Semana 39. Lunes.
Habían pasado todos estos días en la casa de un amigo de David en un pueblo de Asturias que se encontraba lejos de la civilización.
Aquella mañana, y otra más, David llegó a la casa tras comprar una bala de heno y varias barras de pan.
– Toma chico, come – David miró que no había nadie en la calle y a continuación dejó el heno en el suelo, comenzando a desaparecer al instante –. Con tranquilidad, ¿Quieres?
– ¿No quieres dedicarte a eso?
David se giró y vio que la resplandeciente Emily estaba asomada a la ventana.
– No es lo mío. Se necesita tener mucha paciencia – David se acercó a la ventana –. Veo que ya te has levantado – la besó suavemente.
– Y tú cada día sales antes – le comentó ella.
– Es que no quiero encontrarme con Roberto – masculló él –. Es un pesado que no para de hablar luego – se dirigió hacia la puerta y entró en la casa –. Así que será mejor evitarlo.
– Al menos socializas con gente – dijo Emily saliendo de la habitación y quedándose apoyada en la puerta.
– Si a eso le llamas socializar… – David avanzó por el pasillo –. Siempre va hablando de lo mismo.
Kinnei apareció por el fondo del pasillo y corrió hacia él con la lengua fuera.
– ¿Has descansado bien, Kinnei? – Le preguntó David.
El zorro aulló y empezó a restregarse en la pierna izquierda de él para mostrarle afecto.
– Al menos ves a gente distinta – agregó Emily –. Yo me aburro ya de estar siempre con estos, de hecho, no sabemos ni de lo que hablar…
– Si supieseis hablar español os dejaría iros a hacer los recados… – David reanudó la marcha hasta llegar al salón, dónde estaban todos desayunando –. Buenos días, chicos.
– ¡Pues enséñame! – Exigió Emily.
David avanzó por el salón entre saludos y giró a la derecha en la primera puerta para entrar en la cocina.
– Si te ves capaz, yo te enseño. Ya te lo he propuesto otras veces… – David dejó los panes en la encimera y al voltearse se encontró con su novia.
– Yo te dije que me lo iba a pensar – contestó ella –. Y después de estos días… Lo veo útil, ya que si voy a pasar tiempo con tú familia…
– Entonces tendré que prepararme…
– Eres un buen profesor, no hace falta que te preocupes mucho – le dijo Emily.
– Sí, pero un idioma es…
– ¡David! ¿Hoy qué vamos a hacer? – Le preguntó Nico desde el salón.
– Nada – David rodeó a su novia y se quedó parando en la puerta –. Hoy es día de descanso. Os lo merecéis después de lo de ayer…
– ¿En serio? – le preguntó Emily abrazándole por la espalda.
– Sí… – Afirmó él –. Yo también me notó un poco cansado. Y es que quiera o no, llevamos días sin parar. Además de que hoy va a llover, así que será lo mejor para todos…
– ¡¿Sabes qué significa eso, Marlon?! – Le gritó Simón eufórico.
– ¡Qué podemos usar el puesto de escucha! – Soltó Marlon.
– ¡Imagínate qué escuchamos una conversación secreta! – Se exaltó Simón –. ¡Vamos, vamos! – Se levantó corriendo y se fue hacia el garaje.
– Vaya frikis que sois… – Susurró Lara.
– ¿Nos hacemos la manicura, chicas? Ya es hora – les preguntó Alessia.
– ¡Sí! – Soltó Nico –. Que las tengo destrozadas…
– ¿Vienes con nosotras, Emily? – Le propuso Lara.
– No, gracias. Quiero pasar mi tiempo con David – le agarró más fuerte.
David aún no se acostumbraba a eso, así que forzó una sonrisa y esperó a que sus amigas se fueran.
– Yo me iré también con Marlon… – Susurró Lucas levantándose de su sitio.
– ¿Y qué quieres hacer? – Preguntó David en cuanto se quedaron solos.
– Solo quiero pasar el rato, así que lo que tú quieras, cariño – le susurró ella.
A David le dio un escalofrió al escuchar eso y dio un paso hacia delante sin querer.
– ¿Quieres dar un paseo antes de qué llueva? – Propuso –. Aunque ahora que lo pienso… Será mejor meter al Thresl en el patio, ya que aunque sea invisible se mojara, ¿no?
– Mmm… – Emily se lo pensó viendo como David abandonaba el salón para ir a la calle de nuevo –. Yo digo que si se moja – le siguió –. De hecho, quizás sea su punto débil, ya que puede verse su silueta.
– Tienes razón – David salió y vio que el heno ya se lo había acabado –. ¿Ya te lo has comido todo?
– Quizás tendrás que…
El Thresl bufó justo delante de ellos.
– ¡Oye! Va a llover pronto y hoy es día de descanso, así que… ¿Te metemos en el patio? – Preguntó David –. Es cómo tu día de vacaciones.
La bestia no estaba muy de acuerdo con él, pero al final relinchó para decirle que sí.
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Editado: 30.03.2022