A pesar de Todo

Capítulo 1

Desde chico siempre he sido un niño mimado.

Naciendo en una familia asquerosamente adinerada, no había capricho que no cumplieran para mí. Todos fueron alimentando mi ego, dándome obsequios, obedeciendo mis órdenes sin inmutarse, criándome como un soberano príncipe.

Por supuesto, todos eran cautivados por mi belleza, con mi sedoso cabello castaño casi dorado, ojos color azul verdoso y sonrisa tiernamente diabólica, no había persona que no se rindiera ante mis encantos.

Estudié en una prodigiosa escuela la cual la pensión habría alcanzado para alimentar bien a un pueblo entero, era el mejor de mi curso, sumamente inteligente, por supuesto, ni siquiera tenía que hacer mis exámenes, siempre me aprobaban sin dudar.

''alguien tan hermoso seguro tiene una inteligencia tan grande como su belleza'' decían, mirándome con esos dilatados ojos cegados por mi brillante aura, me aproveché de cada uno de ellos, personas idiotamente superficiales.

Me gustaba mi vida, era increíble ser un magnate príncipe de las ordenes, llegué a un punto repugnantemente malvado, donde incluso tiraba mis chicles al piso a propósito y le pedía a uno de mis seguidores que lo recogiera y se lo comiera.

Era manipulador, la vida era mi pequeño juguete con el que amaba curiosear, las personas mis peones como los alfiles de un juego de ajedrez donde yo era el rey.

Nunca tuve una novia, no porque no tuviera con quien, me llegaban confesiones a diario, pero yo pensaba fielmente que ninguna era tan hermosa como para estar conmigo.

Mi vida estaba resuelta, tenía dinero a montones, subordinados por doquier y lo más importante, tenía mi preciada belleza.

Pero... una vez que perdí mi belleza, lo perdí todo.

A finales de mis 15 años, mi familia y yo viajábamos a la isla de la familia por las vacaciones. Parecía un día como cualquier otro, pero ese día en particular...hubo una falla en el motor del jet privado.

La nave se destrozó al estrellarse contra el suelo.

Gran parte de nuestro dinero estaba en ese jet, pero en ese momento lo único que me importaba era salvar mi preciada vida y la de mis padres.

Salimos del avión, pero papá era incluso más codicioso que yo, él no se iría sin su dinero nunca. Yo quería volver a entrar para sacarlo de allí pero cuando estaba a punto, el jet explotó.

Papá murió ese día, mamá quedó gravemente herida y yo, que había sido lanzado contra el suelo después de que explotara en mi cara, yo... terminé con una gran quemadura en la mitad del rostro, me deformó de la mejilla hasta la frente y una minúscula parte del labio.

Mis ojos no resultaron heridos, esa fue la primera vez que le agradecí a Dios algo.

Cuando regresamos a casa, todos me miraban raro... con asco. Me desesperé ¿acaso era mi culpa haber tenido esta deformidad en el rostro? En el fondo seguía siendo el mismo príncipe soberano que ellos idolatraban pero como ya dije antes, esta gente es superficial. Nadie quiso mirar atreves de mí. Nadie si quiera quiso mirarme a la cara.

Ahora cuando pedía algo se negaban rotundamente, y fue ahí donde todos esos ojos que antes irradiaban admiración, ahora me clavaban dagas sin piedad, llenas de odio y repugnancia.

Odio que me miren con asco. Yo no doy asco, ¿verdad?

Preso del miedo, pedí desesperadamente ayuda a mi mamá, ella me llevó a los mejores médicos del mundo pero ellos seguían repitiendo ''hacer una cirugía en la cara de esa magnitud sería demasiado peligroso para el paciente, hay más probabilidades de que muera que de que siga viviendo''

Tenía ganas de decirle que si es así prefiero morir antes que tener que vivir con este feo rostro. Pero realmente aprecio mi vida.

No tuve contacto con nadie, no me gustaba ver a nadie. No me gustaba que me miraran.

A mis 17 años mi familia quebró. Para la clase media aún seguía siendo millonario, pero para mí, que estaba acostumbrado a limpiarme la cara con billetes de a veinte, era la pura miseria.

- Sabes, hijo, te haría bien un cambio de entorno – dijo mi madre por teléfono

- No quiero – respondí cansadamente.

- Cariño, has pasado encerrado en tu cuarto una década, ni siquiera quieres ver a tu propia madre

Me quedé callado un momento y luego suspiré

- No quiero asustarte, mamá.

- Lo aprecio – susurró – la cuestión es, hijo, mamá quiere volver a casarse

- ¿y...?

- No quiero que mi futuro esposo...

- Se asuste cuando me vea – terminé por ella – así que quieres que vaya a vivir a otro lado durante un tiempo, ¿no?

- Lo siento mucho, será solo hasta que él se acostumbre a la idea.

- Entiendo – dije y corté la llamada

Todos mis espejos estaban rotos ya.

Después de varias horas, los sirvientes me informaron que mamá no solo me quería fuera de casa, no, me iba a mandar a una... ¡aldea!

¿Se lo imaginan? ¿¡Yo, en una aldea!?

Ni siquiera me dejaron refutar, como si fuera la tarea más deseada del mundo, hicieron mi equipaje en menos de media hora y literalmente me empujaron dentro de la limusina.

Así que felices de librarse de mí, ¿eh?

Sí, yo también lo estaría.

Incluso el chofer no miró ni una sola vez por el retrovisor.

Seguro será igual en la aldea a la que vaya, todos se asustaran de mí al ver mi rostro. 

A menos que

A menos que no lo vean. 

- ¡para, para, para! - exclamé haciendo que el chofer frene de golpe

- Señor Harrison...

- Bájate y compra algo para mí – ordené

Media hora después ya estábamos de nuevo viajando, yo miraba distraídamente por la ventana cuidando no ser visto por los otros transeúntes.

Mientras más avanzábamos, menos gente veía y llegó un punto donde ya ni había gente.

Verdes colinas se alzaban al fondo del intrépido paisaje, había un prado, algunas zonas de cultivo y a lo lejos se veía una diminuta aldea, creo que mi casa es más grande.

- Allí es a donde va - dijo el chofer – la aldea GudMedOss



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En el texto hay: comedia, bajoautoestima

Editado: 02.04.2018

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