1. Oscuros: el libro prohibido

Capítulo 34

 

Luke

 

Aún sostenía la mano de Jane, aquella pequeña y perfecta, suave y delicada mano que ella poseía y que yo tanto anhelaba. Me encontraba con una sonrisa impregnada en mi rostro, una sonrisa demasiado amplia que podía mostrar la felicidad que yo poseía en ese preciso instante. Esperaba que ella dijera algo al respecto pero en vez de eso simplemente poso su mirada en mis ojos azules y al parecer le contagie aquella sonrisa porque eso fue lo que recibí de premio ante mi demostración de afecto. Sé que quizás no será mucho para algunos, pero ara mi es suficiente. Aunque a veces una sonrisa o un beso ya no me conforma y mis sentidos me piden aún más, pero ella no lo siente tanto como yo. Yo sé que ella también lo quiere, pero no, aún no.

Ella quiere acabar con todos los problemas con los ángeles y todos los seres sobrenaturales que podrían atacarnos en algún momento de estos y los desastres que estaban ocurriendo, ella cree que no es momento para el amor en estos casos. Pero yo… yo, muy dentro de mi interior estoy completamente seguro que no hay nunca un momento específico para él.

Solté aquella pequeña mano delicada que sostenía con tanto esmero y ella frunció el ceño sin quitar su mirada de mis ojos. Estiro sus manos y tomo mi mano en el aire esperando que no me dé cuenta, creo yo. Pero obviamente no funciono.

Lentamente me doy cuenta de que claramente la amaba con todo mi ser, esa mujer era y será por siempre y para siempre el amor de mi vida; no hay manera alguna de pretender olvidar un amor, espero que ella también piense de aquel modo porque si no es así qué se supone que debo hacer yo.

Las cosas que pasan por mi mente no me dejan en paz, no puedo evitar imaginar a Jane acariciándome con aquellas pequeñas y frías manos mi piel, imagino como su cuerpo y el mío se hacen tan solo uno. Pero sé que todo lo que mi mente estaba analizando no podrá suceder, las reglas demoniacas lo prohíben.

Esas reglas son demasiado explícitas y cada una de ellas tiene un gran propósito para cada demonio y por supuesto había que seguirlas o las consecuencias podrían ser devastadoras. Jamás oí de alguien que las haya roto, esas cosas no podían suceder ya que todo podría volverse loco y hasta podrían desterrarte del mundo en tan sólo un abrir y cerrar de ojos, todo es posible. Por ese motivo no podía romper aquellas reglas; así que dejé de pensar en aquello impropio y comencé con pequeñas cosas que valdrían la pena recordar, como sentir aquellos labios sobre los míos o tan sólo un simple abrazo que me mantenía a su lado.

Esas cosas simples y bellas que jamás podría olvidar, esas bellas cosas que nunca podrían salir de mi mente y corazón.

 

— ¿Crees que lograremos salir bien? —Preguntó ella mientras llevaba mi mano hacia sus labios y besaba con delicadeza cada uno de mis grandes y largos dedos.

—Lo haremos. Lo lograremos, todos. No dejaré que salgas herida, jamás. ¿Okay? —Sonreí ampliamente e hice que me soltará las manos.

 

Me estiré un poco y tomé su hermoso rostro entre mis manos con la esperanza de que notará que todo lo que le estaba diciendo era verdad y no sólo una tontería de las tantas que han salido de mis labios en algún momento en específico.

Sé que de mis labios salieron muchas cosas que quizás en algún momento la hirieron, esa nunca había sido mi intención, no podría verla llorar y mucho menos por mi culpa.

 

—Luke, bésame —Musitó ella sobre mis labios esperando que cumpliera aquella orden que tranquilamente me pidió.

 

Siendo sincero no tenía que pedírmelo, no tenía que rogar o secuestrar mi amor ya que todo lo que yo pudiera darle se lo daría sin duda alguna y sin precio alguno, porque yo… yo la amaba.

Esta era la primera vez que amaba a alguien y no estaba seguro de cómo actuar o que decir por miedo a herirla o a herirme más de lo que estábamos. No quería ser otro problema en la lista, no quería ser un dolor más que superar en aquella hermosa mente y corazón que Jane poseía.

Las reglas demoniacas eran también muy importantes para cualquier demonio, por lo tanto las cosas debían mejorar e ir mucho más lentas de lo que ambos deseábamos, esas cosas que tanto anhelábamos no podrían suceder y mucho menos en momentos como estos en los que la vida, la vida de un amigo es lo que más vale.

Estábamos en una gran y oscura guerra, al menos eso era lo que pensábamos.




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