12 lobos

Capítulo 18. Editado.

Sus ojos brillaron como nunca, sin lugar a duda la nueva apariencia del lobo era simplemente encantadora, el no solo se veía atractivo, se veía delicioso, bueno eso era algo exagerado, pero no podía negar que parecía otra persona, seguía viéndose masculino, cada una de las facciones de su rostro estaban resaltando en ese momento, aquella camisa blanca se ajustaba a la perfección a su trabajado cuerpo, le hacía resaltar mucho más todos sus atributos, además ese corte de cabello le proporcionaba una apariencia mucho más atractiva y varonil, mucho. definitivamente, se veía mucho mejor que antes y era bastante evidente, pues las miradas, por parte de las transeúntes no tardaron en hacerse presentes, además de algunos cuantos halagos, aquel chico emanaba sensualidad pura.

 

Comenzaba a sentir algunos celos, pues no quería que las demás mujeres le vieran, no con tanta lujuria. Si estaba poniéndose celosa, el ver la atención que estaba recibiendo su chico en esos momentos le hacía sentir de esa manera, si era suyo y nadie más podía verlo de esa forma, solo ella podía sentir deseo sexual por él, solo ella podía verle de manera pasional, era su hombre, suyo desde aquel primer beso. Él le pertenecía, se pertenecían mutuamente y ambos estaban seguros de eso, su amor se había más fuerte con el paso de los días.

Juntos retomaron su camino hacia la playa, había aprovechado el tiempo en el salón de belleza para poder comunicarse con un corredor de propiedades quien les mostraría un par de viviendas con los requisitos de aquella chica, no muy grande, con al menos dos dormitorios, con vistas al mar y de preferencia sin muchos vecinos cerca. Por seguridad sin gente cerca. Lo mejor era que no hubiera vecinos en kilómetros a la redonda. Quería total privacidad. Y seguridad por supuesto, no quería que algún humano viera al enorme lobo andar por las calles como si nada. No querían llamar la atención ni causar pánico colectivo en los lugareños. Aunque Caleb había prometido no convertirse con tanta frecuencia, quería adaptarse a su nueva vida, vivir como una persona normal, al menos eso es lo que él esperaba.

Condujo por un par de horas hasta el lugar de encuentro, en donde verían la primera vivienda, que, a simple vista, no le llamo la atención. Dejo al mayor dentro del vehículo, en lo que ella charlaba con aquel hombre, quien, al escuchar la respuesta negativa a la primera vivienda, realizo una mueca de decepción pues esperaba poder vender esa casa sin demora.

Y así pasaron gran parte del día visitando algunas casas, hasta dar con una hermosa vivienda de color blanco, sobre un acantilado, que tenía una larga escalinata que llevaba hasta la playa, un hermoso mar de color turquesa y arenas blancas. El lugar era perfecto para ambos y cumplía con todos los requisitos que ella estaba buscando, lo más importante lejos de toda la gente.

 

Después de estar negociando por varios minutos cerraron el trato y ambos ingresaron a aquella casa, donde iniciarían su nueva vida. Ambos se quedaron en silencio mientras comenzaban a desempacar las cosas, aunque tan solo eran algunas maletas y las compras que habían hecho en el centro de comercial. Y claro todo el material que ella usaba para trabajar. Ahora iniciarían una nueva vida, vivir juntos como una familia. El moreno rodeo con sus brazos la cintura ajena, dejando su mentón apoyado contra uno de sus hombros. Hundiendo la nariz en el cuello ajeno mientras dejaba pequeños besos sobre su pálida piel. Respirando ese aroma hipnotizante, ese aroma que se había convertido en su mayor droga y adicción.

  • Aprovechare cada uno de los días a tu lado. Y buscare la manera para que pasemos juntos el resto de la eternidad. Aunque tenga que pactar mi alma a cambio, lo intentaré.
  • ¿Eso es posible? ¿Convertirme en algo así? – Cuestiono entre suspiros mientras acariciaba las manos del moreno, giro apenas el rostro encontrándose con los ojos de este que le veían con amor. Jamás pensó ver esa mirada en él, más por la forma en cómo se habían dado las cosas entre ambos.
  • No lo sé, quizás si te muerdo, te podría convertir en una chica lobo, pero lo más probable es que solo termine lastimándote, solo un alfa podría convertirte y en ese caso sería mi hermano, aunque conociendo a André difícilmente querría hacerlo.
  • ¿Por qué lo dices?
  • Desde que tengo memoria, él siempre se ha negado a la idea de morder a alguien, no nos ha dado razones del porqué, pero no quiere hacerlo. André jamás convirtió a nadie en uno de los nuestros, supongo que para mantener el linaje o solo por alguna promesa absurda hecha a nuestros padres, no lo sé. Jamás nos habló de eso, cada vez que se lo preguntábamos nos mandaba a dormir. – Presiono sus labios contra los de su chica. – Pero encontrare alguna solución, lo prometo.
  • No me imagino andar en cuatro patas, así que por ahora prefiero dejarlo así.
  • Buscaremos la forma, no me daré por vencido, quiero pasar el resto de mi vida a tu lado y si tengo que renunciar a mí inmortalidad y envejecer a tu lado, lo haré sin pensarlo. – La apretó con algo más de fuerza sin llegar a lastimarla. —  Te prometo que encontraremos la forma de pasar nuestras vidas juntos.

Le apretó con fuerza entre sus brazos sin intención alguna de soltarla, encontraría la forma de estar siempre a su lado, al fin y al cabo, era un lobo terco y testarudo que siempre obtenía lo que quería, había conseguido estar a su lado y conseguiría más que eso, la sola idea de que su amada envejeciera le llenaba de miedo, no quería perderla. Odiaba la mortalidad de los humanos y lo débiles que eran. La idea de la enfermedad o la vejez lo ponían tenso y ese pensamiento insano de perderla se estaba apoderando lentamente de su mente.




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