Al amanecer venusiano,
entre vientos arremolinados,
brilla su luna creciente
sobre sus mágicas manos.
El viento desplaza su canoa
sobre aguas quietas y azuladas.
Su rostro la armonía derrocha
cuando cae la mañana helada.
Canto espectral brota de sus labios,
el nacimiento de un frenesí anhelado,
desliza un peine por sus cabellos
y exhala un suave aroma encantado.
Toca las aguas de colores vehementes,
trazando figuras de algún cielo dorado,
se acercan los peces y les sonríe ausente
y mira hacia el cielo buscando un te amo.
Pero una niebla rojiza la oculta, apagando la luna de sus manos,
y la pierdo entre la mágica bruma,
oh, bella criatura del lago.