9 verdades

Toxicamente

Alai llama insistentemente a Alex. Amaia solo puede pensar en que ella se arrepintió de haber terminado la relación, en que a pesar de todo lo que le hizo, quiere darle una nueva oportunidad aún sabiendo que va a volver a joderlo todo una vez más tarde o temprano. Su sangre hierve de la rabia. Pensó que está vez de verdad había hecho suficiente como para alejarla para siempre, pero al parecer, para Alai no era así. Igual, a quien quiere engañar. A ella le mostró su lado más políticamente incorrecto y despreciable y aún así allí estaba, dispuesta a matar y a morir por él... Condenada a un final trágico y oscuro por su amor obsesivo y tóxico. Absurdo e irracional, como todo lo relacionado con los sentimientos. 
Termina por apagarlo el aparato antes de estrellarlo con el único sin de detener el irritante sonido, y al fin consigue algo de paz. 
Sus zapatos, esos que hasta hace solo unos minutos hacía que presumiera orgullosa sus largas y hermosas piernas, ahora le estorban, así que se los quita. Suelta su cabello, que con tanto esmero había arreglado para verse bonita para él, y su maquillaje termina por deshacerse parcialmente con las lágrimas de frustración que inundan su rostro. En resumen, de aquella chica que había llegado llena de iluciones irreales e infantiles ya no quedaba nada, porque las cosas no habían salido como ella esperaba, porque muy en el fondo sabe que está vez tocó fondo, y y no importa lo que haga, no tiene escapatoria. Todo terminó en el momento en el cual derramó sangre inocente por celos. Celos que la consumieron al solo pensar que él, su amado, podía estar atado para siempre a alguien que no fuera ella. Envidia de que Alex se preocupara por alguien a quien había despreciado como a ella... ¿Que tenía Lucia de especial que a ella le faltaba? ¿Por qué había ido por ella apenas terminó con Ali? ¿Por qué Lucia sonreía después de estar con Alex cuando se suponía que lo odiaba y le tenía miedo? 
Jamás sabría lo que le había prometido, pero ya no importaba. Había hecho con ella lo que tendría que haber hecho con Alai hace mucho tiempo y nunca pudo, la había sacado de la jugada para siempre. Su error fue dejarse llevar por los malditos celos. No fue limpia en su accionar. Había mil formas de hacerlo, y eligió la que más huellas deja.

La desesperación nubla su capacidad de razonar con claridad, porque si lo hiciera, si pensara como una mente criminal, simplemente saldría del lugar e intentaría escapar a España o a cualquier parte de Europa. Solo tiene que correr al aeropuerto con su pasaporte y sacar el primer vuelo disponible. Aún no hay orden de captura. Aún tiene tiempo. Sin embargo, no lo hace. No sabía cuando lograrían relacionarla con el asesinato, cuando darían con su ubicación, pero eso tampoco le importa. Aunque no fuera mucho, esperaba pero al menos esperaba tener unas horas más para disfrutar de su obra. Observa a Alexander tendido en el piso, rendido a sus pies, como tantas veces quiso... Sonríe de forma perturbadora y triunfal. Al menos algo había conseguido. Acabó con sus palabras hirientes y con su maldita soberbia. Al menos por un momento le pertenece por completo. Su futuro está en sus manos, y si el precio a pagar era una condena de por vida, valió la pena. Lo disfrutará todo lo que dure.

Inestable y pérdida, se desliza como una sombra hasta donde Alex guarda el alcohol, elije lo más fuerte que logra encontrar, y bebe todo lo que puede directamente de la botella.
Y aún con la garganta ardiente, comienza a dejar salir las palabras atoradas en su garganta, las que son fiel reflejo de sus sentimientos:

