Es un día soleado, amanece bien y el tiempo ayuda a que Daniela le ponga ganas para ir a su trabajo improvisado. El día anterior Lucy le trajo un contrato simple, estaba de salida y ya llegaba tarde a sus clases en la universidad así que le pregunto a Lucy: ¿Tú lo has redactado? A lo que ella respondió afirmativamente, y confiando en que nada de lo que Lucy escribiera en ese contrato iba a perjudicarlo, lo firmo.
Son las 5: 30 am. Sale temprano para poder calcular en que tiempo llegará a casa del hombre con el que trabajara los dos meses siguientes.
Después de darse un baño, sale inmediatamente de su hogar y llega hasta la parada del metro. Irá hasta la parada más cercana y de ahí buscará transporte para acercarse a la casa del joven.
Va en el metro, por suerte, sentada. Mientras trata de leer la novela que sigue en Booknet. El capítulo le resulta un poco corto, y se lo termina rápido. Ingresa a WhatsApp y contenta algunos mensajes pendientes.
Se pierde entre sus pendientes, que el tiempo se pasa en un abrir de cerrar de ojos, se percata que ha llegado y empieza a caminar entre las personas que bajan en el mismo paradero. Sujeta su móvil y abre Google Maps, y empieza a caminar por donde le indica el teléfono. En menos de quince minutos esta frente a la ubicación que Google Maps le ha señalado. Es una casa enorme en la que predomina el color blanco, con bonitos adornos en la entrada de estatuas de cemento bien pulido.
-No creo que un gerente gane tanto como para vivir en una casa así. - Dice despacio Daniela, ve a una mujer bajita, de cabello negro y vestida de servicio acercándose, la saluda y le pregunta con cierto recelo y sabiendo que la respuesta será negativa: ¿Vive Adrián aquí?
- ¿Adrián? ¿Adrián Dagger?
- ¿Dagger? - Daniela cae en cuenta que no sabe el apellido de su jefe. - Supongo.
-Me puede decir su nombre, por favor.
-Daniela
-Bien, un momento.
La mujer saca de un bolsillo, un transmisor de audio, como los que usan en el cuartel.
-Hola, una señorita de nombre Daniela busca al joven Adrián.
-...
-Aja
-...
-Bien, ahora le digo.
La mujer gira hacia Daniela y le dice: Espere un momento, van a consultar con el joven. Dani asiente y espera, al cabo de dos minutos suena el transmisor de la mujer.
-...
-Muy bien.
Vuelve a hablarle a Daniela:
-Señorita Daniela, por favor, acompáñeme.
-Gracias.
Desde adentro de la casa, abren la puerta metálica, Daniela entra y camina detrás de la mujer que dice llamarse Carmen.
En cuanto pasan la puerta grande de madera, Daniela se queda sorprendida, esa casa debería ser la del presidente. Observa disimuladamente cada detalle, es impresionante. Sigue caminando con la mujer, ella sube las escaleras y Dani la sigue.
- ¿A dónde vamos?
-A su habitación.
- ¿Como? ¿A la habitación de Adrián?
-Claro que no. Seguramente Martha me asesina. A la suya.
-A mi habitación.
Daniela no comprende nada, y cada vez tiene más seguridad en que se ha confundido de casa.
-Eh, disculpe...
Pero no puede completar la frase, ya que Carmen acaba de girar el pomo de una de las puertas e ingresar. En cuanto planea seguir con lo que quiere decir, ve que adentro hay un varón observando a la ventana de espaldas.
-Hola, Daniela.
Inmediatamente reconoce la voz, y se sorprende de que no se haya confundido. Aunque aún es difícil de creer.
- ¿Adrián?
- ¿Hay alguna duda?
-¿Qué haces aquí?
-Eh, pues es mi casa.
- ¿Tu casa? - Sin querer Daniela sonríe, más en burla que en otra alternativa.
-Es su casa. - Ingresa una mujer bastante elegante. - Y todo lo que has visto hasta ahora, también es de él. Y todos los que estamos aquí trabajamos para su familia, la distinguida familia Dagger.
A Daniela no le agrada la forma en la que la mujer le está hablando, pero se concentra en lo que acaba de decir: La distinguida familia "Dagger". De donde le suena ese apellido. En cuanto cae en la respuesta, su rostro se altera, cambia y parece espantada.
-No.- Atina a decir.
-Si. -Dice Adrián con satisfacción. - Soy el heredero de la fortuna de la familia Dagger, y dueño del centro comercial donde tienes tu tiendita.
Daniela esta atónita, como no se dio cuenta. Tiene un millón de preguntas, pero la más importante.
-Y entonces, ¿Para qué me llamo aquí? ¿Para burlarse? O, ¿Vine hasta aquí, solo para que usted me presuma su dinero?
-No. Estas aquí, porque tenemos un contrato. Y vas a cumplirlo por los dos meses siguientes.
-Ella no está capacitada.
-Eso solo lo decido yo. - Adrián le responde un poco seco a la mujer. Esta gira sobre sus tacones y se retira.
-Bien, Daniela. Esta es tu habitación. Todos los días...- Dani le interrumpe.
- ¿Mi habitación? Espera. Eso no está en el contrato.
-Si lo está. ¿Acaso no lo leíste?
-Eh.
Adrián suelta una carcajada.
-En serio, ¿No lo leíste? Vaya, Daniela.
- ¿Además para que me debería quedar en su casa?
-Pues no puedo confiar en nadie que tenga contacto con mis padres, y mucho menos en Martha. Quiero que todo salga bien. Además, son solo ocho semanas. Y, ¿Que más quieres? Me tendrás cerca de ti, de noche y de día.
-Revisare el contrato.
-Bueno, lo haces después, ahora debemos trabajar.
-Bien. ¿Qué es lo que hay?
-Revisaremos los contratos de todos los locatarios. Sacaremos el presupuesto para hacer la festividad de aniversario. Eso es y será nuestro objetivo.
-Sí, vamos. Necesito darle unas cuantas sonrisas a Lucy. - Dice Daniela, recordando que le pregunto a Lucy si ella había redactado el contrato y que no había problemas.
-Me encantas.
-Es mejor que mantengas tu distancia, porque sé Karate.