El equipo atravesó el portal y aparecieron en un aparcamiento que estaba abarrotado de coches y motos. A pocos metros de allí había una escuela en la que había mucho movimiento al ser el recreo.
– ¿Qué hacemos aquí? Tan cerca de una escuela – se extrañó Sarah –. Hay mucha gente alrededor que nos podrían ver, ¿no sería mejor venir de noche?
– Es una misión de vigilancia – le respondió Stephen.
– ¿Vigilancia? ¿Qué somos ahora? ¿La policía? – Se exaltó Sarah –. ¿Por qué leches me ha obligado a venir aquí? ¡Tendría que estar con Eric! – Se enfadó.
– Tranquila Sarah, Eric estará bien. Tienes que confiar en tu madre – intentó tranquilizarla Stephen.
– ¿Confiar en mi madre? – Se rió levemente –. Mi madre haría cualquiera cosa con tal de sacar información.
– Tu madre hace lo que es mejor para ti Sarah… Y si te quería aquí, será por algo, no por hacerte perder el tiempo – dijo Stephen mientras hacía varias señas a otros dos grupos de cazadores, uno formado por Derex y un cazador, y otro por Hikari y otro cazador.
– Estoy por aquí para no interferir en sus planes con Eric – respondió Sarah con bastante brusquedad –. Y lo sabes – miró a Stephen.
– Tu madre no tiene planes con Eric, tan solo quiere hablar con él tal como lo hizo con el resto – intentó Stephen que entrará en razón –. Solo querrá saber el motivo del por qué ayer desapareció e imagino que también sobre ser el único Cazador Primigenio – dejó el tema unos segundos para dirigirse a los grupos –. Ya sabéis lo que tenéis que hacer, tened cuidado – los grupos se separaron cada uno hacia su posición. Stephen volvió a la conversación con Sarah mientras se dirigía hacia el lugar más cercano a la escuela sin salirse del aparcamiento –. Tu madre ha venido a la central en el peor momento, ¿lo sabes no? Le ha dicho el consejo que o recupera la normalidad o cierran la central.
– ¿¡Cerrarla!? – Se sorprendió Sarah mientras acompañaba a Stephen.
– Si, y tu madre está haciendo todo lo posible para que eso no ocurra – se paró en seco Stephen y la miró –. Así que por favor, confía en tu madre. Sé que no os lleváis bien, no sé el motivo y tampoco quiero saberlo, pero deja que ella haga su trabajo y todo volverá a la normalidad – pausó –. Dale una oportunidad.
Continuaron andando para llegar al sitio planeado. Mientras lo hacían, Sarah pensó en aquellas palabras y logró entrar en razón de muy mala manera, forzadamente más bien, así que se interesó por aquella rara misión con tal de olvidarse todo lo sucedido.
– ¿Vigilancia? Eso no lo hacemos nunca, para eso está el equipo de vigilancia ¿no? – Mostró algo de interés Sarah.
– Al parecer hay una niña bruja prodigiosa ahí adentro y ha llamado la atención de la Organización de Brujos Salvadores y al grupo de Magos de América. Por eso estamos aquí, ha llegado a nuestros oídos que iban a “llevársela” hoy – habló Stephen mientras echaba un vistazo a la escuela.
– Esos bastardos… Siempre haciendo las cosas por las malas. ¿Sabemos quién es? – Preguntó Sarah echando un vistazo al patio, que estaba repletos de niños jugando.
– Se llama Elizabeth, tiene 10 años, es rubia y muy alta para su edad. Según el equipo de vigilancia todos los martes se va en el recreo a su casa. Así que creemos que será el mejor momento para que la intenten secuestrar – respondió Stephen mientras la intentaba buscar.
Durante los próximos minutos ambos estuvieron buscando a Elizabeth, pero no la encontraron, así que decidieron esperar a que saliese para poder seguirla y así protegerla. Mientras estaban expectantes para ver que ocurría, Stephen sacó el tema de Eric.
– ¿Por qué desapareció ayer? Me refiero a Eric – pausó –. ¿Tuvisteis alguna pelea en el infierno? – Curioseó más de lo debido Stephen.
– ¡No! No hubo ninguna pelea. Tan solo se fue a su casa para poder descansar un poco. Lleva meses sin parar Stephen – le miró a él –. A saber por lo que ha pasado intentando rescatar a Katherine.
– Ya veo, no aguantó la presión y explotó. Lo veo lógico, todos necesitamos un descanso de vez en cuando – dijo Stephen sin perder de vista al colegio, parecía que algo le había llamado la atención.
– Así es – asintió Sarah –. Además, no le dimos ni si quiera las gracias por proteger a Katherine, ¿qué clase de personas somos? Estábamos tan preocupados por recuperarla, que se nos olvidó por completo darle las gracias…
– ¡Ahí! – Se exaltó Stephen mientras apuntaba hacía la puerta principal del colegio.
Sarah afinó su vista y pudo distinguir que era ella, alta como había dicho, con un vestido de flores y con una mochila rosa.
– Equipos – habló Stephen al intercomunicador –. Objetivo moviéndose, estar alerta.
La conversación que estaban teniendo se vio interrumpida y empezó la misión. Salieron del aparcamiento, atravesaron un pequeño parque de manera rápida y llegaron a la misma calle por la que iba la niña. Estaba a unos 50 metros delante de ellos y se dieron cuenta de que era una cría completamente inocente. ¿Cómo llevaría el tema de los poderes? ¿Sus padres están relacionados con el mundo mágico? Había mil preguntas que responder, pero en ese momento no les interesaba. Tenían que estar centrados en su misión y protegerla de cualquier amenaza. Sarah se preguntó en dónde estaban los otros dos equipos, se imaginó que estarían vigilando en posiciones estratégicas y sin llamar apenas la atención, todo lo contrario a lo que hacían ellos. Iban a paso rápido, con cara de pocos amigos y todo el que se nos pusiese en medio, lo quitábamos de un golpe de nuestro camino.
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Editado: 19.05.2024