Alguien que merezca tu amor, un comienzo contigo

Capítulo VII

Puse el plato sobre la mesa y le dije a Sebastián:

—Tengo una opción.

Él me miró, se quitó los audífonos.

—Ayer... pensé en muchas cosas... —Tomé asiento—. Quiero arquitectura.

—¿Arquitectura? Pero... aún no hemos ido a los test vocacionales...

Dije que lo sabía, pero que quería eso.

—¿Cómo sabes que te gusta si ni siquiera sabes de que trata?

Respondí rápido, puse la cuchara al nivel de los ojos y dije:

—Internet.

—¿Internet?

—Sí. Lo investigué en internet y eso es lo que quiero. — Sonreí.

Sentí algo raro. Una vibra muy fuerte entre los dos.

—¿Me ayudarás?

—Soy un año mayor que tú, así que se supone que el próximo año me iré a grado superior...

—La universidad a la que quiero ir está cerca de la casa de tu mamá.

—¿La de mi tía?

—Sí...

Sebastián al escuchar esto se puso de pie y me miró fijamente, dijo: "Ve entonces con ellos".

Traté de agarrar su brazo.

—Pero no puedo estar ahí si tú no estás. Me sentiría incómoda. Tú mamá aún no me habla...

—Ella no le habla a nadie, además no es necesario que vayas a dormir a su casa, podrías dormir en mi habitación. Ya sabes... Está en el segundo piso y tiene escalera propia. Tómala si quieres.

—Sebastián... —susurré.

—Te estoy dando una solución, tómala si quieres.

—No quiero eso, lo sabes.

—Entonces, ¿qué quieres? ¿Qué vaya a vivir contigo? ¿Qué les vuelva a hablar?

—Yo...

—Sabes bien que me he tratado de alejar de ellos desde que él falleció. Lo único que haces es complicarlo aún más. —Apretó su mano—. Toma esa habitación cuando vayas a la universidad si quieres, yo me quedaré aquí. —Se fue dejándome sin nada que decir.

Cuando Sebastián decidió ir a ver como estaba su mamá y hermana se encontró con una gran sorpresa. Su madre ya se había comprometido con el hombre por quien pidió el divorcio.

Aunque en primera instancia no se quedó porque vio todo de lejos. La segunda vez que fue me llevó para que todo no sea tan incómodo.

Ese fue su mayor error.

—Hola, mamá. Ha pasado tiempo, ¿no?

—Hijo... —dijo la señora con una voz entrecortada y abrazó a Sebastián.

Este le dijo a su mamá que había traído a alguien que la quería ver desde hace mucho. Ahí fue cuando salí, me encontraba detrás de Sebastián.

Traía un vestido que, hacía notar mis rodillas, unas sandalias que mi mamá me dijo que estilizarían más su cuerpo y con mi cabello recogido por una coleta.

La señora me vio de pies a cabeza, mordiéndose los labios.

Sebastián le propuso a su madre para pasar a ver a su hermanita, pero ella sostuvo fuerte la puerta.

Sebastián la agarró queriendo abrirla.

En ese momento, la puerta se abrió dos centímetros y pude ver a Roberto, el nuevo esposo. La madre de Sebastián y yo chocamos miradas.

—Queríamos verte. Hace más de un año que no nos vemos.

—Ay... Hijo. Eh... No creo que este sea un buen momento. Está todo desordenado.

—Está bien, podemos ayudar a ordenarlo.

Empezó a reírse muy nerviosa la señora.

—No quiero que se molesten —dijo ella.

—Sebastián, podemos... —dije viendo la desesperación de la madre.

Lo entendía. No quería que viéramos a Roberto.

—No podemos venir otro día. Este es el único día que vendré. Déjame pasar o ¿acaso ocultas algo?

—No... Solo que...

—Formaste una nueva familia, lo sé. Pero no me importa.

—Hijo...

—No necesito tu pena... Solo quiero ver a mi hermana.

Miré a la señora y le dije: "Por favor", en voz baja.

Ella asintió y soltó la puerta. Nos hizo pasar.

Sebastián vio a Roberto, este al verlo solo pasó a su habitación haciendo salir a Camilla que se encontraba en ropa interior.

Me quedé con la boca abierta, miré a Sebastián.

Él solo apretó su mano.

Volví mi mirada a Camilla y esta me sonrió. Le di el regalo que le habíamos comprado y le dije que se lo pruebe. Era un vestido.

La madre de Sebastián fue a la cocina y se escuchó como arrimaba los platos.

Bajé la mirada, me puse de pie queriendo ir a la cocina, pero fui detenida por Sebastián que me dijo:

—Quédate conmigo.

Lo miré diciendo: "Está bien".

Luego de terminar de cocinar la madre de Sebastián dijo:

—Por favor, tomen asiento. He hecho el plato que tanto te gusta, cariño.

Sebastián y yo nos sentamos juntos, estuve también en frente de Camilla y Sebas, a Roberto.

—¿Y por qué están aquí, chicos? —dijo Roberto mirando mi escote.

Primero pensé que me miró a mí por no conocernos, pero luego empecé a sentirme incomoda al ver donde se dirigían sus ojos.

—Estamos de... —quise contestar.

—Vinimos a visitar a mi mamá —respondió Sebastián.

—¿Entonces se quedarán por un día más?

—Bueno...

—Nos quedaremos una semana —dijo volviéndome a interrumpir.

—¡Genial! Me parece genial —dijo Roberto tan alegre que hizo saltar los cubiertos.

—Sí...

—¿Y cuántos años tienes tú? —me preguntó Roberto mirándome fijo.

—¿Eh? ¿Yo? —dije nerviosa.

—Sí, pareces más joven que él.

—Ella tiene 15 años —respondió Sebastián apretando su vaso que parecía a punto de romperse.

—Oh. Eres demasiado joven —Se sentó a mi lado—. ¿Qué piensas estudiar? Puedo si quieres jalarte a un empleo bien pagado si no quieres dedicarte a nada.

—¿Qué dice, señor? —dije nerviosa y alejándome.

—No me digas señor. Podemos trabajar juntos en mi hostal.

—Que mierda... —Sebastián empujó la mesa haciendo caer la comida de Camilla—. ¿Qué haces? —Se puso de pie y golpeó la mesa con sus manos.

—Yo solo... trato de darle una opción.

—¿Una opción? ¿Una opción es tratarla como prostituta?

—Wow, wow. Espera, hermano. Yo...




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