100 veces muerta

Capitulo II

El invierno golpea mas fuerte esta vez, me quiebra constantemente el corazón, es hielo de mis labios se vuelve mas notable por el insensible viento. Mi cabello revolotea por todos lados. De todos los deseos que había tenido hasta ahora, desvanecerme era mi preferido, me cansaba estar viva.

¿Que significaba estar viva? Seguramente no era tan solo respirar, dirigiendo el aire hacia mi pulmones sin siquiera notarlo, era algo más, demasiado profundo tal vez, o quizá requería de un cauteloso análisis que llevaría años, hasta que esta acabe, para entonces y sólo entonces saber lo que realmente era estar viva.

Lastimosamente debemos morir, saber que ya no será igual, saber y estar seguros que cuando crucemos ese túnel del que nos han contado aquellos desesperadas personas a las que la vida les dio otra oportunidad, se cierre a nuestras espaldas y no tendremos su misma suerte  pasarán mil cosas por nuestra mente, como si de una película se tratara,  tan real. Y peor aún no podrás hacer nada más que lamentarte de lo que no hiciste.

Pero ¿Qué pasará con lo que lograste emprender?  Con aquello que sembraste en tierra fértil, eso, crecera y dará buenos frutos, aunque eso es relativo a lo que sembraste mientras tu existencia aún seguía siendo un pedazo de materia más en el universo.

Cuando pienso en esto, los ánimos que había botado por mi ventana hace algunos dias encontraban refugio en alguna parte de la casa luego de haber entrado por una endija de la vieja puerta, temerosos caminaban junto a mí, sabían y aun siguen consientes de lo inestable que soy cuando algo me aturde. Mi voluntad, por otra parte, había simplemente desaparecido, ésta vez eran unas largas vacaciones y la necesitaba mucho para continuar lo que había empezado hace algunos meses. Mi paciencia estaba desgastada en un rincón de la cocina, hoy dijo que no saldría nuevamente, es el cuarto mes que no lo hace. Valentía ni siquiera quería hablarme, quizá se porque. Esperanza… aquella gota de oro reluciente, sigue aquí, a mi lado, no dice nada pero puedo sentirla, muy en el fondo de mi alma, si es que aún cuento con ella, puedo sentirla vibrar cada vez, me da la sensación de que vendrán días mejores, es la que hace levantarme de esa tenebrosa cama.

Que simple vida me he manejado hasta ahora, aburrida y bohemia. Todo se resumía en tomar mi taza de café a las diez de mañana para sentarme a escribir cosas que ni siquiera tenían sentido, creo que había perdido el tacto algunos años atrás. Después de haberlo pensado por mucho, seguramente era hora de salir, dar una vuelta por las calles, y sentir lo que es estar viva de verdad, no simplemente existir. Podrían diagnosticarme de sedentarismo severo, si es que existe si quiera eso.

A veces arde el alma, sus causas pueden ser varias, lo sientes tan fuerte que temes reaccionar de mala manera si dejas que tus sentimientos y verdaderas emociones afloren. 

 



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En el texto hay: misterio, suspenso, vidas unidas

Editado: 17.04.2019

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