9 verdades

Problemas en el horizonte

Alexander Valkov:

Siento como si me hubiera caído un balde de agua helada sobre la cabeza. Aquella noticia que Alai dijo de forma tan liviana y despreocupada, logro alborotar aun mas el tempestuoso mar de mis pensamientos. Siento que todo se mueve más lento, mientras intento calcular cuantas son las posibilidades de que ese hijo sea mío, cuantas de que sea de Romano, cuantas de que sea de cualquier otro con el que se haya metido. Y por sobre todas las cosas ¿Como podría afectarme cualquiera de esas opciones?

–¿Que te pasa Alex? Ni que fueras vos quien va a ser padre.– Suelta Ali arrastrándome a la realidad. Solo tengo una cosa en clara en este momento, no voy a perderle. Estoy demasiado cerca, solo a un paso de recuperarla. No voy a perder la una vez más por una estupidez de Lucía.

–A pesar de todas nuestras diferencias, Romano es como mí hermano. Después de la muerte de mí madre, él y mí tía son la única familia que me queda. Nunca podría desearle algo así.– Murmuro realmente afectado, improvisando una buena escusa para mí estado de amino imposible de ocultar. Su mirada cambia. Siente pena por mí, por él, por nosotros. Se que le duele, porque por mas que se muestre fuerte e inerte ante la situación, algo en ella se rompió, sus ojos no mienten.

–Hablas como si se fuera a morir, no exageres Alex. Solo tendrá un hijo...– Recuesta su cabeza sobre mi hombro. Su sola cercanía me trae nuevamente la calma y saca a flote una idea sombría entre millones de otras, soy capaz de hacer lo que sea con tal de sentirme así por el resto de mí vida.

–Hay cosas peores que la muerte muñeca...– Confieso logrando que se aparte de mí lo suficiente como para mirarme directamente a los ojos. –Mí padre una vez me dijo que estar atado a una persona por obligación, mientras vez como a quien realmente amas intentando ser feliz con otra, es morirte una y otra vez... Luego él bastardo nos abandono y se fue con su secretaría, pero ahora entiendo a que se refería. Me sentí morir mil veces cuando te veía besar a Romano, cuando lo mirabas como me mirabas a mí...– Ella solo hace silencio reflexionando acerca de cada palabra y luego murmura

–¿Y quien te dijo que no esta enamorado de ella?–

–No lo está y nunca va a estarlo. Romano es un idiota, sí, pero te ama...– Afirmo sinceramente. –Además ella tampoco está enamorada, solo lo utiliza. A kilómetros se ve que Lucía es una mujer sin escrúpulos, solo otra interesada, una oportunista. Si de verdad ese hijo es de mí primo se saco la lotería.–

–Parece que la conoces bien.– Esa frase sonó a ¿Celos?. Mí corazón palpita más fuerte, lo que siente por mí está ahí, aflorando poco a poco.

–Solo la ví un par de veces, pero es fácil leer a las personas como ella cuando estás acostumbrado a que la gente se te acerque por interés. Pero No es necesario que te pongas celosa, no es mí tipo.–

–¿Celosa yo?– Dice haciéndose la indiferente, pero la forma en que reacciona su cuerpo y la expresión en su rostro no mienten.

–Nos conocemos demasiado muñeca, no te esfuerces en intentar mentirme... pero no tenes motivos para estarlo, para mi no existe nadie mas que vos.– Muerde su labio inferior, lo que me incita a acercarme y acortar aún más la poca distancia que nos separa. La sugestiva imagen de ella vistiendo solo ropa interior y una de mis camisetas podría hacerme perder fácilmente el control. Ahora está completamente consiente, lo que pase va a ser por iniciativa de ambos... Acorto la distancia entre ambos quedando a escasos centímetros de sus labios. –Por mí cama pasaron muchas Ali, no lo voy a negar, pero en mí corazón solo dejó marca una.– estoy a punto de besarla, casi puedo respirar su aliento y entonces escuchamos la ruidosa, chillona y molesta voz de Amaia. Sus escandalosos gritos logran que ambos nos pongamos de pie súbitamente, arruinando el momento y vayamos a ver qué demonios le ocurre.

–¿Mai que te pasa?– Pregunta Alai atrayendo la atención de la histérica.

–¡TU!– Me señala dramáticamente con los ojos encendidos de rabia. –¡Eres un maldito gilipollas! ¿Que nos pusiste en las bebidas? ¿Que le hiciste a mí prima? ¿Como demonios llegamos hasta tu casa? ¿Que hacía durmiendo con Ezequiel?–

–¿Yo hacerte algo? ¿A ti? Ya quisieras...– Entiende el doble sentido inmediatamente y pierde el control, descargando una catarata de insultos que ignoro. Suficientes problemas con Lucis, para encima tener que aguantar a esta berrinchuda demente.

–Eres un maldito bastardo, ¡solo me utilizaste porque sabías que si yo no venía no podías traerla!–

–¿Puedes parar de delirar?– Suelto elevando un poco el tono de mí voz, perdiendo finalmente los estribos. –No me interesa nada de lo que pueda pasar con vos Amaia. Poco me importaba lo que te pudiera llegar a pasar. ¡Me daba lo mismo si terminabas durmiendo en la vereda de solsticio porque para mí no existis! Solo te traje a mí casa porque Alai me lo pidió.– El ambiente se pone tan tenso que casi puede cortarse con un cuchillo. Ali esta en el medio, ama a su prima, pero desaprueba la forma en la que me está tratando y al mismo tiempo mí arranque de estupidez liberó al idiota que tanto daño le hizo.

–¡Para de gritar de una vez Amaia!– Exclama el gallego entrando en escena. –Él no te dió nada, es más ni siquiera estuvo cerca de ti... Más bien deberías agradecerle, si no fuera por él hubieses amanecido en la cama de quién sabe que tipo, porque te estabas yendo con un completo desconocido hasta que lo viste llevándose a tu prima.– Amaia hace silencio e incapaz de levantar la mirada, se adentra nuevamente a la habitación en búsqueda del resto de sus pertenencias, dispuesta a marcharse inmediatamente.

–Por cierto, buenos días porteña...–Se acerca a ella con su cálida sonrisa y la estrecha entre sus brazos para después darle un beso en la mejilla (Demasiado cerca de los labios para mí gusto) que logra que sus mejillas se vuelvan ligeramente rosadas. No puedo evitar sentir celos, y esta vez no son injustificados. Entre ellos paso algo y la forma en la que se miran me dice que, al menos él, la quiere más que una amistad. Me extiende la mano con seguridad y acepto el saludo ante la atenta mirada de Alai.




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