Sofía Fernández Paso:
Lucas y Lara se perdieron en La pista de baile poco después de que se marcharon Alia y Romano, solo quedamos en La mesa mí lindo novio y yo. Habla de su auto, de La carrera que perdió, de sus planes para el fin de semana (en los cuales me incluye) y yo lo escucho pero mí cabeza está en otra parte. Cada vez que suena mí teléfono mí corazón se acelera.
–¿Que tanto miras tu teléfono? ¿Acaso te aburres de estar conmigo?– Dice Marco mientras Intenta mirar la pantalla de mi celular, sin embargo lo aparto rápidamente y lo bloqueo antes de que pueda leer algo. –¿Vamos peque, que me ocultas?–
–¿Por que todos me tratan de enana? ¡mido 1.67 metros! ¡Que no soy una enana, una peque, un gnomo un duende, un hobbit o cualquier criatura diminuta! Si, soy la mas pequeña del grupo... ¡pero solo por tres jodidos centímetros! Ahora hasta a vos te han pegado este maldito apodo.–
–Es que te ves muy bonita cuando estas enojada.– Murmura a mí oído y luego acalla cualquier tipo de reproche que pueda brotar de mis labios con los suyos. Me dejo llevar y todo a nuestro alrededor desaparece... Hasta que mí teléfono vuelve a sonar y rompo con La magia súbitamente, apartandome de él. –¡Vamos Sofía! ¿No me vas a decir que es mas importante que besar a tú novio en este momento?– Suelto un suspiro cargado de frustración y me vuelvo a acomodar entre sus brazos.
–Estoy esperando al chico más importante en vida... dijo que cuando estuviera en la puerta me enviaría un mensaje, pero llevamos un buen rato aquí y nada... ¿Crees que me dejo plantada?–
–No creo que alguien sea tan tonto como para dejarte plantada, pero La verdad eso no importa... al menos aquí tienes a este idiota para pasarla bien hasta que "Tú chico importante" llegue.– Me besa nuevamente, pero esta vez de forma brusca y demandante. Mí corazón late desesperadamente y suelto un suspiro cargado de deseo a su oído, casi inaudible por la estridente música, que lo pone a mil. Acomodo mis brazos alrededor de su cuello, profundizando mas el beso. Él aprovecha e invade mí boca, enviando una corriente de placer que recorre todo mí cuerpo. Su mano derecha se desliza por mí pierna con una lentitud tan dolorosa como excitante, hasta llegar al borde de mi vestido. Avanza un poco más, pero antes de que llegue a mi intimidad, lo aparto.
–Mas despacio Marco– susurro a su oído cuando siento que sus manos descienden por mí espalda, empujándolo suave. –Dejemos esto para más tarde...–
–Te tomo la palabra peque... esta noche vienes conmigo, ya no puedes retractarte.– Tengo muy en claro los planes que tiene, y estoy bastante deseosa de pasarla bien un rato con mí chico malo.
Me teléfono vibra, nueva notificación, pero solo son los insoportables grupos de chats. Sigo sin tener noticias de Emiliano.
¿Se habrá arrepentido de venir? No, no lo creo, de lo contrario me hubiera avisado. Además, después de nuestra conversación, me quedo en claro que si bien siente cosas por Ali, lo que más desea es su felicidad aunque está sea junto a otro. Se que pronto lo superará. Es fuerte, el chico mas fuerte que conozco. Hasta hace unas horas estaba dispuesto a pasarlo bien con nosotros, es más, varías chicas de la universidad están acá solo porque sabían que él venía.
–Emiliano... donde estas...– Suelto al viento, mientras vuelvo a guardar el teléfono una vez más.
–¿Osea que de verdad estas esperando a alguien?– Dice sorprendido.
–Te dije que Emiliano venía a la inauguración de solsticio, pero tu nunca me escuchas Marco...–
–Es un masoquista si decide salir contigo después de La escena que le montaste el otro día en La universidad, según vos, "para alejarlo de una zorra".– Sonríe divertido, seguramente se acordó de la cara de WTF de Emiliano, ante mí actuación de novia celosa digna de un Oscar. –Pobre pibe, sos peor que una suegra malvada.–
–¡No seas así! ¡lo estaba salvando! ¡Esa vivora no le convenía! Entre nosotras nos conocemos.– nuestra conversación es interrumpida bruscamente por Romano.
–¡Al fin te encuentro enana psicópata!.–Exclama aliviado. Una cascada de insultos están por salir de mí boca, pero cuando veo la expresión de desesperación en su rostro, toda mí rabia desaparece. Miró en todas direcciones, y noto que está solo.
–¿Donde esta Ali?–
–Por eso te estoy buscando, Ali desapareció. No puedo encontrarla, no me contesta el teléfono.– Esto no esta bien, ella nunca se hubiera marchado sin avisar sin una muy buena razón. Intento llamarla yo, quizás este idiota le hizo algo y por eso no le contesta, pero si celular esta muerto. Es como si estuviera apagado o en un lugar donde no hay cobertura. Tomo a Romano por el brazo y lo arrastro fuera para que me explique que paso, y pronto Lara y Luca (que ven La escena desde La pista) se nos unen.
–¿Cuando la viste por última vez?– indago, imitando de forma inconsciente uno de los interrogatorios que veo casi a diario en las series policiales de las que tanto disfruto.
–Acabábamos de salir de la oficina de mí primo. Volvíamos con ustedes, pero un grupo de personas nos empujo. Se estaban peleando o estaban borrachos, no se, pero los de seguridad llegaron, empezaron a apartar a toda La gente, y en todo ese lío, mí mano se soltó de La de ella... La busque, la llame y nada, ¡simplemente no puedo encontrarla!–
–Lara, vamos a buscarla a los baños, quizás solo se sintió mal y fue hasta allí. Ustedes suban y búsquenla arriba, puede que se haya quedado sin batería, por eso no contesta.– Nos separamos y con el corazón latiendo a mil tomó a Lara de La mano y vamos tan rápido como podemos a buscarla.
Alai devone:
–¡Que carajos hacen! ¡Sueltenme!– grito mientras dos guardaespaldas me sujetan con fuerza de los brazos y me arrastra en dirección a la oficina de mí ex otra vez. Alexander camina delante de nosotros, sin mirar atrás. Intento resistirme, pero estos sujetos son dos enormes montañas de músculos y no tengo ninguna oportunidad. Gritar es inútil, la acústica que tanto me gusta de este lugar también es mí condena, porque el sonido no puede entrar pero tampoco escapar.