2. Cazadores Legendarios. El Demonio Mayor

Capítulo 47: Cambios 1/2

—Necesito que eleves tú cuello un poco más, Williams —pide el fotógrafo.

—¿Qué más quieres que lo eleve? —Se queja la mujer.

—Lo suficiente hasta que quede bien. Limitante a seguir la instrucción del fotógrafo y no ha discutir con él —reprendo.

Llevamos veinte minutos y no hay fotos a como el cliente las quiere, si seguimos así sabrá Dios cuando terminemos.

—¿Disculpa? —Se ofende.

—Eleva el cuello y en diez minutos todo el equipo tome el descanso —hablo.

Me alejo sin intención de discutir, de los que estábamos en un principio ahora solo quedó yo. Heily se tuvo que marchar, Nicolás visita por alrededores, Marck y Cristian de están encargando de organizar todos los papeles para contratar a Chapie.

—¿Cansada?

Volteo a ver a Antonio y le brindo una sonrisa.

—Un poco —respondo.

Creo que la última vez que hablamos fue el día que convencí a Miller de que no lo despidiera, tampoco olvido su confesión.

—No quiero incomodarte, pero necesito hablar contigo de algo importante. Juro que no te quito mucho tiempo —pide.

—¿Justo ahora? —Pregunto.

—Sí, de verdad es urgente.

Miro al fotógrafo y a la pareja posar, suspiro un poco y accedo.

—Un momento, tenemos mucho trabajo, además no puedes abandonar tu puesto de trabajo —le hago saber —Vayamos a la cafetería.

Tomo en blazer y doy un par de instrucciones, al igual que le hago saber al fotógrafo que apenas estén les fotos me las mande. En su compañía nos adentramos al ascensor y seleccionamos el botón para dirigirnos a dicho lugar.

—¿Sobre que quiere hablar? —Curioseo mientras esperamos.

—Intenté pedir un préstamos en la empresa, pero al parecer la cantidad de dinero que solicité es mucho, además hay que hacer un papeleo larguísimo y la verdad no tengo mucho tiempo para ello. Así que quiero pedirte ayuda —explica.

—Debe ser mucho dinero, la cantidad que le empresa presta es alta y si me dices que la que tú solicitaste es mucho, no quiero ni imaginar el monto.

—No pido el dinero para desperdiciarlo, Stella. De verdad que lo necesito para algo importante.

El sonido del elevador da a entender que llegamos a la cafetería, soy la primera en salir seguida de él. El lugar está casi vacío.

—¿Quieres algo de tomar? —Ofrece.

—No, gracias. Prefiero que vayamos directo al grano.

Tomamos asiento en una de las mesas y espero un par de segundos para que hable, lo observo tomar un par de respiraciones profundas.

—A mi padre le diagnosticó cáncer —habla. «Oh, mierd*» —Hace poco empezamos las quimios, el seguro médico no cubre mucho por no decir nada. Quiero lo mejor para él, Stella, cuando mi madre  nos abandonó él fue el único en sacarnos adelante y lo necesito conmigo por muy egoísta que suene. Quiero brindarle la mejor atención, quiero que esté bien y todo salga bien. Pero en esta vida quien no tiene dinero le va como el caraj*.

Veo como vuelve a respirar profundo tomando fuerzas para poder continuar, sus ojos empiezan a aguarse y los míos quieren seguir su ejemplo.

Toma una servilleta y de su bolsillo saca un lapicero, escribe la suma del dinero en dicho material.

Mis ojos de abren como platos al ver le cantidad de ceros que se hayan, uno tras otros.

—Si, esa fue mi cara cuando me dieron el costo de todo el proceso.

—Es demasiado, no puedo creer que la salud de una persona dependa de tal cantidad de dinero.

—Ese es el problema, es una cantidad que pocos pueden pagar. Si no abono a las quimios, el proceso queda a la mitad y esto hace que mi padre pueda retroceder en su salud —explica.

—No te voy a decir que todo va a estar bien, porque a mí me lo dijeron y es mentira, sabes que mi madre pasó por un proceso debido a la salud con su corazón y muchas personas me dijeron que todo saldría bien. Sufres en el proceso con la persona, es difícil y no pretendo decirte que tú situación es igual a la mía porque la tuya es más complicada —tomo sus manos —Haré todo lo posible para ayudarte con el dinero.

—Gracias, muchas gracias. Te pagaré, te prometo que te pagaré haya el último centavo —asegura.

—Confío en que lo harás, más que nunca necesitas el dinero y es por ello que no pretendo descontarte altas cantidades de tu salario. Nos la arreglaremos para que lo pagues, no te preocupes —le calmo.

—Eres un gran ser humano —alaga.

—Y tú un gran hijo.

El pitido del ascensor da a entender que alguien acaba de llegar a dicho lugar, nuestra cabezas dan un giro y de inmediato separamos nuestras manos.

—Por si no es evidente, estamos en horario laboral —ladra seriamente —Le recuerdo Antonio que usted tuvo un inconveniente conmigo y no me de otra razón para echarlo de mi empresa.

El hombre al frente traga grueso y de inmediato se levanta de su asiento, me brinda una sonrisa antes de partir.

—Disculpe, señor Miller. No volverá a suceder —habla.

Harry va a acercarse y yo me levanto de inmediato.

—¿Puedes explicarme tus actitudes raras? Tus acciones que de verdad me confunden.

—Ya somos dos, créame. Si me disculpa tengo trabajo que hacer, estamos en horario laboral —excuso utilizando las mismas palabras que él.

—¿Segura que no estás huyendo? Porque a mí me parece que sí. ¿Tanto le asusto?

Suelto a reír.

—Sigue soñando.

—¿Se te acabó la valentía?

—Muy cómico, Miller. Dejemos las cosas hasta aquí ¿si?

Me hago a un lado y doy un par de pasos hasta que su voz me detiene:

—Eso no era lo que decías cuando me besaste allá —ríe.

Maldito.

Mis mejillas empiezan a arder y sé perfectamente que mi cara toma el color rojo debido a la vergüenza.

—Una buena actuación, eso es lo que debemos hacer ¿no? —Excuso.—Voltéate, dame la cara. No me hables de espaldas, háblame mirándome a la cara —exige.

Tomo una respiración profunda, finalmente puedo voltearme a verlo con una sonrisa.

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