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Semana 2.Viernes.
Había pasado casi una semana desde el incidente en la biblioteca y todo parecía que había vuelto a la normalidad. Los delegados no habían tenido ninguna reunión sobre La Hermandad en todos esos días, así que se sintieron algo aliviados al saber que no ocurrió nada en ningún otro sitio.
Para David, aquella semana fue fantástica, ya que conoció a todo el profesorado y ahora podían estudiar y practicar todos los elementos básicos. Pero no solo estaba feliz por eso, ya que gracias a los entrenamientos que tenía de vez en cuando con Ángela, era el alumno más avanzado de toda la clase. Pero claro, aquello no pasó desapercibido por sus compañeros y casi todo el mundo descubrió que era el hijo de Inés, pasando de decir cosas a su espalda a que le saludasen todo el mundo.
Este viernes era distinto al de los demás, ya que hoy tenían una actividad grupal en el que participaban todos los cursos, desde primero hasta tercero. Por lo que habían sido citados en el comedor a eso de las diez de la mañana, así que tras pedir un buen desayuno, todos se quedaron en sus asientos hasta que aparecieron los profesores, momento en el que el comedor se quedó en silencio absoluto.
– Buenos días alumnos – dijo un hombre al que David no conocía de nada –. En el día de hoy os haremos una pequeña prueba para ver el cómo os desarrolláis. Sabemos de sobra que los alumnos de primero no tienen mucha experiencia, pero queremos veros en una situación de emergencia. Así que os separaremos en grupos de seis, dos alumnos de primero, dos de segundo y dos de tercero – pausó –. Delante de vosotros tenéis un papel con él número de vuestro grupo, que es el orden en el que pasareis a hacer la prueba y los alumnos que lo componen. La prueba se realiza en el aula 15, aquí al lado, así que por favor, comencemos con el primer grupo.
– Una cosa más – añadió Adam –. En cuanto paséis la prueba, no podéis venir a este comedor, ya que podríais ayudar a vuestros compañeros contando lo sucedido en vuestra prueba. Y eso no queremos que pase, ¿entendido? – pausó –. ¡Qué comiencen las pruebas!
David bajó su mirada hacía al papel que había aparecido de la nada, viendo los cinco nombres que formaban el grupo y aparte, el número 7, que era el turno que le tocaba.
– Me ha tocado el grupo 11 – dijo Dewa.
– Pues a mí el 13 – añadió Erik.
– Y a mí el 18… – susurró Nicole –. Casi de los últimos.
– No os quejéis… Que yo tengo el 7 – dijo David viendo la cara de decepción de Nicole.
– Si que te ha tocado pronto, si… ¿Con quién te ha tocado? – Preguntó Dewa.
David miró la lista y leyó los nombres, dándole un subidón al ver que le había tocado con Ángela, su compañera. Apenas se lo podía creer cuando alguien le abrazó por la espalda, descubriendo de quien se trataba en el momento en el que habló.
– Compañeros, ¿eh?
– Para no perder la costumbre – añadió David cuando Ángela rompió el abrazo y él se giró para verla.
– ¿En serio os ha tocado juntos? – Nicole no se lo podía creer –. Entre todos los que somos y vais y encima tenéis suerte… – Se quedó anonadada.
– Si – Ángela sonrió –. Aunque el otro compañero de tercero no sé quien es… ¿Y el otro de primero?
– Un tal Xian – leyó de nuevo David –. Ni idea de quién es.
– Si no hay ningún chino en todo primero… – Se sorprendió Erik.
– No tiene que ser chino. A lo mejor es tercer descendiente o es un nombre especial, vete tú a saber – le corrigió David.
– ¿Cómo creéis que será la prueba? – Preguntó Dewa algo nerviosa.
– No lo sé. Pero no creo que sea muy difícil, ya que solo dura quince minutos y tal y como ha dicho, los alumnos de primero apenas tienen experiencia, así que será algo sencillo... –Dijo Ángela bastante convencida.
– Espérate a que nuestra prueba no sea más complicada que el resto… – Le advirtió David.
– Tranquilo, que seguro que el team Lavi lo saca adelante – le comentó Ángela con bastante esperanza.
– ¿Team Lavi? – Dijeron al unísono David y Nicole.
– Claro. La de Ánge-la y vi de Da-vi-d – comentó Ángela
– ¡Vaya! – Contestó David al darse cuenta.
Dos horas después…
Estaban todos hablando tranquilamente en la mesa cuando el profesor Adam apareció por la puerta, haciendo que el comedor se quedase en silencio.
– ¡Grupo 7! – Gritó con bastante fuerza.
– ¡El nuestro! ¡Vamos! – Ángela le dio un golpe a David para que se levantase de la silla.
– Ya voy, ya voy.
– Suerte, chicos – les dijo Nicole.
– ¡Animo! – Añadió Dewa.
Entonces, David y Ángela fueron sorteando mesas en dirección a Adam. Y a medida que lo iban haciendo, vieron como los otros componentes del equipo hacían lo mismo, llegando al mismo punto todos a la vez.
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Editado: 12.05.2021