. Aunque Julius deseaba que lo fueran.
—Hueles distinto, Lysander —susurró él con una sonrisa falsa mientras posaban para una foto—. ¿Es tu colonia nueva… o es el aroma de tu alfa?
Ren enmudeció. El nudo en la garganta no le permitió responder.
Entraron al salón principal. Música, luces, copas de vino y celebridades. Todo en sincronía con la estética elegante del evento. Ren se sintió fuera de lugar, como un actor en una obra que no ensayó.
El director de la película fue el primero en hablar en la entrevista en vivo. Habló del guión, del enfoque técnico, del reto de adaptar emociones reales al cine. Luego tocó el turno de Julius.
—Interpretar a un comandante alfa fue un honor. Pero lo más interesante fue trabajar con Ren. Tiene… mucha química en escena —dijo mirando al omega con un deje insinuante.
Ren forzó una sonrisa. Le ardían las mejillas.
La reportera sonrió con picardía.
—Y fuera de escena, ¿hay tanta química como dentro?
El público soltó un murmullo y Julius no desaprovechó la oportunidad.
—Lo nuestro no necesita etiquetas, ¿verdad, Ren? —dijo, y tocó el hombro del omega con cierta posesividad.
Ren se retiró ligeramente, incómodo. Pero no dijo nada. Su mente estaba en otro lugar.
La entrevista pasó a otros temas, pero el daño ya estaba hecho. Ren sintió los ojos del público clavados en su espalda el resto de la noche.
Y aunque intentó ignorarlo, un pensamiento lo punzaba por dentro:
¿Dónde estás, Damian?
...
Damian
Fue al baño del bar. Se lavó la cara. Miró su reflejo con desprecio.
Sacó el celular. Lo desbloqueó.
Vio los mensajes.
Leyó el último:
“Por favor.”
El pecho le dolió como si le clavaran algo dentro. Soltó una maldición.
Salió corriendo.
Pero ya era tarde.
La gala había comenzado. Y él no estaba ahí para su omega.