Zona de Vuelo [omegaverse]

Capítulo 18 – Alas Restablecidas

Las primeras luces del amanecer se filtraban por las cortinas cuando Damian despertó, envuelto en el olor de Ren y en el silencio que viene después de una tormenta. Su brazo seguía alrededor del omega, que dormía con una expresión serena, tan distinta a la del día anterior, cuando el miedo y la angustia los perseguían.

El sonido de una notificación interrumpió la calma. Damian estiró el brazo con fastidio y revisó su celular. Un mensaje de su abogado militar: “El juicio será hoy. Revisa tu correo para detalles. Lo adelantaron”.

Su estómago se tensó. Había esperado ese momento por meses, pero ahora que estaba tan cerca… también estaba Ren. Y ya no se trataba solo de su reincorporación, sino de lo que significaría tener dos vidas colisionando: la suya y la del omega que dormía entre sus sábanas.

...

Horas después, la sala de juicio estaba llena de uniformes, silencio y burocracia. Damian permanecía de pie, con el rostro firme, mientras el tribunal evaluaba los reportes psicológicos, los testimonios y los antecedentes de su servicio.

—Capitán Sorel, considerando las pruebas presentadas y el seguimiento clínico, se le declara apto para reincorporación condicional inmediata, sujeta a una evaluación mensual durante seis meses —declaró la presidenta del tribunal.

Damian apretó los puños. Era oficial. Estaba de vuelta. No del todo, pero lo suficiente.

Salió del edificio con la vista encendida por algo que no sentía desde hacía mucho: esperanza. Ren lo esperaba en la acera, cubierto con una bufanda y una sonrisa.

—¿Y bien? —preguntó con impaciencia.

—Estoy devuelta —respondió Damian, y Ren lo abrazó sin importarle los fotógrafos cercanos ni los flashes que se dispararon segundos después.

...

Decidieron alejarse de la ciudad, aunque fuera solo por un rato. Damian condujo hasta la cafetería de su madre en la periferia, un local pequeño con aroma a café, madera y recuerdos viejos.

María los recibió con una mirada inquisitiva. No era una mujer efusiva, pero sus ojos no eran crueles. Observó el modo en que Ren se acercaba a ella, educado, sin titubeos.

—Gracias por recibirnos, Sra. Sorel —dijo el omega.

—No seas tan formal, cariño. Puedes decirme María o mamá, si lo prefieres—me dio un abrazo fuerte. —Y gracias a ti por devolverle la vida a mi hijo —respondió María, directa como un disparo certero.

Se sentaron los tres. La charla fue lenta al principio, hasta que María preguntó:

—¿Y qué harán ahora?

Damian la miró. No era solo una pregunta logística, era existencial.

—Él tiene una película que terminar. Y yo… tengo que volar de nuevo. Pero no quiero perder esto —dijo, tomando la mano de Ren—. Ni a él.

—Entonces no lo pierdas —replicó su madre con calma.

...

Al caer la tarde, Ren tuvo que irse. Las últimas escenas de la película lo esperaban. Damian lo acompañó hasta su auto.

—¿Vendrás al estreno? —preguntó Ren, con las manos frías temblando dentro de las de Damian.

—Iré, incluso si tengo que colarme en la alfombra roja —bromeó él, y lo besó con dulzura.

Ren se fue, y Damian se quedó allí, viéndolo desaparecer entre la multitud. Por primera vez, el futuro no le dolía. Tal vez, por fin, tenía uno.

Volvió con su madre, quien lo esperaba con dos tazas de café humeante.

—¿Sabes? Nunca pensé verte tan vulnerable por alguien —comentó María.

—No estoy vulnerable —refutó él, bebiendo un sorbo.

—No mientas, Damian. Por primera vez, siento que estás viviendo, que no he perdido a mi hijo. Antes de Ren, solo podía ver a mi hijo cayendo en caída libre directo a un abismo sin salida, y no mentiré al decirte que el amor no se siente de la misma forma –nos reímos juntos. Mi madre tocó mi cabeza. – Pero eso también es volar. Y puedes estar seguro, que él podría ser tu paracaídas o tú el suyo.

Esa noche, Damian no soñó con fuego, explosiones ni gritos. Soñó con un teatro lleno, con un joven de ojos grises brillando en escena… y con un asiento vacío reservado para él.




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