A Toda Velocidad

Capítulo 9

            “Teo Guiraud y su divertida noche.” Nora lee el título de la noticia que he visto unas veinte veces en mi teléfono. “Creí que estarías regañándolo pero en lugar de eso fueron al supermercado, ¿es acaso una nueva forma de tortura para él?”

            Hace unas semanas puede que sí.

            “Él me lo pidió,” respondo dándole un mordisco a mi sándwich.

            Nora bufa y deja el celular sobre la mesa. “¿Qué hiciste con ese chico? Hasta parece un poco más encantador.”

            Me hundo de hombros. “Quizá llegó al punto en el que finalmente entendió que todo lo que hace lo afecta a él y sólo a él.”

            Si es cierto que Teo está un poco más calmado. Tal vez sea porque lo atrapé hablando con su padre por celular. No quise interrumpirlo porque sé que el hombre lo ha estado llamando varias veces, muchas de ellas Teo eligió no responder.

            Puede que su padre le haya dicho algo para que entre en razón.

            “Es posible,” murmura mi amiga antes de volver a tomar su teléfono. “La entrevista en la radio fue muy buena, incluso subieron algunos videos de él, se veía bien.”

            Voltea la pantalla hacia mí y aunque el audio esté casi en silencio recuerdo de sobre las cosas que habló. Su carrera, su familia, su novia falsa, su vuelta a Francia, sus futuras vacaciones y metas en la vida.

             Continúo mirando el video hasta que algo en él me deja pensando.

            “¿Notaste eso?” Pregunto señalando.

            Nora re direcciona la pantalla hacia ella. “¿Qué cosa?”

            Camino hacia mi amiga y vuelvo el video unos segundos para mostrarle.

            “Esa mueca,” apunto, “es la misma que hizo en casa de mi padre, algo le molesta.”

            Nora pone pausa y suelta una risita. “Wow, ¿están pasando tanto tiempo juntos que ahora puedes leer sus gestos?”

            Elijo ignorar su comentario y sigo mirando. “¿Lo ves? Ahí está de nuevo.”

            Es un gesto casi imperceptible pero claramente es algo que lo incomoda, como si algo le doliera.

            “Le duele su cara, no debe ser nada,” insiste Nora. “Seguramente alguien lo golpeó como siempre. ¿Podemos hablar de mi desfile y lo mucho que te necesito?”

            Suelto una larga respiración desviando mi atención de la pantalla hacia la chica.

            “No me necesitas.”

            “¡Si lo hago!” Exclama. “Con desesperación.” Abre sus brazos y mira el piso unos segundos. “¿Quieres que me ponga de rodillas y te ruegue? Porque voy a hacerlo.”

            Lo considero un momento antes de negar. “Por muy tentador que eso suene, no lo hagas.”

            Una expresión de alivio cruza sus facciones. “Qué bueno porque no recuerdo la última vez que limpiamos aquí.” Toma asiento junto a mí. “Escucha, no te lo pediría si no estuviera desesperada. Tienes el deber como mi mejor amiga,” me recuerda.

            “Me dices esto todos los días, ¿Cuándo vas a parar?”

            “Cuando aceptes,” dice con una media sonrisa.

            Aprieto los labios cuando un movimiento en la casa de al lado me desconcentra, Teo ya está en su apartamento. Nora se interpone en mi visión, frustrándome. “¿Si te digo que sí vas a zanjar este tema por completo y dejarme ser libre?”

            “Lo haré hasta el momento de preparar tu vestido que debe ser pronto,” comenta cruzando sus manos frente a ella.

            “¿Habrá mucha gente?” Pregunto volviendo a mirar hacia la ventana. El chico está sentado en el sofá mirando su celular.

            “No, sólo unos pocos y puedes usar una máscara si quieres,” la escucho decir. “Sólo lleva mi vestido y listo.”

            Dejo salir un fuerte resoplido. “Bien.”

            “¡Gracias, gracias!” Clama con fervor mientras me abraza. “Te compraré una caja de donas.”

            Me levanto con prisa, dirigiéndome hacia la puerta de salida. “La mitad que sea de chocolate.”

            “Hecho.”

            Con prisa me dirijo hacia el edificio de al lado esperando a que Teo se encuentre ahí. Golpeo la puerta con insistencia hasta que el chico finalmente abre.

            “Sólo golpea un par de veces, así…” Teo hace la mímica de dos golpes sin dejar de mirarme. “…y espera a que alguien abra o elija no hacerlo y pretender que el lugar está vacío porque no tiene ganas de recibir a nadie, no seas tan molesta.”

            Camina hacia el sofá de la sala y toma asiento esperando a que lo siga. Dejo mis zapatos en la entrada y tomo el par de pantuflas que Teo designó como mías hace unos días.

            “¿Qué te sucede?” Pregunto sin dar más vueltas.

            Teo me da una larga mirada. “¿Con qué?”



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En el texto hay: diversion, amor

Editado: 14.09.2023

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