Eric se despertó. Estaba tumbado sobre algo blando y su vista apuntaba hacía un cielo despejado. Restregó sus manos por el suelo para saber en dónde estaba apoyado, era césped, lo detectó por el olor y por aquella textura fresca. Se reclinó para ver en dónde estaba y descubrió que delante de él había una silueta de un cuerpo humano. Enfocó los ojos y parpadeó varias veces para ver quién era.
– ¿Ryan? – Eric se sorprendió.
– El mismo – respondió el ofreciéndole la mano para ayudarle a levantar.
Eric, sin ser consciente, dio su mano de forma automática y se levantó del suelo con su ayuda. Pero cuando ya estaba de pie, se dio cuenta de lo que acababa de ocurrir.
– ¿Un momento? – Eric intentó procesar –. ¿Cómo es que te acabó de coger la mano? – Eric miró a sus propias manos –. ¿No se supone que no puedo tocarte?
– Veras, tengo que explicártelo...
Pero Eric fue imaginándose cosas en su cabeza hasta que soltó la más adecuada.
– ¿Estoy muerto? –Dijo Eric mirando su propio cuerpo.
– Si, veras...
– ¿Cómo ha pasado? – Eric le volvió a interrumpir.
– Veras...
– ¿Me podrás llevar de regreso no? – Eric no dejaba hablar a Ryan.
– ¡Te quieres callar! – Gritó Ryan algo mosqueado por todas esas interrupciones –. Estas muerto sí, he sido yo el que te he matado.
– Pero...
– Calla – soltó Ryan–. Déjame explicártelo. Te he matado porque necesitamos tu ayuda. Nuestro mundo está en peligro y tú eres el único que puede hacer algo. Te preguntaras que ¿cómo? Fácil, a pesar de que estas muerto, mantienes tus poderes primigenios durante cinco días. Cuando se pase ese periodo... Tus poderes desaparecen y te quedaras en este mundo para siempre.
– No puede ser... –Ssusurró Eric.
– Tranquilo, tenemos un plan – dijo Ryan firme y serió –. En teoría deberías de estar de regreso antes de que te hagan el funeral de cazadores, es decir, en cinco días como mucho.
–¿Pero qué...
– Déjame explicarte lo que sucede –Ryan se acercó a él –. Alguien de la Tierra ha conseguido entrar a este mundo. Y por si fuera poco, va matando a todo el que se encuentra.
– Si ya estáis muertos... ¿Cómo vais a poder morir? – Preguntó Eric extrañado.
– Eso para otro momento – refunfuñó Ryan–. Hemos seguido el rastro de las muertes y creemos que se dirige al castillo para coger algo.
– ¿Y por qué necesitáis mi ayuda? – Preguntó Eric intentando procesar toda esa información.
– Fácil – le explicó Ryan–. Tú tienes poderes y él tiene poderes.
– ¿Quieres que luche contra él? – Eric parecía entenderlo.
– Así es – afirmó Ryan–. Veo que vas pillando las cosas.
– Pero...
– Para otro momento Eric –Ryan le interrumpió –. Llegamos tarde a la reunión. Vamos.
Ryan empezó a andar esquivando a varias personas. Eric estaba tan metido en la conversación que no se había dado cuenta de la vida que había a su alrededor. No estaban solos, había mucha gente de todas las edades yendo de un lado para otro. También había pequeñas carpas y tenderetes que estaban habitadas por una o varias personas.
– Vamos Eric – gritó Ryan al ver que Eric seguía parado.
Eric se había quedado paralizado observando sus alrededores. Pero cuando escuchó a Ryan, volvió en sí y al poco rato empezó a caminar hacia dónde estaba él. A medida que se iba acercando hacía Ryan, éste se volvía a alejar recorriendo otros pocos metros. Repitieron esto varias veces hasta que Ryan se paró al lado de una carpa grande de color rojo y que tenía un par de insignias en la tela exterior.
– Oye – Eric se paró delante de la carpa –. ¿Por qué hay gente de todas las edades? Hay desde críos hasta ancianos…
– Son cazadores primigenios Eric – le explicó Ryan–. Cuando mueres, puedes elegir la forma en la que vivir en este reino, joven, adulto o anciano.
– Que lugar más horrible para vivir… –Murmuró Eric echando un vistazo a su alrededor –. Intentaré no venir aquí cuando muera – susurró...
– ¿Qué decías? – Le interrumpió Ryan.
– Nada, nada – dijo Eric intentando disimularlo.
– Entonces, adelante –Ryan señaló al interior de la carpa –. Nos están esperando.
Cuando Eric entró, vio como las personas que había en el interior, se callaron y se quedaron mirándole. Eric, ante esta rara situación, fue mirando uno a uno hasta que reconoció a alguien, Stewis.
– Siento la tardanza – dijo Ryan entrando detrás de él –. Tenía que esperar al mejor momento.
– Tranquilo Ryan– habló Stewis–. Has tardado lo suficiente como para que hayamos planeado algo – pausó y se dirigió a Eric –. Me alegro de verte Eric –. Volvió a pausar para ahora dirigirse a todos –. Este chico que veis aquí, será el que luche contra la amenaza.
Un leve marullo recorrió toda la carpa.
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Editado: 12.07.2024