14 Tips Para Enamorar a mi mejor amigo.

Capitulo 9

Tip 4. Se cortante y fría para que se interese en lo que piensas de él.

Cuando mis clases terminaron. Me senté en unas mesas que estaban en la entrada de la escuela. Ahí esperaría a mi mamá. Ismerai estaba conmigo ninguna de las dos decía nada, yo me sentía un poco desanimada... A veces no entiendo a Jean.

Su actitud cariñosa, atenta, amable y caballerosa, hizo que me enamorara de él, siempre me trataba diferente y por eso creí que yo le gustaba...
Creo que confundí el cariño que él quería transmitir, como si me viera como una hermana.

Había sentido unas manos en mi cabello y no debía adivinar quién era, a Mery le gusta jugar con las ondas que se forman en mi cabello, me soltó el cabello y luego sentí como me puso una diadema.

—Te ves muy linda —habló con ternura, como si fuera mi mamá cuando me dice lo linda que soy, no es que no sea Linda.

Yo siempre digo que todas las chicas son bellas hasta que encuentran como arreglarse y es verdad, no hay ninguna mujer Fea, si te tomas tiempo para ti y para tu cuerpo.
Encontrarás tu belleza.

Cómo dijo Andy Warhol
Todo tiene su lado bello, pero no todos lo ven.

Aun así, que mi mejor amiga me diga que soy linda es como escuchar a mi mamá.

— ¿Traes el abrigo azul? —me preguntó.

El abrigo azul es parte del uniforme, es un abrigo completo que se pone encima de la camisa de manga corta.

¿Por qué? ¿Qué trata de hacer?

—No —respondí quitándome la diadema.

— Yo traigo el mío, suerte que eres casi de mi talla ¡Ponte eso! —señaló la diadema y agarró su mochila para darme su abrigó.

—¿Porque me arreglas? No es una cita— Le respondí. Ya había entendido lo que intentaba, me hice mi cabello de lado y lo empecé a trenzar.

—Porque... tu cabello suelto se luce bien bonito y porque con el abrigo resaltas, sea una cita o no debes ir presentable... ¡Por tu mamá! —desde Júpiter podía ver la gran mentira con sentido que me había lanzado.

Y volvió a arreglar mi cabello.

Me puse el abrigo como había ordenado, a parte tenía frío, ya eran las 5 de la tarde, pero la temperatura empezaba a bajar.

Juro que le ponía atención a mi amiga, pero mi mente solo pensaba en Jean, su comportamiento y que hoy no se había despedido... Solo se fue.

Tal vez tenía prisa, había dicho que tenía algo que hacer.

Ah, Lind. Reacciona.

—Eres Hermosaaa —me gritó con emoción, di un brinco desde mi lugar... ¡Me asusto! luego se lanzó a abrazarme.

En eso una camioneta plateada se estacionó en frente de nosotras y un niño de cabello brilloso se asomó por la ventana.

— ¡Ya suelta a mi hermana! ¡Me pertenece! —le gritó Guillermo a Isme.

— ¡No! ¡Ella es mía! —le contestó ella y le saco la lengua.

Si... Isme y Guille, No sé llevan bien...

— ¡Mamá! —se metió al coche y la acuso con mi mamá— Dile que la deje.

Isme me solo empezó a reír.

—Te ves muy linda —me dijo mi progenitora con una sonrisa y ahí está el halago de mi mamá.

Eso es normal en las mamás.

—¡Sube al auto! —dijo Guillermo, pero fue más una orden. Ya se había enojado.

Rodeé el Auto de mi madre luego de haberme despedido de Isme, me subí en el asiento de copiloto, atrás estaba Guillermo y Alejandro, él se encontraba leyendo.

—Adiós —le dijo mi mamá a Isme para despedirse de ella mientras el coche empezaba a andar.

Guillermo se asomó de nuevo por la ventana del auto y le enseñó su lengua mientras se jalaba los cachetes.

En el momento que mi mamá dio vuelta a la izquierda pude ver a Isme entrar a su casa.

Si, vive en frente.

(...)

Llegamos al restaurante y Guillermo se bajó exclamando un ¡Si! Emocionado, sonreí al ver a mi hermano feliz.

La última vez que habíamos venido a comer a este lugar fue cuando mi papá regresó y July aún estaba con nosotros.

— ¿Porque lloras? —pregunté, pero ella se secó las lágrimas.

—Es porque los extrañare —me sonrió y me abrazo mientras continúo llorando.

Moví mi cabeza a los lados para sacar ese recuerdo de mi mente.

La Extraño...

—¡Yo quiero una hamburguesa! —exclamó mi hermano para luego sentarse en la mesa.

Me reí junto a mi madre, pudiendo pedir lo que quiera, solo quiere una hamburguesa. Guillermo se sentó a un lado de Alejandro, mi mamá y yo en frente de ellos.

Para ser exacta estaba frente a Alejandro.

— ¿Qué quieren? —preguntó mi madre mientras nos miró a nosotros dos.

—Lo que sea está bien señora Dailyn—Respondió dándole una sonrisa de agradecimiento a mi madre.

—Eso no existe Ale —le dijo—Te pediré lo mismo que Lind, a ella le encanta ese platillo— le dio el menú a la mesera y pidió nuestros platillos.

Mire con rapidez a mi madre.
¿No puede pedir otra cosa?
¿Por qué lo mismo que yo?

Yo miré a Alejandro y entre cerré mis ojos.

Te odio...

—Entonces, te metiste al club de Literatura —mencionó como si quisiera sacar una conversación.

Claro ahorita si aplicamos la amabilidad ¿No?
No caeré en eso.

— Si, claro —le conteste dejando en claro que no quería hablar con él, le sonreí de manera forzada mientras alzaba las cejas para que no fuera tan cruel y mire a mi hermano que estaba contando algo sobre volar y ser como un superhéroe.

Empecé a platicar con mi familia acerca de cómo deberíamos meter una piscina en el patio trasero, solo porque Guillermo no se quiere bañar. Todo fue risas y juegos mientras esperábamos la comida.

Excepto por Alejandro, él no reía solo sonreía y aparte le estaba contestando de una manera fría sin ser grosera, como él lo había hecho conmigo.

Cómo me trates te tratare.

Por momentos me lo quedaba mirando y me preguntaba más por su vida, su mirada al ver a mi hermano reflejaba algo que no podía descifrar.




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