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Semana 2. Sábado.
David estaba durmiendo tranquilamente en su cama cuando Nicole saltó encima de él para poder despertarle.
– ¡Vamos David, levanta! – Gritó Nicole al oído izquierdo de su compañero.
A David solo le salió de la boca un leve gemido por lo dormido que estaba.
– ¡Vamos! – Insistió ella –. O nos quedaremos sin los mejores asientos.
David bufó, pero al final accedió a salir de la cama.
– Vale, vale – David echó las sabanas hacia el pie de la cama y a continuación se reclinó mientras se restregaba los ojos –. ¿Por qué tanta importancia por unos asientos?
– Ya te lo he dicho – Nicole se levantó de la cama de David –. Es donde mejor se ve el partido.
– ¿Por qué no pueden jugar por la tarde? – Refunfuñó David mientras se ponía de pie para poder despertarse –. ¿Qué hora es, por cierto? – David fue a coger su reloj, pero Nicole se le adelantó.
– Las 8:34 – contestó ella –. A las 9:15 empieza el partido, así que vamos, ¡cámbiate!
– ¿Y desayunar? No nos va a dar tiempo – dijo David mientras se iba al armario y se cogía la ropa limpia.
– En el descanso del partido nos acercaremos a un sitio a desayunar, ¿vale? – Le prometió Nicole.
– ¿Vale? – Contestó David y a continuación se dispuso a cambiarse de ropa y a lavarse los dientes, así que cogió su neceser y se fue al baño compartido de los chicos.
Cuando David volvió a su habitación, Nicole le estaba esperando de pie y con muchas ganas de salir.
– ¿Te has maquillado? – David se dio cuenta de aquel detalle, ya que era la primera vez que la veía así.
– Si, ¿algún problema? – Le especuló ella.
– Para nada – respondió él mientras dejaba su neceser y cogía lo último que le quedaba, su abrigo –. Ya estoy listo.
– ¡Pues vámonos! ¡Qué vamos a llegar muy justos de tiempo! – Nicole agarró la mano de David y le arrastró con todas sus fuerzas.
Llegaron al exterior del bosque tal y como habían salido de la habitación, dados de la mano y Nicole arrastrando a David.
– Puedes soltarme ya, Nicole – dijo David –. Que no me voy a perder. Solo tengo que seguirte...
– ¡Vamos, vamos! – Nicole no le hizo caso y ambos se metieron en el interior del bosque a graves de un pequeño caminito por el que no había nadie.
– ¿Y la gente? – Preguntó David mientras miraba a sus pies para no tropezarse con nada.
– Ya estarán allí – respondió ella con paso firme –. Ellos se toman muy en serio los partidos. Tal y como vosotros hacéis con el fútbol.
– Si, ya... – Susurró David mientras seguía los pasos de su compañera.
Cuando parecía que el camino se allanaba un poco, David subió la mirada y vio que estaban completamente rodeados por la naturaleza y que a unos pocos metros de ellos, se encontraba un portal de color naranja.
– ¿Pero qué? – Dijo David con mucha intención de pararse ahí en medio para poder ver aquello con mucho más detalle. Pero no pudo, ya que Nicole le arrastró hasta el interior del portal.
Nada más atravesarlo, David se dio cuenta de que seguían en un bosque, pero en está ocasión, justo delante de ellos se erguía Michulles en plena armonía con la naturaleza, ya que la población estaba en mitad del bosque. Pero David apenas pudo ver algo, tan solo unas casas echas de madera que estaban justo a la entrada del pueblo, ya que Nicole tiró de él y se fueron justo por el lado contrario de Michulles.
– No me has dejado ni unos segundos para poder ver el poblado – se quejó David.
– Ya tendrás tiempo para eso después – contestó ella mientras seguía andando a buena marcha.
Pero en está ocasión, solo anduvieron un par de minutos hasta que la pequeña estructura del estadio se dejó ver.
David se esperaba algo más grande que eso, pero se equivocó al completo, ya que el estadio tenía el tamaño de uno de fútbol de tercera división. Así que mientras echaba un vistazo a su aspecto exterior, Nicole siguió arrastrándole hasta entrar directamente en el interior del estadio. Cómo no les hacía falta ni entrada ni nada por el estilo, subieron a la grada principal y finalmente se sentaron justo en dónde había dos huecos libres.
Cuando David tomó su asiento, echó un vistazo a su alrededor, viendo que efectivamente estaba todo abarrotado de gente. Pero a pesar de eso, no vio a ningún compañeros de clase ni a nadie conocido, así que o estaban ya sentados, o no había ido nadie.
Fue en ese momento en el que David se sintió libre tras poder soltarse al fin de la mano de Nicole, llegando a echar un vistazo al campo sin que ella le molestase.
En ese instante, David se dio cuenta de que el campo era exactamente igual al de uno de fútbol. Tenía las porterías, el césped era artificial y en el suelo estaban pintados de blanco los límites de cada área. Pero había una gran diferencia que lo marcaba, no había jugadores, ya que los equipos estaban compuestos por unos fantasmas.
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Editado: 12.05.2021