Ya en la mansión, después de un largo viaje, me encuentro sentada en la biblioteca con la compañía de Peter. Ambos hemos decidido en ponernos manos a la obra con el tema de rastrear a los demás miembros de la manada. Sospechamos que no todos han sido producto de experimentos.
—Tomen — Dante nos extiende una carpeta, él ha mencionado que los nombres que están tachados ya se encuentran dentro del almacén. Pero la lista termina con cinco nombres después del de Amira.
—Debe haber más — susurra Peter repasando todos los nombres — no pueden haber sobrevivido tan pocos.
Miro a Dante, él se encuentra observando al hombre, el cual parece desesperado por saber sobre los demás. Supongo que los Alpha son más fuertes cuando están en manada, también creo que Peter quiere ser lo suficientemente poderoso para poder enfrentar al anciano y recuperar a su gente.
—Esta carpeta me la entrego Amira cuando estábamos intentando averiguar qué es lo que le había pasado a Shayla — me observa de reojo, pero su atención rápidamente recae en el hombre de castaño cabello y marrones ojos — tal vez si vamos a esa casa, nos puedan dar más información.
—Si tu estas con nosotros eso no va a pasar, lo sabes.
—Siempre puedo recurrir a la fuerza — me sonríe de medio lado.
—No está bien — me cruzo de brazos — admito que ellos no me agradan, para nada, pero no debemos ejercer fuerza en ellos para que nos den unos papeles.
—Ellos han criado a la joven Bazzi durante todos estos años, ¿Por qué no nos darían la información que necesitamos si es que ellos la tienen? — Peter nos observa a los dos — deben estar preocupados por su hija, yo lo estaría. Yo haría lo que este en mis manos para recuperarla. Así como has hecho tu — ahora solo mira a Dante — hiciste de todo por Shayla, la has visto crecer y le has tomado cariño… — mis mejillas se sonrojan a la misma vez que finjo estar buscando algunas cosas lejos del hombre para que no se percate de mi estado — pues la vez como tu hermana menor — me giro con violencia y levanto una de mis cejas mientras miro al vampiro.
Dante extiende una sonrisa burlista y malvada en sus labios. Sus ojos brillan con malicia. Cierro mis ojos esperando la estupidez que dejara salir de sus labios. Siempre dice idioteces cuando sonríe de ese modo tan parecida la que pone Gabriel.
—Tienes razón Peter. La veo como una hermana, una que es agresiva y bastante molesta — dejo que se me salga un suspiro cansado — lo peor es que aún se comporta como una niña de cinco años. Pero supongo que así son los hermanos menores. Nunca maduran.
No aguanto más y le lanzo un lapicero, este lo toma antes de que le llegue a su rostro, se me queda viendo y su sonrisa se hace aún más ancha. Peter parece no darse cuenta del sarcasmo del joven, asique sonríe y asiente con la cabeza, como si lo que hubiera dicho Dante fuera muy verdadero.
—Dudo mucho que ellos la echen mucho de menos — ruedo mis ojos y miro por la ventana. Esa familia siempre me ha tratado de forma borde, yo los trato de la misma manera. No sé cuál es el problema que tienen conmigo, pero la verdad es que me tiene sin cuidado. Ellos no me importan.
Ambos hombres no dicen nada por mi comentario. Unos segundos después, nos limitamos a poner todo en orden para salir rumbo a la casa de los Kessler.
—¿Ella es muy especial para ti?
—Lo es… Amira estuvo a mi lado cuando más necesitaba a mis hermanos y madre. Es parte de mi familia…
—Y la familia no se abandona ni se traiciona — sonríe levemente — lo sé, mi madre me solía decir eso cuando era pequeño — asiento con la cabeza y sigo manejando — ¿sabes si es que Amira tiene un hermano mayor?
—Está muerto, ella misma me lo ha dicho. Nathan ha muerto ese día.
—Nathan… — susurra el hombre.
Al fin llegamos a la casa de dos pisos y poco patio. La casa en donde se crio Amira, la de los Kessler. Peter se queda viendo unos segundos el hogar, olfateando los alrededores.
—¿Qué pasa? — le toco el hombro cuando una mueca extraña se forma en sus labios.
Él niega con la cabeza, me susurra un “nada” y baja. Lo sigo rápidamente. Yo solo siento el olor de la familia, no hay ningún aroma diferente. Tocamos el timbre y los pasos de una mujer acercándose a la puerta causa que mi rostro se ensombrezca.
—Shayla… — la mujer de castaño se me queda viendo sorprendida, demasiado para mi gusto. Su corazón late de una forma increíble.
—Señora Kessler — saludo.
Ella me observo unos segundos más hasta que pasa su mirada al hombre a mi lado. Sus ojos se agrandan más que antes. Si verme a mi le causó sorpresa, ver a Peter le provoco un sobresalto emocional, pues sus ojos se bañan en lágrimas.
—Ya sabía yo que este aroma lo conocía — susurra mientras que sonríe un poco y deja su mano en la mejilla de la mujer. Es un gesto tan sutil, pero a la misma vez tan íntimo.
La puerta se abre aún más y el señor Kessler se deja ver. Él no parece muy feliz de ver al hombre que acaricia la mejilla de su esposa. Vaya, esto es todo un triángulo amoroso ¡que divertido! Si Amira estuviera aquí, estaríamos creando las historias de estas tres personas, porque así somos nosotras. Unas románticas viajeras. Ambas soñábamos con un encantador caballero de armadura dorada. No queríamos al príncipe. Nosotras deseábamos al soldado.