Zona de Vuelo [omegaverse]

Capítulo 25 – La Llamada del Instinto

Ren no recordaba en qué momento había llegado a la consulta privada. Lo había llevado su asistente, preocupada por su deterioro físico. Ojeras, palidez, debilidad muscular, falta de apetito... Ren había intentado ocultarlo, atribuyéndolo al exceso de trabajo, a las giras promocionales y al estrés mediático tras el éxito de la película. Pero el médico, un especialista en vínculos, lo examinó con rapidez profesional.

—Es por la marca incompleta —sentenció el doctor, bajando la carpeta médica con expresión seria—. No han sellado el vínculo, pero el lazo está activo. Su cuerpo está reaccionando a la ausencia de su alfa. Lo necesita cerca… o lo necesita, punto.

Ren apretó las manos sobre su regazo. El leve temblor en sus dedos era involuntario. Su pecho se sentía oprimido.

—¿Podré soportalo? —preguntó en voz baja.

—No se trata de fuerza de voluntad. Es fisiología omega. Puedes forzarlo unos días más… pero luego llegarán las consecuencias más severas. Fiebre, colapso hormonal, pérdida de sensibilidad o incluso daño al sistema límbico. Tu organismo reconoce a tu alfa destinado, Ren. Tu alma también, aunque tú quieras protegerla con dudas.

Ren alzó la vista, pidiendo con la mirada una alternativa que no implicara… arrastrar a Damian desde la base militar. Él tenía una misión. Un deber. Un país esperando su pericia en el aire.

—¿Hay otra opción? —musitó, tragando saliva.

El doctor dudó, pero asintió lentamente.

—Sí. Puedes recibir feromonas de otro alfa que te estabilicen. O… una marca temporal. No es común, pero algunos omegas recurren a ello en separaciones prolongadas.

—¿Otra marca?

—No reemplaza la verdadera. No anula el vínculo que ya tienes. Pero engaña al cuerpo, al menos por un tiempo. Un parche hormonal intenso.

Ren sintió una punzada de culpa tan fuerte que se le cortó el aliento. Era como traicionar algo sagrado… aunque no fuese una infidelidad real. Aunque solo se tratara de sobrevivir.

—¿Es dolorosa?

—Lo suficiente como para recordarte que no es lo que tu cuerpo quiere.

Silencio.

Ren miró el suelo por unos segundos. Imágenes de Damian inundaron su mente: su voz grave, su mirada que lo desnudaba, sus manos firmes que lo hacían temblar… su forma de cuidarlo como si fuera lo más precioso que tenía.

No podía decírselo.

Si lo hacía, Damian volvería. Abandonaría su puesto, su regreso al cielo que tanto había anhelado.

Y él no podía ser la razón de que alguien como Damian Sorel dejara de volar.

—Déme tiempo para pensarlo —pidió, antes de levantarse.

—Ren… si esperas demasiado, tal vez ya no tengas opción.

Lo supo. Y aun así salió del consultorio con la decisión suspendida en el aire. Como si solo pudiera encontrar claridad en el único lugar donde se sentía completo: los brazos de su alfa.




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