A. Alexa. Milena (#1 Cuentas pendientes)

11

— La reunión con los italianos va a ser la semana próxima. — le dijo Novak la mañana siguiente después de terminar una llamada.

— Estará listo. — aseguró, besándolo cortamente en los labios.

Fue a tocar la puerta de Viktor porque le había prometido que ella iría con él ese día en el campamento. Al ver que no estaba listo, se preocupó. Seguía acostado en la cama con la mirada perdida en el techo.

— ¿Nos vamos? — tanteó con inseguridad.

Viktor la ignoró y el vacío que vio en sus ojos hizo que se estremeciera por dentro. Parecía el mismo de esa noche que los había marcado a ambos.

— Cariño... ¿Qué pasó? — se sentó en el borde de la cama y tomó su mano entre las suyas.

— No es seguro. — murmuró, ido. — No es seguro.

— ¿Qué no es seguro? — inquirió, aunque ya supiera la respuesta.

— Afuera. No es seguro. — repitió como un mantra que le rompía el corazón.

— ¿Pasó algo en el campamento que te asustó?

— No es seguro. La gente es mala. Es mala.

Milena se quitó los zapatos y se arrastró por la cama hasta llegar a él. Lo abrazó con fuerza, meciéndolo.

— Son malos. Él es malo.

— Lo sé, cariño. Pero no todos son malos. Los chicos en el campamento te quieren.

— Él también me querría. Me decía que me querría.

El estómago de Milena se revolvió y las arcadas aparecieron de repente. Se obligó a tranquilizarse porqué él necesitaba que alguien lo apoyara, no que se rompiera delante de él.

— No es lo mismo, cariño. Los chicos te quieren bien, nunca te harían daño.

— ¡No! No es seguro. Es mala, la gente es mala. Sofía dice que es mala.

Milena frunció el ceño ante eso, pero decidió ignorarlo por el momento, pensando que se trataba de un delirio del muchacho.

— Hoy voy yo contigo, ¿confías en mí? No permitiría que nadie te hiciera daño.

Viktor se quedó callado por un instante, pero volvió a negar con la cabeza.

— Vale. Si no quieres, no vamos. — se rindió, pensando en que no debería obligarlo a tanto. — Espérame aquí.

Saltó de la cama, pero dejó los zapatos ahí; corrió descalza hacia la cocina.

— ¿Me puedes preparar un cuenco de palomitas? — preguntó a la cocinera mientras rebuscaba en el refrigerador por unos refrescos y algo dulce.

— Pensé que iba a salir. — musitó la otra mujer con un tono de voz apagado.

— Es un mal día. — dijo a pesar de no tener por qué darle explicaciones, porque sabía que su preocupación era genuina.

Acomodó las cosas sobre una bandeja y salió para buscar una película en el estudio de Novak. Encontrar una película que no activara las defensas de Viktor era prácticamente una misión imposible, pero después de buscar por algunos minutos encontró una comedia romántica que le pareció aceptable.

Cuándo volvió, las palomitas estaban listas e hizo malabares para llevar la bandeja y la película arriba.

— Yo puedo llevarlo. – se ofreció la cocinera al ver su lucha.

— No, tranquila. Ponte con la comida, ¿sí? Hazle algo especial.

La mujer asintió con una sombra de pesar en sus ojos.

Subió las escaleras con dificultad y agradeció haber dejado la puerta de la habitación abierta.

— Vamos a quedarnos aquí, ver una peli y comer comida que seguro nos matará un día, pero no me importa.

Dejó la bandeja en la mesa de noche, puso la película y se dejó caer a su lado.

Pudo notar la incomodidad de Viktor, pero como él no protesto, decidió ignorarlo.

La película era realmente mala, pero debía admitir que le había sacado una que otra carcajada. Cuando escuchó a Viktor reír por lo bajo por una escena particularmente ridícula, pensó que su corazón explotaría de la felicidad.

— ¿Te gusta? — preguntó con la cabeza sobre su hombro. — Es graciosa. — comentó.

Él no dijo nada, pero el por el tiempo que les quedaba de la película pudo sentir su pecho vibrar por la risa un par de veces más. Los refrigerios también desaparecieron sin que ella probara nada.

— Mañana vamos a ir al campamento. – al sentir su cuerpo sentarse, levantó la cabeza de su hombro y lo miró a los ojos. - No voy a aceptar un no por respuesta. No voy a dejar que retrocedas ahora que empezamos a ir a alguna parte. Hoy te di un pase, pero mañana quiero que estés listo a la misma hora y vamos a ir, al menos un poco.

— Está bien. — el sonido de su voz fue un bálsamo para sus oídos.

Reacia a interrumpir el momento, decidió por poner otra. Fue igualmente mala, pero a Viktor pareció gustarle. Ella, por su parte, se quedó dormida en la mitad.




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