Zona de Vuelo [omegaverse]

Capítulo 24 – Eco en el Vacío

El amanecer llegó sin que Ren lo notara.

Se había quedado dormido en el sillón del camerino, abrazado a su celular como si fuera un salvavidas. Soñó con aviones, con llamadas perdidas y con la voz de Damian diciéndole que todo iba a estar bien. Pero al despertar, el mundo seguía siendo el mismo: frío, ruidoso y sin él.

Marcó por quinta vez esa mañana. La señal no entraba. Llamó a la base, al contacto de prensa militar, al número que el propio Damian le había dado con una advertencia: "Solo si es una emergencia, Ren. Solo si de verdad me necesitas."

—¿Qué se considera una emergencia? —susurró al vacío.

No hubo respuesta.

...

Los días siguientes se volvieron una coreografía de rutinas que Ren ejecutaba como autómata. Se presentaba a los eventos, a las entrevistas, grababa la nueva serie en la que había aceptado participar casi por inercia.

Pero cada vez que las luces se apagaban, se desmoronaba un poco más.

No dormía bien. No comía. Apenas bebía agua porque el estómago se le cerraba con sólo pensar que podía estar perdiéndose una llamada de él.

Eve fue la primera en notarlo.

—Ren, pareces un fantasma.

—Estoy bien.

—No. No lo estás. Mira tus manos. Estás temblando. Tienes fiebre.

—Debe ser por el vínculo… lo sé. Es porque estoy muy lejos de él. Y soy… recesivo. Mi cuerpo lo resiente más.

—Entonces, díselo. Mándale un mensaje. Llama otra vez.

Ren se quedó en silencio. Bajó la mirada, culpable.

—No quiero distraerlo. Lo vi en las noticias. Está en medio de una operación peligrosa. Es normal al tener estas profesiones. Solo queda soportar esta distancia.

Eve chasqueó la lengua.

—No, no es normal verte sufrir así.

...

La primera vez que se desmayó fue durante una sesión de fotos. Cayó sin previo aviso, derrumbando luces y causando el pánico general. Cuando despertó, había un médico a su lado, y Eve con los ojos vidriosos.

—Te vamos a llevar al hospital. No hay opción.

—No. Si lo hacen, saldrá en todos los titulares. Y él… lo verá.

—¿Eso no es lo que quieres?

Ren negó suavemente.

—No. Quiero que esté a salvo. Concentrado. No que vuelva por lástima o por culpa.

...

Pasaron tres días más. Tres largos días donde Ren luchó con la fiebre, el mareo, el vacío. Donde se sentía como una sombra que se diluía bajo los reflectores.

Pero en la noche, solo, se abrazaba a la almohada y murmuraba:

—Damian… si me oyes, solo dime que estás bien.

Y dormía, si es que eso podía llamarse dormir.

Esperando el eco de una voz que no llegaba.




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