Máxima, con un suspiro compartió su temor con Santiago. "Estoy algo asustada, Santiago. Pasé toda la noche atrapada aquí, sin saber lo que está pasando," admitió con sinceridad. "¿Tienes alguna pista de lo que podría estar sucediendo?"
Santiago, se mostró comprensivo ante las preocupaciones de Máxima. Con una mirada escudriñadora, como si buscara respuestas en las sombras que los rodeaban, respondió a su pregunta. "Máxima," comenzó Santiago con un tono serio, "Entiendo sus preocupaciones e inquietudes. Yo tampoco sé lo que está ocurriendo aquí. Solo puedo suponer que alguien nos ha secuestrado por razones que desconocemos. Sé que es aterrador y que solamente podemos hacer conjeturas. Pero le aseguro que estoy haciendo todo lo necesario para asegurar nuestra supervivencia."
Máxima, con una determinación habló con franqueza. "Entonces, necesitamos buscar pistas y una forma de salir. No podemos quedarnos aquí para siempre. Si alguna vez has jugado a un escape room, este es el momento." Su tono mostraba un atisbo de molestia, como si estuviera tratando de buscar respuestas en medio de la incertidumbre. "Por cierto, ¿no eres el CEO de este lugar? Me llamaron para una entrevista, ¡por eso me quedé atrapada aquí!" La conversación se volvía cada vez más tensa.
Santiago asintió con una expresión grave y se llevó la mano a la frente, como si intentara controlar sus emociones para pensar con claridad en medio de la confusión. "Sí, Máxima, tienes razón. Necesitamos encontrar pistas e investigar todo lo que podamos para escapar de este edificio." Luego, admitió con sinceridad, "Y, sí, soy el CEO de la compañía. Yo... Yo soy quien te envió a una entrevista para un puesto aquí."
Máxima, con un suspiro de alivio, pero aun manteniendo una mirada sospechosa, respondió: "¡Ah, bueno! Por un momento pensé que podría ser algo más. No estarás detrás de todo esto, ¿verdad?"
Santiago, con los ojos fijos en Máxima, mantuvo una mirada intensa durante un momento antes de hablar. Su voz era baja, pero firme, como un personaje de Dostoyevski enfrentando una acusación seria. "Máxima... ¿No crees que yo esté detrás de este secuestro o que haya tenido algo que ver en él, verdad, Máxima? Eso es lo que estás diciendo, ¿verdad?"
Máxima, con una expresión de disculpa, respondió: "Disculpe, es que, si usted es el CEO de este piso, no sé qué pensar."
Santiago, después de una pausa tensa, se levantó de su silla y dirigió su mirada hacia la cámara web. Sus palabras eran una confesión sincera, como si estuviera revelando sus propias inseguridades y temores. "Tienes razón, Máxima, soy el CEO. Me mudé aquí hace tres meses específicamente para trabajar en este edificio, yo... No sabía que pasaría nada," dijo Santiago, cerrando los ojos y tomando una respiración profunda antes de mirar nuevamente la pantalla. "Máxima, te lo juro. No tuve nada que ver con tu secuestro ni con el de nadie más. Estoy tan perplejo como tú."
Máxima, en ese momento, se encontraba en una encrucijada emocional. Por un lado, experimentaba un profundo alivio al escuchar la respuesta sincera de Santiago, lo que la llevaba a cuestionar sus iniciales sospechas. Su naturaleza amigable y su disposición para conectar con los demás la llevaban a querer creer en la bondad innata de las personas, incluso si acababa de conocer a Santiago. Sentía una sensación de culpa por haber albergado dudas sobre él y por haber cuestionado su integridad.
Sin embargo, su naturaleza resiliente y su habilidad para resolver problemas administrativos la llevaban a mantener una pequeña reserva de cautela. Comprendía que la situación era compleja, y aunque deseaba confiar en Santiago, era consciente de que se estaban conociendo recién y que la verdad podría ser más complicada de lo que parecía. Máxima se esforzaba por equilibrar su deseo de confiar en las personas con su necesidad de protegerse a sí misma y a los que amaba, lo que la hacía sentirse emocionalmente ambivalente en ese momento. La dualidad de sus emociones la impulsaba a ser cautelosa pero abierta a la posibilidad de una conexión genuina en medio de la situación desconcertante.
Máxima, con una sonrisa de alivio, respondió: "Qué bueno, pero seguimos encerrados. ¿Alguna idea?"
Santiago asintió y tomó una respiración profunda. "Cierto, pero todavía estamos encerrados dentro de este edificio. Esta es una situación tan extraña..." Santiago reflexionó por un momento antes de continuar, mirando directamente a la cámara web. "Máxima, ¿ves ese interruptor de luz por ahí?" Santiago señaló el interruptor en su pantalla.
Ella se giró hacia atrás, observando el interruptor parecido al de la luz, y preguntó con curiosidad: "Emmm sí, ¿qué hay con él?" La atención de ambos se centraba en el interruptor, como si fuera una pieza clave en el enigma que debían resolver.
Santiago sonrió y señaló el interruptor de la luz. "¿Te importaría apretarlo? Si estás de acuerdo con hacerlo."
Máxima asintió con una sonrisa, aunque algo inquietante, y procedió a encender el interruptor
Santiago, con una sonrisa de emoción y ansiedad, preguntó: "¿Lo ves? ¿Algo diferente?" La tensión en la videollamada se palpaba, como si estuvieran a punto de descubrir un cambio significativo en su entorno.
Máxima, con una expresión de sorpresa, respondió: "Wow, nada... ahora parece un telo..." Su rostro denotaba que se sentía un poco desconcertada, como si hubieran jugado una broma con el interruptor. En ese momento, un proyector apareció en la pared y las luces se volvieron tenues, "genial, ahora podremos ver películas al menos."
Santiago, después de un suspiro, continuó: "Hmm... Muy bien, Máxima, ahora que tienes acceso a algo en lo que ocupar tu tiempo, seguiré investigando." Santiago apago su cámara web un momento y respiró profundamente, sintiéndose aliviado de saber que Máxima estaba bien hasta cierto punto. Por otro lado, Máxima, malinterpretando las palabras de Santiago, se sintió molesta y pensó para sí misma, "Este me troleó." La tensión en la conversación se profundizaba.