#1 Criada por el vampiro.

Capítulo 40

Por instinto retrocedemos un paso, mientras que el anciano sigue sonriendo. Sus compañeros también se han puesto tensos al oír lo que su maniático líder ha dicho. La carcajada que suelta causa escalofríos es mi cuerpo. La verdad es que me sorprende un poco encontrarme con alguien tan enfermo de su cabeza, siempre creí que el ser más maniático era mi abuelo, pero veo que me he equivocado. 

— ¿Enserio eres capaz de lastimar a tus compañeros? 

—Por supuesto que no — deja su arrugada mano en el hombro de uno de sus hombres, el cual se rige con violencia — no soy tan enfermo como todos aquí creen. Mis híbridos y mis humanos son importantes para mí. De hecho, extraño a los que tomaste por rehén en tu casa ¿solo has acabado con uno, verdad? ¿Los otros los has dejado de alimento para Shayla? — se pasa una de sus manos por su cuello, desde aquí se puede apreciar el sudor que le recorre esa parte de su cuerpo, que asco — ¿por cierto, supongo que la isla a la que has enviado a la familia de Miguel es la de tu abuelo, verdad? — este hombre sabe demasiado, esa información no debería tenerla él. Toma mi silencio como respuesta afirmativa — ¡el temido Drácula protegiendo a unos humanos! 

Miguel a mi lado tiembla de miedo, sus ojos están bien abiertos. Le ha tomado por sorpresa lo que este imbécil ha dicho, es normal después de todo. 

—Que bajo que ha caído la familia principal de los vampiros — mueve su cabeza de izquierda a derecha mientras finge tristeza — pero no te preocupes, mis híbridos le darán fin a la humillación de tu abuelo. Él es alguien que deseo acabar. 

Sonrió de medio lado. En eso coincidimos ambos, pero también hay algo más en lo que los dos nos parecemos; jamás podremos ponerle un dedo encima al terrible demonio de la noche. 

—Que iluso que eres — suelto — ¿enserio crees que todo este plan estúpido, va a funcionar? 

—Lo doy por firmado, tengo un truco bajo la manga — sonríe emocionado, satisfecho de su trabajo. 

Sin percatarme de ello, rio. Suelto una carcajada que resuena por el pacillo. 

— ¿Dime anciano, acaso ese gran truco tuyo... es porsiacaso el lobo que tienes oculto a las afuera de la ciudad? — Sus ojos se abren rápidamente, al parecer no es el único que toma por sorpresa a sus enemigos con información crucial.

Uno de sus hombres aparece con un teléfono en la mano, le susurra al anciano que es una llamada de su hijo.

—Por favor — estiro mi mano en señal de que puede contestar — hazlo, los hijos siempre tienen cosas importantes que decir.

El anciano acerca el teléfono a su oído, logro oír lo que el joven del otro lado le avisa "se lo han llevado". Rio más fuerte y le hago una señal a mis compañeros de que es hora de irnos.

—Un placer haberte conocido — le hago una reverencia a la misma vez que mis ojos se bañan de un rojo intenso — te aseguro de que nos volveremos a ver. 

Los tres nos damos la vuelta y corremos hacia la salida. Los disparos no tardan en hacernos compañía, algunos me llegan en la espalda, pero no me causan mucho dolor. Ya en la calle, tomo a Miguel y lo monto en mi espalda, no nos podemos dar el lujo de correr a una velocidad humana. Lo más probable es que las mujeres se hayan llevado el vehículo, asique no queda de otra que ser caballo de carga hasta mi mansión. Sigo corriendo, hasta que alguien me golpea fuertemente y me obligo a solar al hombre. No me quedo mucho rato en el suelo, pues alguien me toma el tobillo izquierdo y me lanza a volar hasta estrellarme contra un árbol bastante lejos de donde me encontraba al principio. Puedo oír claramente como Miguel grita de dolor, también soy consciente de que Gabriel esta con él. El verdadero objetivo de esto que me está atacando, soy yo. Mi vista se recupera, el gruñido de un animal es el motivo por el cual me pongo de pies de un solo salto.

—Es uno de ellos... — me advierte Gabriel desde la carretera — Miguel está herido, le sale bastante sangre de su pierna y creo que se la ha roto.

—Salgan de aquí — sacudo mi cabeza, aun me siento un poco mareado — yo lo entretendré. Lleva a Miguel a la mansión, que las chicas lo curen y que lo mantengan lo más alejado posible de la loba.

Gabriel se me queda viendo unos segundos, dudoso de si es que es una buena idea irse o no. Sé que él esta concierte del estado en el que se encuentra Miguel, pero también tengo más que claro que la vida de ese hombre no es importante para él.

—Vete — le ordeno fuertemente — yo estaré bien, pero no creo que Miguel dure mucho más tiempo con esa herida — el hombre se sigue quejando del dolor mientras tiene sus ojos fuertemente cerrados — aparte, e recuerdo que estamos lidiando con un hibrido, uno que aún no sabe cómo controlarse, la sangre lo tienta. Tiene hambre.

Al fin, este reacciona a mis palabras y toma rápidamente al hombre en sus brazos, en su rostro se forma una ligera mueca, gracias a ella puedo apreciar como sus colmillos han crecido en tan solo un segundo. El lobo al fin se diga a aparecer, este le gruñe a mi compañero impidiéndole el paso en medio de la carretera. Es enorme, mucho más grande que los normales, su cuerpo también es más ancho. De su hocico cae un chorro de baba, sus ojos están rojos debido a la ansiedad y puedo sentir claramente el desenfrenado latido de su corazón.




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