A pesar de todo ©

Capítulo 22: Fragmentos

Me levanté a eso de las nueve de la mañana, deseaba dormir más y con toda la razón del mundo había llegado a mi casa un poco después de las dos de la madrugada. Pero, Kyan había quedado de pasar por mí y no sabía a qué hora. Tomé mi celular, antes de meterme al baño, para chequear si tenía un mensaje, llamada o algo, pero mi móvil estaba apagado, lo conecté y deje cargando, luego me fui a bañar, solo esperaba que eso ayudara a disminuir mi dolor de cabeza, no había tomado mucho alcohol pero sentía un malestar espantoso. Estando ya cambiada, encendí el artefacto y este comenzó a vibrar con mensajes. Lo tomé ansiosa y comencé a buscar un nombre en particular. Hasta que lo encontré, abrí el mensaje y de inmediato mis ánimos se elevaron para luego caer en picada. Todo con él siempre eran: subidas y bajadas.

Kyan: Preciosa, espero hayas dormido muy bien. Yo soñé contigo, por cierto… En fin, luego te cuento. Solo quería avisarte que me surgió un asunto de la empresa. Te veo más tarde, besos.

Lo leí sintiendo que algo en mi pecho se instalaba, una sensación extraña, como si algo de pronto no estuviese marchando bien. Leí el mensaje una vez más, solo esperaba que no fuera nada grave… nada que generara complicaciones, así que, me obligué a dejarlo estar, aludiendo a que me estaba volviendo paranoica. Ya luego lo vería y obtendría respuestas. Toda la mañana esperé un mensaje o una llamada, lo que fuera. Me sentía más ansiosa que nunca, Y pasé mirando de vez en vez el reloj y mi celular, el tiempo pasaba con demasiada lentitud y con el trascurrir de este mis nervios comenzaban a jugarme mal. Sentía una urgencia de verlo, y aunque no era la primera vez me sentía así, pues aun cuando no estábamos juntos me había sucedido... en esa ocasión lo sentía diferente.

Mis padres andaban por el supermercado, por lo que estaba sola y aburrida. Estaba pasando los canales desganada, buscando ver algo para distraerme pero la tarea no se me estaba facilitando mucho, habían demasiados canales con esos típicos programas de ventas. Por lo que rápidamente me encontraba memorando a mi chico de ojos zafiro y esa extraña opresión regresaba. ¿Era normal? Pues yo esperaba que sí.

Sin embargo, cuando sentía que moría del aburrimiento y de la pesadez que se había instalado en mi pecho,  el timbre sonó, me levanté y salí corriendo directo a abrir la puerta, sabía que era él, mi cuerpo me lo decía, no cabía duda. Y al hacerlo encontré a Kyan enfundado en un conjunto formal que le quedada demasiado bien, se me antojó sensual. Relamí mis labios, percibiendo mi boca demasiado seca y mi corazón latiendo desbocado, mis manos comenzaron a hormiguear ansiando tocarlo. ¿Desde cuándo mis hormonas estaban así de disparadas?  Pero Kyan no pareció recibir cause de mi mirada escrutadora, su cara estaba un tanto demacrada, círculos profundos rodeaban sus hermosos ojos que en esa ocasión se hallaban demasiado apagados.

— ¿No piensas saludarme? —preguntó mientras sonreía, pero esta no llegó a sus ojos. Mis pestañas aletearon, sintiendo como mi pecho se apretaba. Algo no estaba bien. Lo sentía.

— ¿Estás bien? —cuestioné, se acercó presuroso a mis labios y los besó con hambruna, robándome el aire.

—Ahora lo estoy. —Me tomó de la cintura pues la cabeza me daba vueltas debido a la falta de aire—. ¿No tendrás problemas si salimos un momento?

—No lo creo, solo voy a dejar una nota.

Tiempo después salimos y mientras conducía me contó que al amanecer había tenido que ir a la empresa a solucionar ciertos asuntos, pero yo sentía que había algo más, pero cuando trataba de inquirir Kyan respondía con que no era nada importante. Pero lo dudaba, su aspecto demostraba lo contrario. Pero decidí creerle, fuera lo que fuera solo esperaría a que me lo contara.

Me llevó a comer en un pequeño restaurante en las afueras de la ciudad. Y durante toda la velada me convencí  que, pese a comportarse como siempre, algo pasaba. Sus ojos lo delataban, muchas veces lo había encontrado perdido en sus pensamientos y eso me preocupaba. La opresión en mi pecho no parecía mermar, al contrario, aumentaba conforme pasaba el tiempo.

—Te noto muy cansado, ¿seguro te sientes bien? —pregunté, aunque en realidad era otra la que deseaba decir. Ladeó la cabeza y a continuación frotó sus ojos, los tenía un poco rojos debido a la falta de sueño.

—La verdad es que si, me siento un poco cansado. A penas he dormido un par de horas, creo… —dijo mientras fruncía el entrecejo.

—Regresemos y descansas un poco. No me gusta verte así… —Sacudió la cabeza en una negativa para luego hacer un mohín.

—Con una dosis de besos me sentiré como nuevo, ya verás.

Sonreí como una boba enamorada —como en realidad estaba—, solo bastaba que dijera algo así, para hacerme olvidar de todo. Al momento de pagar sin que lo viera venir, pagué yo. E intentó deshacer mi acción, pero la mesera que nos atendió se fue cuando se lo pedí. Salimos del local mientras lo escuchaba farfullar: que él debía pagar pues había sido su idea el de ir a comer, que no era de caballeros no pagar la cuenta y un sinfín de cosas más. Las cuales me hacían reír internamente.  




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