Semana 22. Viernes.
Llegó el día. Anoche, la profesora envió la solicitud a Xavier, así que hoy, a las 19:55 en punto, iban a saber si eran aceptados o no. Lo que provocó que los nervios se dejasen ver en el cuerpo de David unos minutos antes.
– Tenía que haber ido con Tania, tenía que haber ido con Tania… – Se dijo una y otra vez David mientras daba vueltas en la habitación con el traje negro ya puesto –. Tenía que haberla convencido…
– ¿Quieres dejar de pensar en eso? – Masculló Ángela –. Llevas toda la semana así… ¿Y por qué no llevas corbata? – Se dio cuenta ella.
– ¿Bromeas? Si llevo corbata me voy a asfixiar con los nervios – contestó él dándose unos paseos de un lado a otro.
– Tranquilízate – Ángela se levantó y le paró los pies a su amigo –. Todo va a salir bien. Tú inspira y expira…
– Es solo una misión – comentó Nicole –. Te has enfrentado a cosas peores. Así que podrás con una fiesta.
– Se me da fatal socializar con la gente – añadió él.
– ¿Estás seguro de eso? – Dudó Ángela –. Yo creo que te estás poniendo excusas.
David suspiró al ver que su amiga tenía razón.
– Quedan cuatro minutos para la hora – anunció Ángela –. Deberías de irte.
David asintió.
– ¡Un abrazo de grupo! – Soltó Nicole abalanzándose sobre David y a continuación se unió Ángela.
– Suerte y tú tranquilo, que todo ira de perlas – le susurró Ángela.
– Gracias, chicas – David se separó de sus compañeras y tras mirarlas una última vez, abandonó la habitación.
David ya se encontraba en el pasillo, y se dirigía hacia el despacho de Jennifer, cuando de repente Tania salió de su despacho y le interrumpió.
– David… – Le susurró ella –. Ten cuidado con Jennifer…
– ¿De qué estás hablando? – Se paró en seco.
– Nada. Solo que… Tengas cuidado… – Pausó –. Suerte – se metió de nuevo en su despacho.
– ¡Espera! A que te… – Pero ya era demasiado tarde –. ¿Qué tenga cuidado con Jennifer? – Se preguntó él –. Mmm… – Reanudó su marcha hasta que llegó al despacho indicado justo dos minutos antes de la hora.
En condiciones normales llamaría a la puerta, pero cómo no lo era, entró de golpe. Quedándose boquiabierto al ver a su tutora con un vestido de látex de color azul celeste que le encajaba a la perfección. Además de ir maquillada y con unos tacones altos y de color azul marino.
– Llegas justo a tiempo – le dijo a ella poniéndose los pendientes.
David estaba aun absorto.
– ¿Vas a entrar o vas a quedarte ahí? – Insistió ella.
David dio un paso hacia delante y cerró tras él la puerta.
– ¿Te ocurre algo? Pareces estar en otro mundo – añadió Jennifer dándose los últimos retoques.
Y una vez más, David no dijo nada, ya que aun seguía pensando en lo erróneo que era eso.
– ¿Sabes qué para fingir que somos pareja hace falta comunicación, verdad? – Se giró hacia él una vez acabado –. Si vas a estar así todo el rato, no va a servir absolutamente para nada.
– ¿Prometes qué no harás nada raro? – Fue lo primero que soltó David.
– ¿Por qué iba a hacerlo? – Le preguntó ella.
Pero David no pudo responder a aquello debido a que un portal se abrió justo a un par de metros de ellos.
– Nos han aceptado… – Susurró Jennifer –. ¡Nos han aceptado! – Gritó a continuación.
David tan solo se dedico a suspirar, ya que se venía algo muy loco.
– Vamos – Jennifer se acercó a él y se puso a su lado derecho –. ¿Estás listo?
– Por supuesto – dudó él.
– Entonces, pon tú mano en el culo – soltó ella.
– ¿Qué? – David la miro incrédulo.
– Que pongas tú mano – Jennifer agarró la mano derecha de David –. Y la pongas en mi culo – llevó su mano hacia el glúteo derecho.
– No puedo – subió su mano a la cadera.
– Sí puedes – ella bajó la mano de nuevo.
– ¿Es necesario esto? – Preguntó él muy incomodo y dándose cuenta de que aquello lo ruborizaba.
– ¡Claro! – Jennifer rodeó el cuello de David con su brazo izquierdo –. Que todo salga bien… – Susurró ella.
– Si… – Dudó David una vez más.
– ¡Adelante! – Jennifer empezó a andar, obligando a David a hacerlo también, cruzando ambos el portal a la vez.
Por suerte, para David, se quedó tan sorprendido con la mansión que había delante, que quitó la mano del cuerpo de Jennifer. Aunque al instante dejó de mirar el edificio para hacerlo en el patio en el que acababan de aparecer.
Era muy grande, estaba a un nivel por debajo de la mansión, era campo abierto y justo en el centro, que era en dónde aparecieron, había un conjunto de mesas que hacían un círculo. Por no olvidarse de la veintena de portales que había abiertos y por el cual salían el resto de invitados.
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Editado: 30.03.2022