Fran
Estoy mirando los horarios de entrenamiento de esta semana en el móvil. Vaya horarios. Todos los días a las 7 en el campo. A finales de semana hay un partido de fútbol. Oigo la puerta cerrarse, sin apenas hacer ruido, tendrá que ser la periodista en prácticas que va a hacerme la entrevista, me giro aún en el asiento y la veo entrar.
Me levanto mientras ella camina hacia mi.
No era lo que esperaba. Para nada.
Tenía el pelo largo, suelto y ondulado como si hubiera dormido con una trenza apretada y se la hubiese soltado justo antes de venir. Le caía por la espalda con un aire desordenado pero natural.
Sus ojos —grandes, marrones y con unas pestañas increíblemente largas— me recorrieron un segundo, y luego se apartaron rápido, como si mirarme mucho tiempo fuera un error. Tenía una de esas miradas que no se olvidan: intensa, penetrante, como si viera más de lo que decía. Tenía los ojos más bonitos que había visto nunca.
Las pecas de su nariz y mejillas le daban un aire de inocencia que contrastaba con la frialdad de su expresión. Labios carnosos, ligeramente fruncidos, como si estuviera aguantando una opinión que no tenía intención de compartir. Llevaba un jersey negro ajustado que dejaba ver su silueta sin necesidad de esfuerzo, y unos vaqueros anchos que chocaban con la típica imagen de periodista elegante y arreglada que solía encontrarse por ahí. Nada en ella parecía querer agradar. Y sin embargo, no podía dejar de mirarla.
—Siento la tardanza, el guardia de la puerta..— La miro mientras habla, desvía la mirada hacia el suelo como si se hubiera arrepentido de empezar a explicarse.—..bueno, lo siento mucho. —vuelve a poner sus ojos sobre los míos.
—No te preocupes, no pasa nada, no llevo tanto tiempo esperando.—Le digo sonriendo, intentando que esté más cómoda.—Soy Fran.
Me mira durante unos segundos y noto que mira el asiento donde estaba sentado y sé qué es lo que está pensando. Es una chica muy expresiva, no la conozco de nada y sus gestos y reacciones hablan por sí solas.
—He pensado que podríamos hacer la entrevista aquí los dos, en vez de yo ahí arriba y tú aquí abajo.
En ningún momento quiero hacerla sentir incómoda, cuando hay muchos periodistas y muchos de nosotros a los que hacer las entrevistas solemos sentarnos en la mesa de arriba del podium y los periodistas abajo, pero estando solos ella y yo, pensaba que sería más cómodo y más cercano.
—¿Te parece bien?—digo al ver que no me contesta tras unos segundos. Solo me mira con esa expresión que no sé si describiría como desconfianza y como si estuviera pensando en miles de cosas a la vez y no estuviera escuchándome.
—Sí, como quieras.—dice sin mirarme.
El olor a vainilla me llegó segundos después, suave pero claro, como si se hubiera acercado más de lo que parecía. Aún así, mantenía distancia. No solo física —aunque eligió sentarse dos asientos más alejada de mí—, si no en los gestos: se cruza de brazos, apenas me mira a los ojos, aprieta los labios cada vez que intento sonreírle. Es evidente que no quiere estar aquí. Y que no lo disimula en absoluto.
—Bueno.. empecemos.— Alza la vista de su agenda, le da al botón de grabar con su móvil y me mira.
Me remuevo en mi asiento, incómodo por primera vez en mucho tiempo en una entrevista. No se quién es ella ni que pasa, pero lo que si se es que no le caigo bien ni nada que se le parezca.
Y eso, por alguna razón, me molesta más de lo que debería. Ni si quiera me ha dicho su nombre ni ha mostrado el mínimo interés. No es como las demás periodistas. Apenas me mira, hay mucha tensión en el ambiente y no se por qué. ¿He hecho algo mal o es así con todo el mundo?
—¿Qué opinas de que cada vez más gente desconfíe de los futbolistas fuera del campo?.—Me mira fijamente esperando mi repuesta con atención. Es la primera vez que la veo mirarme tan fijamente desde que entró por la puerta.
Me quedo en silencio un par de segundos, sorprendido por lo directa que es. Sé perfectamente a qué se refiere con esa pregunta.
Han salido noticias de unas fiestas privadas a las que asisten algunos futbolistas, en esas fiestas por lo visto hay de todo: drogas, chicas de compañía y un largo etcétera. Una chica que supuestamente ha asistido a una de las fiestas denuncia haber sido drogada y abusada. La verdad es que ese asunto están investigándolo muy a fondo ya que no es una buena imagen para ningún club ni para el mundo del fútbol en general.
—Supongo que lo entiendo.. Hay comportamientos que manchan al resto, aunque no todos seamos iguales. Pero tampoco creo que sea lo justo que nos juzguen a todos por lo que hacen unos pocos.
—¿No crees que parte de esa desconfianza viene de que muchos de vosotros vivís desconectados de la realidad? Dinero, fama, fiestas..
Frunzo un poco el ceño, mantengo la voz serena pero firme. Pensaba que esta entrevista iba a ir sobre las oportunidades que nos dan a los jóvenes en este mundo. Pero no creo que vaya por ahí.
—Eso también pasa en otros trabajos. No es algo exclusivo del fútbol. Pero sí, entiendo como puede verse desde fuera. Aún así, algunos intentamos llevar una vida normal, aunque no siempre se note.
—¿Alguna vez has estado en una de esas fiestas privadas de las que se habla tanto en los medios?
Por un momento empiezo a sentirme muy incómodo, incluso más que antes. Siento como si me estuviera culpando de algo o metiéndome en el mismo saco que los que sí lo han hecho. No puedo evitar sentirme incluso un poco agobiado. Evito mirarla y me miro las manos, nervioso. Tras unos segundos la miro con seriedad.
—No. Y si alguna vez he salido, ha sido con amigos, en público, sin cosas raras. Sé lo que se dice ahí fuera.. pero te aseguro que no todos encajamos en ese perfil.—Digo con sinceridad.
—¿Te preocupa que la gente piense lo contrario solo por ser futbolista?
—Sí, claro que me preocupa. No me gusta sentir que tengo que demostrar constantemente que no soy un capullo. Pero al final.. el tiempo pone a cada uno en su sitio.