Semana 10. Domingo.
Se pasaron toda la noche buscando a Sofi, pero tras inspeccionar todos los lugares dos veces, no la encontraron– Así que invocaron una reunión urgente a primera hora de la mañana para decidir qué era lo siguiente que debían de hacer.
– Tú madre es un poco…
– ¿Impaciente? – Le interrumpió ella –. Lo sé.
– No os habéis dicho ni una palabra desde ayer – añadió Emily.
– ¿Y para qué? – Masculló él –. Si desde el primer instante no le interesaba. Parece que nos la tiene jurada, a los humanos, digo.
– A lo mejor solo está haciendo de madre y te está protegiendo – Emily se acercó por la espalda para abrazarle.
– Pues que haya avisado, porque para no hacer nada, le hubiese enviado una nota y nos hubiésemos quedado en la tierra – suspiró él.
– No conocéis el cielo ni los peligros que hay – su madre apareció de golpe en la habitación –. Por eso os dije que os quedarais aquí.
– Pero podíamos haberos acompañado – respondió él antes de girarse hacia su madre.
– Era muy peligroso – insistió ella.
– ¿El cielo es peligroso? Eso no lo sabía yo… – David se mosqueó un poco.
– Es peligroso porque vivimos en islas, David – le explicó Inés –. Quieres dejar de estar mosqueado por cosas que no sabes.
– Lo siento, mamá – David se avergonzó, ya que nunca se imaginó diciendo de nuevo esa frase.
– Oh… – Emily puso cara de afecto.
– Como que oh – David cambio de parecer al instante –. A que te quedas sin besos hoy – amenazó.
– El que no podría aguantar sería tú – respondió ella besándole de golpe.
– Muy bonito el amor, sí. Pero tenemos algo más importante que hacer – anunció su madre –. Una reunión – comentó –. Creemos que vosotros podéis ayudarnos a intentar localizarle o a entender el porqué Ras sigue aquí.
– Así que ahora necesitan de nuestra ayuda, eh – comentó David al romper el beso.
– No vaciles, señorito – le regañó su madre –. Y tú – señaló a Emily –. Espero que seas lo suficientemente buena para él.
– ¡Pues claro qué lo soy! – Se defendió Emily.
– Eso lo decidiré yo cuando la conozca más – comentó ella.
– ¡Ósea qué vas a abrir la puerta! – Soltó David con una sonrisa –. Me has hecho caso…
– No te digo que sí ni que no – chaqueó los dedos y los tres aparecieron en la misma sala que estuvieron ayer, con la diferencia de que ahora eran muchos menos –. ¿Estamos todos?
– Falta Ari, que estaba revisando el mundo de los sueños – contestó un de los ángeles.
– ¿Mundo de los sueños? – Susurró David sin creérselo.
– ¿Tienes motivos ahora para creerme que el cielo es más peligroso de lo que crees?
David no contestó a su madre por vergüenza.
– ¿A dónde ha podido ir una cría en sus condiciones? – Soltó un ángel de golpe.
– Siendo controlado por Ras… A cualquier lado – respondió Inés.
– ¿Y eso puede ocurrir de verdad? – Todos los ángeles miraron a David y a Emily.
– Al parecer trasladó su conciencia al cuerpo de la niña – respondió David –. Por lo que sabía de nuestro plan y nos tendió una trampa en la que hemos caído todos. Y ahora… Está suelto por ahí… Y lo peor de todo es que está controlado a una chica inocente.
– Sofi no está en el mundo de los sueños – comentó Ari nada más aparecerse.
– ¿Pero qué quieres Ras del cielo? – Preguntó otro ángel.
– Eso – insistió Inés –. ¿Qué es lo qué quiere? – Miró a su hijo.
– Ya os lo dije, ¿no? – Dudó David –. Quería reconstruirse entero, así que para eso… Supongo que necesitará poder… Y mucho… Supongo.
– ¡La fuente de poder! – Soltó Inés –. ¿Por qué no hemos sido tan obvios? – Miró al resto de los ángeles.
– Pero… Una cría como ella no podría acceder, ¿no? – Comentó otro ángel.
– Te recuerdo que es una de nosotros, por lo que la puerta la aceptará sin problemas – explicó Inés.
– ¿Y la fuerza no la consumirá? – Preguntó Ari.
– No sé. Pero deberíamos de estar yendo hacia allí, estamos perdiendo el tiempo – Inés levantó la mano para chasquear los dedos.
– ¡Espera! – David la paró –. Que plan tienes… Porque no deja de a ver una niña ahí dentro. ¿La vais a matar?
Inés le miró y a continuación miró a todos los ángeles. Entonces, ahora sí que chasqueó los dedos y todos aparecieron frente a una especie de plaza que tenía una puerta de hierro que estaba abierta. Pudiendo ver el interior, aunque todos se fueron hacia la fuente, ya que allí mismo se encontraba Sofi apunto de beber de una especie de concha.
– ¡Alto! – Gritó Inés y a continuación lanzó una ráfaga de aire que hizo que la niña se cayese al suelo, pudiéndola así alejarla de la fuente. Aunque antes de que David pudiese reaccionar, todos los ángeles entraron corriendo a la plaza en formación de ataque. Entonces, David, preocupado, intentó seguirles. Pero cuando fue a cruzar la puerta, ésta se la impidió chocándose contra un muro invisible.
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Editado: 17.07.2022