Abracé a Cole con todo el amor que podía entregarle. Me senté a su lado después de que él decidiese separarme. Con un brazo intenté reconfortar a Chuck, pero sabía que nada de lo que pudiese hacer ayudaría. Ofrecí traerles un café, pero finalmente fue Chuck quien decidió ir por uno.
Había pasado al menos una hora, llevábamos un buen rato en esta sala de espera intentando calmar el dolor, pero no estaba funcionando. Cuando Cole y yo quedamos solos, tomé su cara entre mis manos y lo observé, tenía el rostro húmedo por las lágrimas, su respiración todavía no se regulaba y sus manos aún temblaban.
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Editado: 14.05.2019