Zootopia 2

Capítulo 14

1

Peyton Woods era la hija menor de una familia de zorros en La Sabana Central. El padre de familia, Roger Woods, un contador de Tundratown, hacía lo posible por animar a sus hijos a que encontraran el camino más satisfactorio para sus vidas. Aún con los prejuicios que debían afrontar cada día, se las arreglaba para enseñarles que era un reto el subsistir en la ciudad más utópica del mundo.

Vincent Woods, el mayor de sus hermanos, había terminado la escuela y se propuso entrar al mundo del estrellato. Tanto Clarence (el hermano de en medio) como Peyton bromeaban por sus actuaciones esporádicas al jugar. Un día era Tod de “El Zorro y el Sabueso”, y en otro se convertía en Robin Hood. Si bien, lo hacía como todo niño creativo, sus padres notaron el deseo y el esfuerzo que hacía para lograr dar el máximo en sus representaciones.

Al terminar la escuela, Vincent ahorró el suficiente dinero para pagarse un buen agente y un arriendo modesto y partió a los estudios cinematográficos más allá de Zootopia. Su familia estaba de acuerdo y en una emotiva despedida, lo abrazaron antes de que saliera de sus vidas. Esa fue la última vez que rieron juntos. Dos días después de que tomara el autobús, Peyton había encontrado a su padre llegando del trabajo. Con la sonrisa de la vulpina, Roger no pudo evitar estallar en lágrimas. Traía consigo la hoja de un diario, y aunque trató de que sus hijos no lo vieran, Clarence pudo conseguirlo y leerlo junto a su hermana en la oscuridad de su habitación.

Trágico accidente en la carretera

La vulpina se había detenido con solo mirar el titular. Bajó su mirada y arrugó el papel antes de que su hermano pudiera terminarlo. No tuvo que pensarlo mucho. Vincent jamás volvería y una parte de su existencia había desaparecido. A los doce años entendió que esa fue la causa de la separación de sus padres. Roger iba decayendo cada mes, llegando al punto en que ese padre amoroso que traía su plato favorito los viernes, era un recuerdo lejano azotado por el viento. Tanto Peyton como Clarence se quedaron a su lado hasta su muerte tres años después. La vulpina tuvo la oportunidad de vivir con su madre alejada de la gran ciudad, pero no quería hacerlo. Su realidad era Zootopia, y todos podían ser lo que deseen.

Clarence por su parte, se alejó de Peyton al cumplir los 21. La vulpina recibió una carta luego de volver de la escuela en donde le describía su decisión de vivir en el campo. Bien por él, pensó Peyton. Siempre fue el más tranquilo.

Sola en su hogar, Peyton entendió que podía ganarse la vida sin problemas si se lo proponía. No era ajena a observar como otros animales ganaban dinero fácil por otras vías. Tal vez no eran el ejemplo a seguir, pero las recompensas bien valían la pena. Después de todo, nadie se preocuparía por ella nunca más. Aunque luego de varios trabajos que solo la acercaban a una celda en la cárcel, decidió ser ayudante en un puesto en el centro. La vulpina atribuía su intento por ser honesta a su caída tras las rejas hasta hace unos días. Era una ironía si lo pensaba. Barrer el piso para que luego te lo vuelvan a ensuciar, que bien.

Lilith se estaba retrasando en su huida. Dejar atrás a la patrulla era algo que todavía tenía en mente, pero no quitaba que pudieran seguirle el rastro. Agatha le explicó que eso sería estúpido si consideraba las atenciones de todos los animales en la calle. Caminaban hacia la alcaldía, y nadie escatimaría en tres hembras con las patas esposadas corriendo en sentido contrario.

Ocultas en la noche, corrieron con Peyton al frente. Necesitaban a una guía voraz, y parecía que la vulpina ya había hecho eso antes. Lilith pensaba preguntárselo, pero decidió no hacerlo cuando se detuvieron a la entrada de un callejón.

—Tomen…aire —dijo la vulpina. Se tumbó en el suelo y encorvó la espalda consiguiendo llevar las esposas adelante—. Hagan lo mismo, ¡rápido!

La mini-zanahorias también logró zafarse, pero Agatha se quiso quedar como estaba. Haría un esfuerzo en vano si lo intentara.

—Aunque lleguemos a mi casa, no podremos quitarnos estas esposas —indicó Peyton usando sus dientes en un intento por abrirlas—. Si tenemos suerte, tal vez podemos ir a otro distrito.

Agatha suspiró y notó el paso de una patrulla por la calle. Llevaba la sirena a todo volumen, por lo que no les fue difícil ocultarse en la oscuridad. No eran el objetivo, al fin y al cabo. Lily se acomodó en la pared y tocó sus bolsillos. Desde que empezaron a correr tenía la certeza de que algo le faltaba. Al principio creyó que era la adrenalina, pero ahora era obvio la ausencia de su libreta.

La vulpina miró en las calles antes de continuar. Sentía en la atmósfera un aire más pesado de lo usual. Su olfato no era sensible como un lobo, pero intuyó de que se trataba. Donde hay humo, hay fuego…y los problemas llegan con ellos. No debían perder más tiempo, siquiera por descansar. Era primordial quitarse las esposas. Si los atrapaban los oficiales, la excusa de un disfraz de Halloween quedaba descartado.



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En el texto hay: zootopia, judyhopps, nickwilde

Editado: 03.03.2020

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