–No se suponía que las cosas fueran así amor mío... Pero siempre haces las cosas difíciles. Solo tenías que amarme tanto como yo te amaba o al menos mentirme, siempre fuiste bueno para mentir... Que tus sentimientos no fueran verdaderos no me importaba, yo solo quería sentir que me amabas como a Ali, pero ni siquiera fuiste capaz de hacer eso por mí.– Se recostó en el piso sobre él, justo encima su corazón, y cerró los ojos para escuchar con más claridad el rítmico y tranquilizador sonido. Sentía tan agradable el contacto de su torso desnudo con la piel que su pequeño vestido dejaba al descubierto, que sin que pudiera evitarlo imaginó lo idílico que hubiera sido despertar así cada día del resto de su vida. Tantas veces soño con abrir los ojos y encontrarse como exactamente en este momento, sobre el pecho de Alex. El mirándola con una expresión de plenitud y ella regalándole la sonrisa de quién se encuentran en el mayor estado de satisfacción y felicidad alcanzable... Un beso lleno de ternura capaz de detener el tiempo. Una caricia que encienda la sangre y que invite a convertir la cama en un fragmento del paraíso. Los corazones acelerados de los que se funden en cuerpo y alma, la sensación de tocar el cielo con las manos y caer a la tierra en un instante con sabor a eternidad y gloria. Un abrazo con sabor a la implícita promesa de que solo se trata de una pausa, porque él tampoco quiere que acabe nunca...
Suspira profundamente, y jugando con sus dedos, dice:
–Podríamos haber sido todo lo que soñaste, Alex. Podría haberte cumplido hasta el más retorcido de tus caprichos, podriamos habernos hecho felices el uno al otro amor mío. Yo te hubiera escuchado, yo te hubiera entendido, yo jamás te hubiera abandonado... Si solo te hubieras dado cuenta de que yo era la indicada para ti, que somos almas gemelas, que estábamos destinados a estar juntos desde siempre y para siempre... Alex, tu y yo somos dos huérfanos de amor que no saben querer bien, pero podríamos haber aprendido a no lastimarnos juntos. Pudimos ser algo mejor que éstos dos monstruos carentes de alma que solo arrasan con todo a su paso. Si solo me hubieras visto como yo te miraba... Si solo te hubieras dado una oportunidad conmigo... Pero no... Nunca me consideraste lo suficientemente buena para vos. Nunca quisiste ni siquiera intentarlo conmigo. Cerraste por completo tu corazón para esperar por Alai, aún cuando la odiabas por haberte engañado... Es tu culpa... Todo es tu culpa Alex... Con tu rechazo llenaste mí mente de ideas retorcida y mí corazón de crueldad, rencor y desprecio... Yo estaba en el abismo y vos me empujaste al vacío. Me destruiste...– Acarició su mejilla con ternura y luego confesó –Y es que no solo jamás fuiste capaz de sentir amor por mí, ¡Sino que me volviste incapaz de querer a alguien más! Lo intenté, pero nadie era suficiente para hacerme olvidarte. No imaginas cuántas lágrimas y sangre derramé en tu nombre, a cuántos imbéciles destruí porque te veía en ellos. Solo yo sé cuántas veces me refugie en palabras falsas y amores fugaces para al menos sentir algo más que desespeción, pena y una soledad asfixiante. Jamás te pude soltar por completo... Tengo que confesar que, a pesar del tiempo, de la distancia y de la prohibición de acercarme a ti, siempre estuve detrás de todo lo que hacías. Sonreí por cada uno de tus logros detrás de una pantalla, deseando abrazarte y besarte, nutriendome de los recuerdos de tus caricias para no perder la cabeza por la abstinencia de tus besos... Y me envenenaban los celos cada vez que otra intentaba ocupaba el lugar que siempre tuvo que ser mío... pero nunca te comprometias con nadie, y me ponía realmente feliz que te sintieras tan incompleto como yo. Las desechabas una tras otra y eso hacia que algo dentro mío mantuviera la esperanza de que podíamos arreglar lo nuestro de alguna forma...– Las pesadas lágrimas negras vuelven a tomar protagonismo en su rostro, y siente que la garganta se le hace un nudo, que tiene la voz en un hilo, que cada palabra que escapa de sus labios le rompe el corazón y el alma. Se recostó en el piso, justo sobre su palpitante corazón y cerró los ojos por un instante mientras su mente divagaba. –Pero no fue asi. Fui una idiota al pensar que él tiempo lograrían que me perdonaras por los errores que cometí, sin importar que te demostrara que era diferente...– 
Solo quería una oportunidad para demostrarte que te puedo hacer completamente feliz, Alex... Pero ya no será posible amor mío... Supongo que está no es la vida en la cual me eliges y alcanzamos nuestro felices por siempre. Aunque eso tiene solución. Un final trágico como el de Romeo y julieta.– Se acerca a él y besa sus labios inertes y cálidos. –Lo siento Alex, pero si no eres mío, tampoco vas a ser de ella... Prometo que no te dolerá, o al menos que será rápido...–




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