Semana 8. Domingo.
David estaba sentando en su habitación, repasando una vez más todo cuando se dio cuenta de que ya eran las nueve y media de la noche. Lo que significaba que el asalto debería de comenzar ya. Así que cogió aire fuertemente una última vez y abandonó su habitación para dirigirse al salón, que era dónde se encontraba el resto del equipo.
Le costó mucho escoger los miembros, pero al final, la táctica era lo más importante. Por lo que, escogió a Ángela por ser la más avanzada con la magia, escogió a Lucas por ser el más fuerte físicamente y escogió a Lara por ser la única que tenía carnet de conducir. Y por último, él mismo, por supuesto.
– ¿Ya es la hora? – Preguntó Lara en cuanto le vio aparecer.
– Sí. Me temo que si – asintió él.
– Mierda... – Soltó Lucas sin querer del tanto nerviosismo que tenía.
– Todo va a salir bien, chicos. Si seguimos el plan al pie de la letra no nos va a ocurrir nada – les comentó David sin estar del todo seguro.
Había tanta tensión en el ambiente, que nadie respondió nada.
– Recordar que somos un equipo y que estamos juntos en esto – pausó –. Nadie abandonará a nadie – agregó seriamente.
La primera parte del plan era sencillo. La oficina de La Hermandad se encontraba en Praga, en una calle colindante del barrio de Můstek. Así que para pasar desapercibidos, decidieron alquilar un coche para llegar hasta allí. Además de ir de noche para que no hubiese mucha gente en la calle.
– ¿Estáis listos? – Preguntó David mirando uno a uno.
– Ya sabes que siempre estoy contigo – respondió Ángela de forma decidida.
– ¡Vayamos a por ellos! – Soltó Lara.
– Acabemos con esto de una vez por todas – afirmó Lucas.
– Está bien. Que comience la diversión – David se giró hacia el pasillo y utilizó su poder especial para hacer aparecer un portal que supuestamente les llevaría justo al lado de la tienda de renting. Así que una vez estabilizado el portal, David fue el primero en cruzarlo, llevándose una ilusión tremenda al ver que no había fallado –. ¡Vamos! – Soltó él alegremente. Aunque al instante se tuvo que girar al escuchar a sus compañeros atravesar el portal.
– ¿Estamos en el lugar indicado? – Preguntó Ángela mientras echaba un vistazo a las casas de su alrededor.
– Sí – afirmó él –. Seguidme – David avanzó por la calle en la que aparecieron hasta que giraron a la izquierda en otra calle que estaba llena de diferentes negocios. Cómo un cine, un enorme supermercado, un Burger King, una gasolinera, etc.
– ¿Está lejos? – Preguntó Lara algo nerviosa.
– No – David negó con la cabeza –. Está allí, ¿no lo ves? – David señaló justo al lado de una tienda de muebles que se encontraba un poco más adelante.
– Renting Car... – Susurró Lara al leer el cartel.
– Vayamos a por el coche, vamos – David reanudó de nuevo la caminata.
El vehículo que escogió David fue un Ford Focus de cinco puertas y de color negro, el coche de los sueños de Lara. Pero lo más importante ahora mismo, era que ya se encontraban de camino hacia la oficina de La Hermandad. Así que David aprovechó para repasar mentalmente la segunda parte del plan.
Era la parte más difícil de todas, ya que no sabían muy bien lo que se iban a encontrar. Pero lo primero que tenían que hacer, era aparcar el coche cerca del edificio, o al menos intentarlo, ya que no sabían cómo estaba el tema de aparcar por allí. Lo segundo que deberían de hacer, era echar un vistazo a su alrededor. Y una vez que estuviera despejado, se bajarían del coche y quitarían las matriculas por si tuviesen que hacer una huida forzosa. La tercera parte del plan era acercase a la puerta del edificio y forzarla con una descarga, ya que la cerradura era eléctrica. Y por último, y una vez que estuviesen dentro, tendrían que improvisar, ya que no sabían que era lo que se iban a encontrar ahí dentro. Aunque en teoría, tendrían que buscar el despacho del abogado, tendrían que destruir los papeles de la prorroga y finalmente, huirían del nuevo hacia el coche. Que era dónde Lara les iba a estar esperando durante todo ese rato.
El repaso del plan había sido tan largo, que cuando David quiso volver en sí, de dio cuenta de que ya estaban aparcando. Pero había un problema, estaban a unos 500 metros de la oficina y tenían justo delante una furgoneta que les impedía ver la entrada.
– Mierda – masculló David –. Recuerda Lara, estate quieta aquí, ¿vale? Si ves cualquier movimiento en la entrada, nos avisas.
Lara asintió.
– Recordad – se giró hacia Lucas y Ángela –. Que hay que actuar con normalidad.
Lucas y Ángela también se dedicaron a asentirle.
– Muy bien – David miró a sus lados y hacia atrás –. Parece que no hay nadie... Salgamos y quitemos las matriculas – David se quitó el cinturón, abrió la puerta y salió a la calle. Volvió a mirar a su alrededor por si las moscas y se dirigió hacia la parte delantera del coche junto a Lara mientras que Lucas y Ángela hacían lo mismo en la parte trasera.
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Editado: 30.03.2022