Zona de Vuelo [omegaverse]

Capítulo 17 – Instinto

El sol ya se había ocultado detrás de los edificios cuando Damian cerró la puerta de su casa. Ren, recostado en el sillón, hojeaba distraídamente un libreto, con el cabello revuelto y una manta sobre las piernas. El ambiente estaba tranquilo, casi íntimo. Pero no duraría.

Un golpe seco contra la ventana los sobresaltó.

Damian reaccionó al instante. Su instinto alfa, agudizado tras años de servicio y peligro, se activó con violencia. Tomó el arma que guardaba en el mueble bajo llave, con rapidez precisa. Ren se incorporó, con el corazón latiendo desbocado.

—Qué fue eso… —murmuró el omega, intentando asomarse.

—No te acerques —ordenó Damian, su voz baja y cortante, los ojos fijos en la ventana.

Otro golpe. Esta vez, más fuerte. Y una nota adherida al cristal, escrita con letras gruesas y deformes: “Ese alfa no te merece. Tú eres mío, omega hermoso.”

Damian salió a la entrada de la casa como una tormenta, justo a tiempo para ver una silueta que bajaba corriendo por un pequeño camino de piedras hasta el bosque. Gritó una advertencia. El acosador intentó correr, pero Damian lo alcanzó. El sonido de huesos golpeándose estalló entre las piedras cuando el alfa lo estampó contra el suelo.

—¿Te atreves a acercarte a él? —gruñó, apretando el cuerpo del acosador con el antebrazo contra su cuello—. ¿Lo sigues? ¿Vienes hasta mi casa?

—¡No es tuyo! ¡Él me pertenece! ¡Desde que lo vi en el teatro! —jadeó el acosador, los ojos vidriosos, enloquecidos.

Esa declaración hizo enojar al alfa dentro de Damian. Este quería hacerlo pedazos, como se podía atrever a desear a su omega. Ren era su omega, solo suyo. Desde sus pequeños ojos grises, hasta su olor a vainilla y lavanda. Era suyo.

Tenía que romperle la cara, hasta dejarlo sin dientes. Y justo cuando iba a darle el primer golpe...alguien tocó su brazo.

—Damian, suéltalo. Ya llamé a la policía –le dijo el pequeño omega a su lado. Miró sus ojos asustados que lo miraban. Sus hermosos ojos grises como nubes en un enorme y bello cielo. De pronto, se sintió mas tranquilo y presente. Y solo pudo asentir a lo que su omega le pedía.

...

La policía llegó poco después. Damian explicó la situación con voz gélida mientras Ren, adentro, temblaba. Al ver cómo se lo llevaban esposado, el omega soltó un suspiro contenido, dejando que sus rodillas se doblaran un poco. Damian fue hacia él de inmediato, con una expresión que mezclaba culpa y furia.

—Estás a salvo, Cielo —le dijo, sujetando su rostro con ambas manos—. Nadie va a volver a tocarte.

—Damian… yo… gracias —murmuró Ren, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.

—Te fallé al no protegerte antes. Pero no volverá a pasar.

Ren le sonrió con suavidad. A pesar de todo, sentía una extraña calma junto a él. Una certeza.

...

Esa noche, en compensación por los días grises, Damian lo invitó a salir a cenar.

Nada lujoso, solo una terraza tranquila con luces cálidas colgando sobre sus cabezas. Ren estaba más silencioso de lo habitual, pero sus ojos no se apartaban del alfa. Había algo nuevo entre ellos. Algo que ya no podía negarse.

—Cuando peleaste con ese tipo… —empezó Ren, removiendo el hielo de su bebida con la pajilla—. ¿Pensaste en el ejército?

Damian lo miró en silencio. Luego asintió.

—Sí. Pero no fue lo mismo. Esto fue distinto. Personal.

Ren le sonrió. Le tendió la mano sobre la mesa. Damian la sostuvo como si fuera una promesa.

Cuando regresaron a la casa, ya no hubo palabras necesarias. Apenas cruzaron la puerta, Damian cerró el cerrojo con una sola mano, mientras con la otra empujaba suavemente a Ren contra la pared. Su boca encontró la del omega con una mezcla de deseo contenido y reverencia. Besó lento, con hambre y ternura. Ren le respondió con un gemido apagado, aferrándose a su camiseta.

—Tu olor… —susurró Ren entre besos—. Me enloquece.

—Y tú hueles a hogar —murmuró Damian, bajando la cabeza hacia su cuello, aspirando profundamente—. Mi hogar.

La ropa cayó poco a poco, como hojas arrastradas por el viento. Se exploraron con las manos, con la mirada, con el cuerpo entero. Damian fue paciente y firme. Su voz profunda marcaba el ritmo entre besos, caricias, jadeos y promesas.

—Dime que esto es real —susurró Ren mientras era llevado al dormitorio, entrelazando sus piernas alrededor del alfa.

—Es real. Eres mío, Cielo. Y yo soy tuyo.

Los movimientos se volvieron más intensos. Damian tomó el control con cada caricia dominante, pero cuidada. Marcaba el cuello de Ren con sus labios, sus dientes apenas rozando su piel, sin llegar a romper. Era un acto de instinto y amor a la vez.

Ren jadeó su nombre. Damian rugió el suyo.

La unión fue profunda, piel contra piel, feromona contra feromona. Cada gesto un reconocimiento. Cada embestida, una afirmación. Damian lo sostuvo con fuerza, como si su sola presencia pudiera alejar al mundo.

Cuando ambos cayeron rendidos sobre las sábanas desordenadas, Ren se aferró a él como si el alfa pudiera detener el tiempo.

—¿Sabes? —murmuró el omega, ya con los párpados pesados—. Me siento seguro contigo.

—Siempre lo estarás —prometió Damian, acariciando su espalda—. Te protegeré, Ren. Contra todo y contra todos.

Y así, en la penumbra del cuarto, entre respiraciones sincronizadas, comenzaron una nueva etapa. No solo como actor y piloto. No solo como alfa y omega. Sino como algo mucho más profundo: compañeros.

Holi, cómo están...les está gustando la historia? :)




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