Semana 11. Lunes.
Sin lugar a dudas, fue la noche más rara para David, ya que se acostó sin pensar en Ras, se acostó sin la tensión de la que podía pasar mañana, se acostó… Normal. Cosa que no hacía desde el día en el que conoció que existía la magia.
– David, ¿estás bien? – Le preguntó Emily al verle despierto.
– Sí – afirmó él mirando al techo –. Tan solo… Es que se me hace raro que todo esto haya acabado, no se…
– Ya vendrán otras aventuras – Emily puso su mano encima del pecho.
– ¿Y ahora canciones, no? – David se giró para mirarla –. No has vuelto a hablar de música – le recordó.
– No he tenido tiempo… – Reconoció ella –. Y no estaba precisamente en mi mejor momento para componer.
– Ya verás como volverás a hacer varios números uno – le incentivó él.
– Tú ya eres mi numero uno – soltó Emily.
A David le pareció muy dulce aquel comentario, así que se subió encima de ella para besarla unas cuantas veces.
Más tarde…
– ¿Cuándo crees qué volverá a abrir la puerta? – Le preguntó Emily.
– Conociendo a Kate… Lo hará pronto – admitió él –. Entonces… ¿No vas a querer venir con nosotros, mamá?
– Ya te he dicho que no tres veces – insistió su madre.
– Pero… ¿No ibas a dejar abierta la puerta? – Le preguntó él.
– Solo será para que me ayuden con ese tema. Luego lo volveré a cerrar – explicó ella –. Además, no creo que sea muy conveniente que los ángeles aparezcan ahora en el ministerio… Así que lo haremos de manera muy cautelosa, no quiero que me vean – pausó –. Así que de momento, y como testimonio para el ministerio, le daréis esta carta escrita por mí a Robinson – le ofreció una carta a su hijo –. Cuento todo lo que ha pasado durante estos dos días y cuento vuestra participación en lo ocurrido. Creo que servirá para cerrar la misión – miró a los ojos de David –. Y repito, dársela a Robinson y nada de leerla, ¿vale?
– Vale, vale – se mosqueó él cogiendo la carta y guardándosela en el bolsillo –. Además, ¿por qué iba a leerlo si ya se lo ocurrido?
– Solo era por si acaso – comentó su madre.
– No les hablo de ti, ¿entonces?
– Ya está la puerta abierta – soltó de repente un ángel tras aparecer de golpe en el despacho.
– Diles que sus amigos van enseguida – agregó su madre y el ángel desapareció de nuevo.
– Odio cuando hacen esas cosas… – Susurró David.
– No, no le digas que estoy viva… Tan solo dale la carta a Robinson, ¿vale? – Insistió ella.
– Pero mentir…
– No pasará nada, hijo. Tu haz lo que te he dicho y punto.
– Está bien, está bien. Solo lo comentaba… – Miró al suelo algo triste al saber que tendría que dejar a su madre.
– No te pongas así, cariño – su madre se dio cuenta –. Dentro de una semana abrid la puerta de nuevo, ¿vale? Os estaré esperando con las novedades y así de paso me contáis lo ocurrido en estos días.
David no dijo nada, tan solo miró a Emily para decirla con la mirada que ya era hora de marcharse de allí.
– ¡Hasta luego! – Emily salió del despacho rápidamente.
– Nos veremos pronto, mama – susurró él y a continuación siguió a su chica muy de cerca.
Salieron de la casa y comenzaron a caminar juntos hacia la puerta de una manera que nunca antes habían hecho, con paz y tranquilidad.
– ¿Qué será de nosotros ahora? – Preguntó David mirando el cielo –. ¿Volveremos a la escuela? ¿Nos aprobaran? ¿Trabajaremos?
– Probablemente haga el máster de derecho mágico, ya sabes, para especializarme en…
– ¡Eso es increíble, Emily! – La interrumpió David parándola de golpe para darla un abrazo –. Es lo que te mereces… – Susurró.
– ¿Y tú? ¿Qué es lo que piensas qué vas a hacer? – Le preguntó ella rompiendo el abrazo para volver a continuar camino abajo.
– Supongo que no saldré del ministerio… Le pediré a Robinson que me ponga en defensa. Creo que es lo mejor para mi – admitió.
– Así que te vas a meter en más líos, eh.
– Solo en unos pocos. Además, supongo que comenzaré como pupilo de algún superior…
– Tu momento llegara. Solo necesitas darle tiempo – agregó Emily sabiamente.
– Lo sé, lo sé. Si no tengo prisa…
– Lo único que… – Emily se paró a quince metros de la puerta, donde ya podría ver a Kate junto a Robinson y un equipo del ministerio –. Creo que necesitamos unas vacaciones, así que he reservado mi casa de Hawái durante dos semanas para nosotros dos – se giró hacia él.
– ¿Me estas vacilando? – David abrió los ojos de par en par.
– Nada de magia – le advirtió ella –. Solos tú y yo…
David solo pudo abrazarla para compensarle lo que había hecho.
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Editado: 17.07.2022