9 verdades

Por su bien.

Lucia estaba en La entrada del edificio, justo frente a él, ausente, sin siquiera notar su presencia. Su mirada se movió a su vientre, el cual había crecido bastante desde La última vez que La vió, y no pudo evitar sonreir tontamente al pensar que ahí estaba su hijo, creciendo cada día. Pronto lo podría ver en persona y no en una fotografía o una pantalla, lo que le género algo parecido a La ternura que nunca había sentido antes. Quizás no tendría al amor de su vida porque lo había arruinado todo, pero al menos con su hijo deseaba hacer las cosas bien, ser mejor de lo que fueron sus padres​. 
Iba a bajar del auto, a decirle que necesitaba hablar con ella, pero todo se volvió oscuro cuando vió a Ezequiel aparecer de La nada. Su sangre parecía hervir cuando lo vió acariciar su rostro con delicadeza, dándole ánimos para terminar con lo que había comenzado. Entonces lo entendió todo. Ella era La estocada final de Amaia. Su actitud cambio drásticamente, y dejó salir a La peor versión de sí misma, aquella que tanto daño le había provocado a la ahora madre de su primogénito.

–No pensaba que podías caer tan bajo... Venderte a esa loca, prestarte a su juego, eso está a otro nivel incluso para vos... Si querías más efectivo, me lo tendrías que haber pedido y lo tenías, esto no era necesario.– Escupió en tono molesto logrando que ella dé un paso atrás asustada.

–Yo no... Yo solo... No es lo que piensas...– Balbuceo temerosa. Alex se acercó a paso lento en dirección a ella, y con su dedo índice La obligó a mirarlo.

–No te voy a decir que esto no me molesta, porque mentiría, pero... Supongo que también querías vengarte, que lo merecía después de todo lo que te hice.– Soltó resignado e impotente. –Deja de temblar. No es como si fuera a hacerte daño o a mí hijo, pero creo que nos debemos una conversación.–

Lucia desconfío de sus intenciones. Como no hacerlo después de todo lo que había pasado entre ambos. Sin embargo, cuándo su mirada se encontró con el gris roto de sus ojos, volvió a caer ante él y simplemente asintió con La cabeza. Alexander miro a Ezequiel amenazadoramente, tenía ganas de romperle cada hueso del cuerpo por utilizar a Lucia para manipularlo, pero finalmente tomó conciencia de que aquello podía traerle aún más problemas y simplemente volvió por dónde había llegado. Ya habría tiempo para eso después. Lucía atinó a caminar trás él, pero antes de que lo hiciera Ezequiel habló, detentiendola. –Se que tienes que hacer esto, pero cuidate por favor. No lo dejes utilizarte, no dejes que vuelva a lastimarte. Recuerda que no estás sola, que vales demasiado como para dejarte humillar por él o por cualquier otro.–

–Gracias, por cuidar de mí... No sabes cómo me gustaría haberte conocido mucho antes, quizás no me hubiera equivocado tanto.– Respondió casi en forma de un susurro y beso su mejilla tomándolo por sorpresa. No esperó respuesta, no La necesitaba, solo siguió a Alexander y subió a su automóvil.

El molesto silencio se apoderó de La escena. La mirada de Alex estuvo fija en el camino todo el tiempo, hasta que súbitamente se detuvo. Estaban completamente rodeados de árboles, sin nadie a La Vista que pudiera interrumpirlos.

–No sabía que te gustaban este tipo de lugares...– soltó Lucia nerviosa. –Pensé que me llevarías a un restaurante, a una oficina o simplemente a tú casa.–

–Creo que no sabes mucho de mí, la verdad es que nunca nos dimos tiempo para eso de conocernos más allá de las sábanas. Lo nuestro fue ir al acto, sin intermedios, sin palabras falsas vacías, sin crear un verdadero lazo.–Respondió él, y abrió La puerta para descender. Ella lo siguió nuevamente, y lo vió con curiosidad mientras se recostaba sobre el pasto sin importarle arruinar su ropa asquerosamente costosa.

–¿Que te ocurre Alexander? No pareces tú.– Indagó cautelosamente.

–Si te soy sincero, en este momento ya no se ni quién soy... Solo sé que ya no disfruto de ser quien era.– confesó dejándola atónita. Con cuidado quiso sentarse junto a él, e instintivamente La ayudo, logrando que a ella se le escapara una carcajada. –¿Que ocurre?–

–Definitivamente estás muy mal. ¿Tienes fiebre o algo así?– Depósito su mano sobre su frente, pero todo estaba normal, al menos por fuera. –No me asustes... No me digas que comenzaste a consumir sustancias prohibidas. Alex por favor dime qué es mentira.– Dijo preocupada, logrando que él comenzará a reír.

–Si que fui un bastardo con vos Lucia.–

–Para que mentir, fuiste el rey de ellos.– confiesa la chica. –Eres el diablo con cara de ángel... Eres la corrupción, la lujuria, la tentación y el pecado.–

–Y aún así, aquí estás...– Soltó al viento sin apartar su mirada del firmamento.

–Porque siempre sentí que eras más que un bastardo que disfrutaba de jugar con las mujeres. Vos no formaste un lazo conmigo, nunca te diste La oportunidad de conocerme, de siquiera verme, pero yo sí... Y puede que no me creas, pero de verdad llegue a tener sentimientos verdaderos por vos. Además, nos debemos una conversación sin abogados ni transacciones económicas de por medio.– confesó intentando quitarle dramatismo a La situación. –Después de todo, eres el padre de mí hijo y aunque no quieras estar presente en su vida...–

–No.– Interrumpió tomándola por sorpresa. –Eso es exactamente​ lo que quería hablar contigo hace semanas, pero no encontraba La forma o La oportunidad... Este tipo de cosas jamás se me dieron bien... Si quiero estar en su vida. Se que me equivoqué en prácticamente todo lo que hice hasta ahora, que hice demasiado daño con mí egoísmo, pero con mí hijo quiero hacer las cosas bien. Mí padre me abandonó, mí madre me utilizó... no quiero hacer lo mismo, no quiero que pase por mismo por lo que pasamos nosotros. Quiero que tenga algo mejor. ¿Crees que aún estoy a tiempo de no cagarla tanto como lo hicieron mis padres conmigo?–

–Supongo que aún estamos a tiempo los dos.– Dijo con una cálida sonrisa dibujada en el rostro mientras deslizaba su mano sobre su vientre. –Solo te pido una cosa... Que no vuelvas a desaparecer cuando regreses con Alai, que no sea momentáneo, que entres y salgas de su vida según tú estado de ánimo, o según tú humor o según como te lleves conmigo. Prometelo Alex, pero que sea sincero porque con esto no van a existir mil oportunidades, no voy a dejarte hacerle daño.–




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