Alana
El pasillo parecía más largo de lo habitual.
Fran se había ido con una frase que no me soltaba, que se quedó flotando en el aire, como humo denso en una habitación cerrada:
“¿Estás segura de que sólo tú grabaste la entrevista?”
Me quedé quieta. Sin poder moverme. No porque no supiera la respuesta, sino porque algo en su voz.. había cambiado.
No era rabia. No del todo.
Era duda.
Ya no tenía claro del todo que hubiese sido yo. Y eso me aliviaba.
—¿Qué te dijo exactamente? —preguntó Valeria, con el ceño fruncido y el tenedor suspendido en el aire.
Estábamos en la cafetería del edificio de prensa. Tenía el estómago vacío, pero la cabeza llena de pensamientos.
—Eso. Que si estaba segura de que yo era la única que había grabado la entrevista.
—¿Y lo estás?
La miré sin saber qué responder.
—Yo.. estaba segura de que nadie pudo haber cogido mi grabación. Lo grabé con mi móvil. Y nadie pudo haberlo cogido. Estaba segura al cien por cien. Pero.. ¿Y si había otra grabadora? — Un recuerdo se instaló en mi cabeza. Una escena. Un detalle borroso.
Cuando salí de la sala antes que Fran aquel día. Me crucé con Lucas. Iba en dirección a la sala de prensa dónde yo había entrevistado a Fran. Ahora lo recordaba. Me sonrió guiñándome el ojo. Ni si quiera debería de estar allí a esas horas. Todos los demás ya se habían ido. Y en cambio él, volvió a aquella sala de prensa cuando no quedaba nadie más.
—Lucas.. —susurré.
Valeria alzó las cejas.
— ¿El chico nuevo? ¿El que está súper pillado de ti?
Asentí lentamente.
—Le dije que tenía una entrevista con Fran. Incluso le dije dónde. No quedaba nadie más allí. Y recuerdo que.. se ofreció a transcribir la entrevista antes de publicarla y le dije que no hacía falta.
Mi respiración se aceleró. Todo cuadraba a la perfección. Fue el.
—Voy a hablar con él.
No fue difícil encontrarlo. Estaba en la pequeña sala de edición del medio digital donde ambos colaborábamos, auriculares puestos, concentrado en la pantalla como si el mundo no existiera.
Toqué la puerta con los nudillos. Él se giró, y al verme sonrió.
—Alana. ¿Todo bien?
Cerré la puerta tras de mí.
—¿Puedo hablar contigo un segundo?
—Claro. —se quitó los auriculares. —¿Es por la entrevista nueva con Fran? ¿Quieres que te ayude?
No respondí a eso. Me quedé de pie, con los brazos cruzados.
—¿La filtraste tú? ¿Tú filtraste la grabación?
Él se quedó en silencio.
Segundos.
Luego se río, incómodo.
—¿Qué? ¿Qué grabación?
—Lo sabes perfectamente. Te vi entrar en la sala después que nosotros. ¿A qué ibas allí? ¿A recoger tú grabadora?
—Alana, estás siendo paranoica.
—¿Lo hiciste? ¿Fuiste tú?
Él se levantó, ya sin la sonrisa.
—Mira, si el futbolista por el que pierdes las bragas y que no te hace ni caso te está metiendo en la cabeza que fui yo el que lo hizo..
—Él no me ha metido nada en la cabeza. Tú lo hiciste. Lo supe cuando me dijiste que usabas la grabadora sin que lo supieran.
Lucas se tensó. Bajó la mirada. Se frotó la nuca.
—Lucas, ¿De verdad? ¿Por qué? ¿Por qué lo has hecho? Todos piensan que fui yo. Él piensa que fui yo.
— ¿Y que más da lo que piense? Se lo merecía. Se merecía que todos supieran lo que realmente piensa. —soltó, de pronto alzando la voz.— Me parece ridículo, joder. Me parece ridículo que sólo por ser futbolista y tener dinero pueda tener todo lo que quiere. Bastó con que Fran te mirara una vez y tú.. tú ya habías caído.
Lo miré con incredulidad.
—¿Estás.. celoso?
Lucas se acercó un paso. Su expresión era una mezcla de frustración y algo parecido al desprecio.
—Te llevo viendo mucho más tiempo que él. Incluso antes de aceptar las prácticas aquí. Te llevo viendo desde la universidad.— se acercó un poco más —. Y cuando él te ignoraba, yo estuve ahí. Intentaba que estuvieras distraída, que te rieras.. y el ni te miraba. No es mejor que yo. Lo único que tiene es dinero, fama y una cara bonita. No es más que eso. Alana, te mereces más, mucho más. ¿De verdad crees que él iba a fijarse en tí? ¿Que querría algo más de ti que un simple polvo? Joder, eres una estúpida.
Guardé silencio unos segundos mientras pensaba en sus palabras. Me afectaban más de lo que él se creía. Quizá todo lo que estaba diciendo era verdad.
—No se merece que le hagas caso. No se merece que lo elijas a él.
—¿Elegir? —susurré. — Esto no es un juego.
Saqué el móvil del bolsillo. Le enseñé la pantalla que mostraba que durante todo este rato, había estado grabando.
—Gracias, Lucas. Esto era justo lo que necesitaba.
Su cara perdió el color.
—Alana.. no. No vas a..
—Sí. Voy a.
Me giré y salí de la sala, con las piernas temblando, pero el corazón latiendo con una fuerza nueva.
No sólo por limpiar mi nombre.
Sino porque él —Fran— tenía que saberlo.
Seguí caminando hasta llegar al ascensor, mientras todas las palabras de Lucas me inundaban la mente.
“¿De verdad crees que él iba a fijarse en tí? ¿Que querría algo más de ti que un simple polvo? Joder, eres una estúpida. ”
Sacudí mi cabeza, cómo si así esas palabras pudieran desvanecerse de mi mente.
Por primera vez en días, quería volver a mirarlo a los ojos.
Y ésta vez, no era para defenderme. Era para demostrarle que no le había fallado.